Del cuerpo del fallecido, empezó a emanar unas flores conocidas como anémonas.
Afrodita miró como la naturaleza y el cadáver, se funcionaban para hacer una hermosa vista.
Era muy sombría, pero debía admitir, que esas flores eran preciosas.
Se fue de ahí, no quería estar allí, no ahora que se sentía tan rota por dentro...
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La diosa rubia regreso a sus aposentos, rápidamente, se encerró en su habitación y empezó a llorar.
Un río de lágrimas se hacía en su bello rostro.
Tomó un pañuelo y quiso limpiarse, pero se sentía muy débil para hacerlo.
No tenía las fuerzas emocionales para hacerlo.
Sollozaba y no podía parar, no quería hacer nada.
Una ninfa, se acercó a la puerta del cuarto y tocó varias veces, dispuesta a que la diosa, dijese algo.
—Mi señora, ¿Se encuentra bien o le podemos ayudar en algo?
Afrodita ignoró la pregunta de la ninfa y respondió con otra cosa.
━Y-yo no, necesito n-nada, ¡déjenme en paz! ━Dijo en un tono triste━. Váyanse y hagan otras cosas, o lo que sea, ya no importa nada ━Lo último lo susurró para si misma.
—P-pero.
Afrodita, abrió un poco la puerta, para lo que dijese, se escuchase bien.
━¡Si alguien viene, díganle que no estoy o que estoy demasiado ocupada para atenderle! Gracias.
La ninfa hizo caso y se retiró, aunque no le agrado mucho, lo que le respondió la diosa.
Nunca le había visto así de evasiva.
Informó a las demás sobre lo que Afrodita le dijo y todas se pusieron a hacer otras cosas.
Mientras tanto, la rubia seguía triste, tomó su manta y se envolvió en ella.
De repente, empezó a sonar una canción de cuna, algo perturbadora pero aún así, hizo que la diosa se durmiese empapada de lágrimas secas...
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