Capítulo #5

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Y ahí esta la Sra. Roberts, zapateando sus tacones negros, me mira de arriba para abajo -gucci-, al terminar de escanearme gira los ojos en forma de desaprovación.
¿Por qué es que me odia tanto? Nunca lo sabré y no tengo las ganas de hacerlo, me atrevo a decir que me aterra saberlo.

-¿No pudiste venir más arreglada? -dijo con su arrogante voz -vienes a trabajar linda, no a un desfile de modas o a una fiesta -continuó diciendo con desdén.

-Disculpe -musité -Es solo que ya no se como venir vestida, la semana pasada me dijo que venía muy fachosa -le dije con la voz un poco más alta.

-¿Cómo te atreves a hablarme de esa forma?- dijo con sus manos al aire en señal de desesperación por mi atrevimiento -tu aquí no eres nadie ¿Escuchaste?.

Yo solo asentí, me daban unas ganas de echarle en cara cuanto la odio y detesto pero al pensar que podría perder mi trabajo -en el cual tengo una buena paga- quitó esas ideas de mi mente, si no lo pienso no lo haré ya que si lo hago, bye trabajo.
Me fui caminando a mi oficina, me senté en el escritorio y encendí el ordenador.
Necesitaba enviar unos correos a los diseñadores que la Sra. Roberts había convencido para que compraran nuestra línea de ropa. Se podría decir que soy la mano derceha de mi jefa, para todo lo que necesita me llama a mi.

Para cuando acuerdo ya había enviado la mayoría de los correos.
Estoy tecleando unas cosas cuando la Sra. Roberts se aparece bajo el umbral de la puerta de mi oficina.
¿Ahora que querrá?

-Traéme un café descafeinado -dijo con la misma arrogancia de hace años.

Asentí. Tengo 2 años trabajando en Roberts Company con mis dos años de experiencia la Sra. Roberts me ha tomado mucha confianza, la suficiente como para tratarme como basura, ésta mujer tiene el ego por los cielos es por ello que a sus empleados los trata como escoria, como si nos hubieran sacado de la basura.
Salí del edificio y fui a la cafetería que estaba cruzando la calle.
El Sr. Nichols es el que atiende; un hombre de 60 años, con ojos celestes, su cabello se ha transformado de castaño a blanco, sus arrugas faciales son muy notorias, un señor hogareño y regordete, muy buena gente, su esposa, la Sra. Nichols es la que hace los pasteles y el café, una mujer de ojos gricáseos, cabello gris -por el pasar de los años- una mujer delgada, amable y servicial.
Desde que trabajo en la casa de modas los conozco, cuando tengo un problema ellos están ahí para darme un consejo, son como mis abuelos.
Me adentré a la cafetería y caminé hacia el mostrador.

-Buenos días -dije sonriendo.

-Buenos días ________ -contestó el Sr. Nichols -¿Qué vas a llevar?.

-Lo de siempre -el solo asintió.

Siempre venía a comprar el mismo café descafeinado de la Sra. Roberts, ya era costumbre, mas bien dicho ya era parte de mi trabajo.
El Sr. Nichols regresó con el café, pagué y regresé al edificio.

Toqué la puerta de la oficina de la Sra. Roberts, del otro lado solo se escucho "adelante" giré el pomo de la puerta y entré me paré frente al escritorio y le dí el vaso del café.

-Puedes retirarte -dijo mientras tecleaba unas cosas en su organizador.

Salí de la oficina del infierno y me dirigí a mi oficina.
Me senté detrás del computador y seguí tecleando los correos que faltaban.
Mi celular empezó a sonar, de mi bolso saqué el aparato electrónico y contesté la llamada "Desconocido".

-Bueno ¿Quién habla? -pregunté sosteniendo mi telefono con mi oreja y mi hombro.

-Soy Aaron -contestó.

-¿Qué ocupas? -dije un poco cortante, ya que tenía que terminar de enviar los correos.

-Voy a cenar contigo, compraré pizza, cenamos en tu departamento -dijo como si fuera una orden.

-Claro Señor ¿Qué más? -dije divertida.

-Traes que beber ¿Entendido?

-Está bien, adiós -dije y corté la llamada.

El día continuó, no había mucho trabajo por lo cual la Sra. Roberts me dejo salir antes.
Salí del edificio y me dirijí a una tienda donde compraría las bebidas.
Entré a la tienda y caminé hacia los refirgadores, saqué una botella de refresco y dos latas de cerveza, me adelanté al mostrador y pagué.
Salí de la tienda y paré un taxi para llegar a mi departamento.

-Tenga -dije dandole el dinero al taxista.

Me bajé del transporte y entré al edificio.
El elevador estaba solo, oprimí el botón y el elevador se abrió, apreté el círculo con el número 10 -último piso- y me dejó en la planta en la cual estaba mi departamento.

Abrí la puerta y me adentré a mi hogar.
Aaron no estaba, tal vez fue a comprar la pizza.
Me dirijo a mi recámara y me dedico a quitarme la ropa para cambiarme por algo más cómodo.

Aaron P.O.V.

La puerta del departamento de ______ está abierta por lo que me atrevó a entrar con la mayor confianza del mundo, dejo la caja de pizza sobre la barra de la cocina y voy a la habitación de _______ en busca de mi vecina.

La puerta está abierta, me asomo y veo a _______ en ropa interior, ¿Qué he hecho? Tal vez me dejará de hablar por haberme dado atribuciones que no me corresponden, como lo es entrar a su casa sin avisar.

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