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❪ CAPÍTULO CUATRO ❫ LOS AROMAS QUE PERSIGUEN. ━━━━━━━━━━━━━━
𝕰stando sola de nuevo en la habitación, ya sin hambre, me arrepentí de no aceptar la invitación de los chicos.
Estaba todo muy tranquilo, silencioso; y eso me hacía sentir tan ajena e inquieta. Rozaba la angustia. Las paredes desnudas, planas, me sofocaban un poco. No tenían mis dibujos ni recortes pegados. Las cortinas no eran las que me hizo mi mamá. Y el colchón no era igual de blando que el mío.
Mi espalda se arqueó mientras estiraba mis brazos, buscando relajarme y volver a conciliar el sueño. Pero un perfume me envolvió. Desde el cuello de la prenda, hasta los puños de sus mangas, el aroma del alcohol ahogado en dulzura me pareció un abuso de poder hacia la población femenina. Los hombres encantaban con sus perfumes, y nos hacían pensar cosas que no deberíamos.
Lo único que me sacó del trance fue acordarme de la cargada de Julián a Enzo, mientras creían que no los podía escuchar:━━Mm, así empiezan.
Prendí mi celular, porque pareciendo vidente, Julián apareció entre mis notifocaciones de seguidores. Había cambiado hace no mucho la configuración de mi cuenta, dejando que cualquiera me siguiera. Después de todo la privacidad es un privilegio que no todos pueden tener hoy en día, y fingir que la tenía era sólo un placebo para mis miedos. Después de todo así, más gente que no conocía me mandaba mensajes de apoyo, apreciando las cosas que compartía.
Había permitido mi vida a ojos ajenos desde el día en que decidí acompañar a mi hermano a todos sus encuentros, así que dejé mi cuenta pública.
Viendo lo difícil que se me estaba haciendo el dormir, decidí disponerme a maratones de series que había dejado para mis vacaciones. Después de todo trabajando, acá, no estaba. Después de mandarle una captura sobre la notificación a mi hermano, encontré el control remoto del televisor, suponiendo que podía conectar mi cuenta para distraerme con ficción.
"Todos iguales." Decía su mensaje en respuesta. Iba a reír, pero recordé que mi entorno, ya sea amistades o conocidas de la facultad, también lo seguían en sus redes. Y no recibía quejas de mi parte.
Y como si adivinara lo que estaba pensando, siguió formulando respuestas. "Ah re que todas tus amigas me siguen"
"Todas, una peor que la otra" le contesté.
Y mi mente corrió lejos con el pensamiento de lo que llegaría a pasar si genrara sentimientos hacia algún amigo de mi hermano. ¿Cómo se lo tomaría él? ¿Y yo?
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Desperté de la manera más incomoda en la que jamás había dormido. Con mi brazo debajo de la almohada y mi cabeza encima toda la noche, la sangre no había hecho su recorrido normalmente. No sentía mi brazo. Las sábanas aprisionaban mis piernas, y mi celular se clavaba en mis costillas.
