Carla Jaeger

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  Eren tocó el timbre de la casa, muy nervioso pues, sabía que había estado mucho tiempo fuera de casa.

  La miró desde donde estaba, se le hacía extraña, es bonita, grande, era su casa, pero el estar tanto tiempo lejos le hizo desligarse de ella.

  La puerta se abrió mostrando detrás de sí a una mujer castaña quien al verlo se quedó estupefacta.

  La mujer lo vio con los ojos bien abiertos, empezando a cristalizarse y sacar lágrimas poco a poco mientras alzaba débilmente los brazos para acercar sus manos a las mejillas de su hijo mientras él estaba ahí, sin decir nada.

  E... E-ren... - Dijo con un tono medianamente quebrado posando lentamente sus manos en las mejillas de su hijo, Eren estaba ahí sin hacer nada, se acercó a las manos de su madre suave y tímidamente.

  Ella no aguantó más, se abalanzó sobre su hijo y lo abrazó con aferre dejando soltar ligeros gemidos de agobio y disforia, dejando a Eren con una fuerte sensación de vacío emocional y de culpa.

  ¡Creí que estabas muerto! - Enunció en un grito desgarrado ahogado en agobio, mientras apretaba su abrazo con mucha fuerza sin dejarlo ir a ningún lugar. Eren en el momento se dejó llevar, sólo un poquito, y dejó salir un par de lágrimas para expiar el agobio que él también había experimentado en todo ese tiempo, aferrándose al abrazo de su madre.

...

  ¿Quieres comer o beber algo mi vida? - Preguntó Carla suave y cariñosa mirando a su hijo sentado en la mesa que se notaba con un vacío enorme.

  Me gustaría... Un latte con algo suave. - Contestó el chico con un tono de voz átono.

  ¿Sabes algo Eren? - Preguntó la madre mientras se acercaba a la cocina para prepararle el café a su hijo. - Mikasa venía mucho a visitarme, me contó que te habían secuestrado.

  ¿Ella te dijo eso? - Preguntó curioso.

  ¿Cómo saliste de donde estabas? Oí que te fueron a rescatar.

  Sí de hecho, Mikasa los capitaneó, se metieron donde estaba y nos sacaron de ahí. - Lo dicho abrió la puerta de la curiosidad de la castaña enórmemente.

  ¿Nos?

  Oh... Es que habían más personas encerradas. - Justo en ese momento Carla le entregó a su hijo la taza de latte.

  Otra cosa Eren. - Enunció en un tono menos cariñoso yendo hasta un mueble para sacar una bolsa de galletas. - No quiero que te vuelvas a alejar de mí, vayas donde vayas, estaré yo, Armin o Mikasa... - Lo dicho hizo que Eren reaccione de una forma que evidenciaba su disgusto.

  Carla no tuvo una vida fácil, sus padres no le dieron la atención que como niña necesitaba, el único trabajo que se le ocurrió que podría hacer sería el de ser prostituta, y se dedicó a eso un año entero, y obviamente el hecho de que cada día se la tiraban al menos cinco hombres distintos durante un año entero, hizo que perdiera la cabeza.

  Lo hacía como rebeldía hacia sus padres, quienes no paraban de decirle que sería una fracasada, trato que le hizo tener una actitud bastante tosca y desagradable, que a la vez hizo que en entornos como la escuela casi nadie la tratase bien. Llegó a un punto que se hartó e intentó suicidarse, pero unos minutos antes de hacerlo se dio cuenta que no hacía más que darles la razón a sus padres, y no quería eso.

  Tiró todo a la borda para intentar comenzar de nuevo, se fue a un piso de mala muerte en Wall Street usando el dinero que ganó ejerciendo como prostituta que le sirvió para mantenerse unos últimos dos años, años que se puso a estudiar como una enferma para sacar la máxima nota en el instituto, tiempo que conoció a un hombre que estudiaba en Stanford la carrera de medicina, quienes se hicieron buenos amigos, pero que por los estudios se veían una vez cada seis, siete meses.

  Al graduarse con la máxima nota, Grisha, recomendó a Carla y Carla envió su ficha de presentación a la universidad, en la que por suerte la aceptaron.

  Ahí estudió derecho por 7 años, tiempo que al estar en la misma universidad, ambos se hicieron más cercanos y hasta comenzaron una relación. Carla se casó con él y se hizo abogada, trabajando y estudiando duramente, no quería perder ni un segundo, tenía que demostrarle a sus padres que era capaz, y ni satisfecha con haberse hecho abogada, estar casada con un médico importante y tener un hijo que prometía, quería seguir y seguir y seguir.

  Todo hasta que Grisha murió en una balacera.

  Carla miró a su hijo comer tan contento lo que ella preparó para él, pero lo miró con una buena dosis de posesividad, tras perder contacto con sus primos, amigos y hermanos, tras perder al hombre más importante para ella, a Carla sólo le quedaba una cosa, sólo le quedaba su querido hijo, Eren. Y si tendría que hacer lo que sea con tal de garantizar la seguridad de su hijo, lo haría sin rechistar.

  Sin darse cuenta, Carla estaba detrás de su hijo, abrazándolo, esta vez con suavidad y dulzura, Eren por su parte se recostó en el hombro de su madre aceptando el abrazo de ella.

  Te amo mamá, de verdad. ¿Pero cómo vas a hacer si literalmente están tras nosotros? - La pregunta alertó a internamente a Carla, porque él tenía razón, si están tras ellos, quedarse quietos sin hacer nada sería una sentencia de muerte.

  ¿Y qué harías tú? - Cuestionó con un tono entre suave y serio.

  Por lo menos, estar preparados por si nos quieren hacer algo.

  En ese momento justo, se escuchó que alguien tocó la puerta de la casa, cosa que hizo reaccionar a Carla inmediatamente.

  Ella fue hasta la puerta de la casa para ver de quién se trataba, al abrirla se encontró con una agradable sorpresa, era Mikasa, le había avisado que iría a su casa a esa hora, por la repentina llegada de Eren Carla se olvidó y no preparó bien la casa, sin embargo no fue impedimento para recibirla con una sonrisa y dejarla pasar.

  Cuando Mikasa pasó al salón se sorprendió al ver a Eren, se olvidó por completo que él era parte de esa casa antes de desaparecer por el tiempo que estuvo ausente, él alzó la mirada y lo que vió le subió los ánimos, pues no sólo era Mikasa la sorpresa, ella traía una botella de coca cola helada con cosas para comer.

  Ella se sentó y saludó a Eren, Carla los dejó solos unos minutos para ir a buscar algo en su habitación. El ambiente era silencioso e incómodo para ambos, especialmente porque tenían impregnado en la mente esa vez que Mikasa se le declaró tan abruptamente arrebatándole al chico la virginidad labial.

  ¿Cómo fueron las cosas el tiempo que yo no estuve aquí? - Preguntó el chico atreviéndose a romper el silencio.

  No fue muy distinto, aunque para mí fue muy extraño... - La respuesta causó intriga en el castaño.

  ¿Por qué fue extraño?

  Cuando Mikasa procesó la respuesta, sintió cómo las mejillas se le tornaban rojas, la respuesta era en sí bastante vergonzosa.

  Porque tú... - Se cortó en ese momento por no saber cómo decirlo.

  No hace falta que digas nada... Sé perfectamente por qué. - Tras escuchar eso, Mikasa con la cabeza gacha se mantuvo callada con la cara ardiendo de vergüenza, pero los nervios de expresar sus sentimientos habían reducido desde el momento en que se confesó.

  Entonces... ¿Serías mi...?

  Ahora no tengo tiempo para pensar en eso. - Respondió de forma tajante causando intriga en la azabache, quien levantó la cabeza para encontrarlo mirando a la nada con un rostro de seriedad. - Me han secuestrado, mis amigos están en peligro, una loca quiere matarnos, no entiendo qué es lo que siento por tí, no paro de pensar en una maldita solución a todo esto y estoy muy asustado... Lo siento pero no tengo tiempo para pensar en si quiero ser tu novio y toda esa mierda. Déjame mi tiempo para procesar todo ¿Sí?

  Si, no te preocupes Eren. - Contestó ella girando la cabeza hacia la derecha encontrándose con que la madre de Eren los espiaba por detrás de la puerta.

  Mikasa arqueó una ceja al verla y Carla le guiñó un ojo con una sonrisa pícara justo antes de esconderse detrás de la puerta, causando en la azabache una sensación de vergüenza, aunque también de alivio interno, pues si hasta la madre de su crush estaba de acuerdo con tenerla como nuera, entonces tenía una buena ventaja con respecto a Eren...

𝒰𝓃 𝓂𝓊𝓃𝒹𝑜 𝓃𝓊𝑒𝓋𝑜, 𝒶ñ𝑜 𝟤𝟢𝟤𝟤... / EreMikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora