Mundo Roto

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-¡Ni que te fuera a extrañar tanto, humano idiota! -pensaba el jabalí, con egoísmo puro.

Se marchó inmediatamente, al escuchar, que alguien se aproximaba hacia donde estaban.

-¡Adonis! ¿DONDE ESTÁS? -dijo Afrodita, en todo preocupado.

Ya había pasado varios minutos, desde que ella, fue a buscarlo.

Su intuición, le pedía a gritos, que fuese a verlo, tan pronto, como la reunión acabase.

Le aterraba saber, lo que le, podría pasar a su amado mortal, pero, no había señales de que estuviese por allí.

El joven hermoso, se encontraba, entre la dolorosa barrera de la vida y la muerte.

Estaba perdiendo bastante sangre y la ceguera, le estaba afectando mucho.

P-por favor, a-ayuda.

El chico, con las pocas fuerzas que le quedaban, se tocó el estómago y miró, el río de sangre, que derramaba.

Sus tripas y demás órganos, estaban salidos... ¿Era su mirada moribunda o había algunos buitres, viéndolo, deseosos de probar su carne, cuando se muera?

Adonis estaba más que asustado, estaba a punto de experimentar, el uno de los peores dolores, que un humano ha de pasar: el desangramiento.

Pero... ¿Como llego a ese estado?

Bueno. El jabalí, era enorme y fuerte, por lo que, le derribó rápidamente.

Aunque Adonis, se defendía todo lo que podía, el animal parecía decidido, si o si, a dañarlo.

Algo que le asustaba pensar, era el hecho, de que se dió cuenta, de que el jabalí, lo miraba con sumo odio.

Como si lo estuviera haciendo apropósito.

Le perturbó mucho, que en su poco tiempo de vida, no olvidaría, la dura expresión que tenía ese animal.

Por cierto, el jabalí se fue de ahí y se convirtió, de nuevo, en Ares.

El sujeto, se reía a expensas de lo que hizo, por eso, se escondió cerca de ahí, solo por verlo morir.

Luego, se escuchó una voz femenina.

Era Afrodita.

Estaba asustada, quería irse de allí, no sin antes, llevarse a su amado, que estaba perdido

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Estaba asustada, quería irse de allí, no sin antes, llevarse a su amado, que estaba perdido.

De repente, sintió que su pie, estaba mojado.

No le tomaría importancia, de no ser, que lo que, le había manchado, era de color carmesí, como la sangre.

Este le dió un escalofrío, revisó en esos arbustos y ahí, fue cuando lo vió.

Adonis, muy herido, con el estómago abierto y algunos insectos, rondando encima de el.

Ella, corrió hacia donde estaba él.

𝑳𝒂 𝑹𝒂𝒛𝒐́𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora