-¡Afrodita! -Dijo Ares, notando la presencia de la rubia-. ¡Ven aquí que necesitamos hablar!
La diosa no podía creer que todos esos hombres estaban ahí afuera.
¿Ahora que quieren?
-Ares, te he dicho que no te quiero ver...
Hermes se echó a reír por eso, hasta que el mencionado le golpeó en el hombro.
-¡Auch! -Dijo el rubio, mientras Ares sonreía maliciosamente.
Volteó la vista hacia la rubia, puesto a que se negaba a irse de allí.
Dionisio estaba con Apolo, sentados en el frío suelo y mirando la escena ante sus ojos.
-¡No me lo recuerdes! -Se quejó Ares-. Solo quiero hablar contigo, por la paz...
Sí. No podía creer que haya dicho eso, pero valdría la pena ¿cierto?
-Lo siento, pero no quiero ver a nadie por ahora, ¡busquenme cuando esté mejor!, ¿sí? -La rubia casi comienza a llorar-. ¡Por favor entiendame!
-A-Afrodita... -Hermes moría de frío, pero sería persistente-. ¿No tienes curiosidad por lo que tenemos que decirte?, no nos llevará mucho.
La rubia solo se negaba a participar en cualquier estupidez que estuvieran planeando.
Afrodita detestaba las bromas y no quería ser participe de una, por lo que sólo se fue, negándose a escuchar las cosas que estos estuvieran por decirle.
-Lo lamento, pero... ¡no es no!, adiós muchachos.
Rindiendose y con el hecho de que Dionisio enfermo, todos regresaron al castillo de Zeus.
En fin, fue un reverendo fracaso el plan de Apolo.
-Como siempre... tus planes fallaron otra vez, Apolito -Dijo el guerrero, en un tono sarcástico, mientras miraba mal al dios del sol.
-¡Cállate Ares!
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La diosa del amor se fue a duchar con agua caliente, para tratar de calmarse un poco.
No quería pensar en nada, solo quería disfrutar de un buen baño, sin preocuparse por lo que le pásese allá afuera.
Sus corajes evolucionaron a nivel grande.
¿Como se atrevían a querer entrometerse en sus asuntos privados?
¡Son como mosquitos!
Esperaba que nadie la molestase ya.
No quería ver a nadie, se ha cansado de que no comprendan su decisión.
