Capitulo VIII

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Paso una semana desde que Jimin fue internado en el hospital. Desde que sus padres se enteraron de lo que había sucedido se armó un escándalo en toda la institución. Todos murmuraban y se pasaban la información de que Jimin había sido violado en el gimnasio de la escuela. Aunque bueno, siempre había un grupo de escépticos que ponian en duda que haya sido así. Ellos acusaban a Jimin de ser un prostituto y defendían al monstruo de una historia muy mal contada.

Cuando el padre de Jimin vió a su hijo completamente destrozado en la camilla del hospital se puso a llorar de rodillas al lado de aquel frágil cuerpo. Movió cielo y tierra para buscar los mejores especialistas que pudieran tratar a su hijo. Mientras tanto, Seulgi, la madre de los muchachos, se encargó de tomar acciones legales contra los agresores de Jimin. Después de todo, tenían los medios suficientes para hacerlo. Levantó una demanda en contra de los agresores, y en el juicio exigió que se los encarcelaran y que pagarán una indemnización por doscientos cincuenta mil dólares por todos los daños que le ocacionaron a su hijo. Por otro lado, Jungkook se sentía extremadamente mal por Jimin. Pensaba que él era el responsable de que el chiquito este así. No podía dejar de culparse, se sentía como pun completo inútil. Por lo cual decidió que a partir de ese momento no lo volvería a dejar solo. Tenía que protegerlo cueste lo que cueste, incluso si eso le hacía daño. Jimin era su prioridad número uno y ya no quería evitarlo. Lo amaba mucho, lo amaba más de lo que alguna vez amo a alguien. Hubiera deseado poder volver el tiempo atrás y evitar que le hicieran daño, pero algo como eso no era posible. Y cada día de su vida se arrepentía de no haber estado para Jimin cuando más lo necesitaba. Jungkook era capaz de dar la vida por Jimin.

De esa manera Jimin pasó una semana entera tratando de recuperarse. Una vez que se recompuso, al menos físicamente, salió del hospital. No se sentía listo para ir al instituto, y sus padres no lo obligarían a ir por supuesto. Pero por más que sus heridas hayan cicatrizado siempre quedaban secuelas que aún dolían.

El padre de Jimin sentía que su hijo ya no era el mismo de antes. Se encerraba en su cuarto, se arropaba hasta la cabeza y se quedaba acurrucado en forma de bolita en su cama mientras sollozaba en silencio. Pasaba la mayor parte del día así. Casi no comía nada, y mucho menos hablaba con alguien. Preferiría ignorarlos a todos y estar completamente solo. La pocas veces que salía de su casa era para comer galletas o cereal. Ya ni siquiera tenía ganas de dibujar o desfilar la ropa infantil que confeccionaba su padre. Jimin simplemente quería desaparecer de la faz de la tierra. Se sentía muy vulnerable y sensible. 

Sin embargo, no siempre era así. Habían días en que baja de su cuarto, se ponía su mejor ropa y encendía los parlantes a alto volumen con su música favorita. Le gustaba bailar solo en el comedor con alguna botella de cerveza o un vaso de jugo de naranja y vodka, su favorito. Esos días no comía absolutamente nada, lo único que aceptaba era su café de Starbucks. Jimin se ponía más exigente que nadie y tenía una forma muy prepotente para contéstale a los demás. Orgullo y altanero, no se dejaba tocar por nadie.

Al principio los cambios de humor en el comportamiento de Jimin eran algo tenues. Su papá pensaba que posiblemente era causa de la situación por la que había pasado. Y de hecho, no se equivocaba. Pero los cambios en la personalidad de Jimin comenzaron a hacerse más fuertes y notorios. Antes solía alternarse ciertos días a la semana pero conforme el tiempo fue pasando el cambio de humor en el menor se daba prácticamente a cada hora. Siempre que el pequeño castaño se enfrentaba a una "situación límite" su personalidad se alteraba. No sabia como reaccionar. Jimin estaba completamente irreconocible.

Un día estaba con su papá en el comedor de la sala comiendo galletitas en silencio. Y de repente se puso a llorar de la nada. Las gotas de agua resbalaban silenciosamente por sus mejillas mientras comía galletitas. Él tampoco entendía sus propios sentimientos, se sentía demasiado frustrado consigo mismo y terminaba estallando en un mar de sensibilidad. Cuando eso pasaba su papá iba corriendo a abrazarlo y a tratar de contenerlo. Le susurraba al oído que se quedará tranquilo, que el siempre iba a estar de su lado y terminaban los dos limpiándose las lágrimas mientras sonreían tiernamente. Sin embargo, aquel día fue diferente. Cuando su papá intento ir a abrazarlo, Jimin se alejó bruscamente, corrió su mano de un manotazo y no dejó que lo tocará. Vió a su propio padre con cara de asco. Se limpió rápidamente las lágrimas él solo y sin decir nada, se fue corriendo a su habitación con el ceño fruncido.

• B E G I N • Kookmin // FanFic [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora