Cuatro🍂

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Rubius, frente a él, seguía manteniendo la mandíbula apretada y una mirada de molestia a pesar de que  Luzu se hubiera marchado minutos atrás y ellos estuvieran solos.

No había dicho nada incluso cuando Quackity le sirvió un vaso de agua, diciéndole que se calmara.

Se sentó a su lado, mordiendo su labio inferior.

- No tenías que reaccionar de esa forma, Rubius - le dijo con voz suave.

Rubius le miró con el ceño fruncido.

- Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-

- y tú has besado a Vegetta - le interrumpió Quackity, ahora con expresión dolida. - ¿No es eso injusto, Rubius? ¿Qué tengas un amante y te estés comportando de esta forma? ¿ya te has acostado con el?

Rubius no dijo nada por varios segundos, bebiendo agua en silencio. Cuando dejó el vaso sobre la mesita del livig, lucía mucho más calmado.

- No - dijo Rubius. - sabes que no lo he hecho, Quackity.

Quackity arrugó los labios, negando la cabeza.

- ¿por qué debería creerte?

- Porque sabes que no te mentiría con eso - replicó Rubius, poniéndose de pie. - por mucho que quiera el divorcio y esté enamorado de Vegetta, sabes que no me acostaría con el hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes que, si lo he besado, ha sido después de pedirte la separación y de decirte la verdad, ¿no es así?

Sonriendo amargamente, Quackity asintió, forzándose a no lucir herido a pesar de las palabras de Rubius.

Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la verdad, pero eso no lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera dicho que se acostaba con Vegetta, no tendría tantas dudas porque habría atribuido los deseos de separación a una calentura de Rubius por su asistente, sin embargo... si no se habían acostado y con suerte compartieron unos besos, eso significaba sentimientos más profundos, que le aterraban.

- ¿Qué estás haciendo aquí, Rubius? - preguntó Quackity con voz rota.

Rubius apuntó a su bolso.

- vengo por los papeles - contestó impasible - pero también tengo claro que eres una persona demasiado terca, Quackity - suspiró, sentándose. - Treinta días, ¿no es así?

Quackity asintió en silencio, mirando a los ojos oscuros de su marido.

- ¿Cómo pretendes hacerlo, Quackity? - Rubius suavizó su tono. - comprendes que yo ya no te amo, ¿cierto? Solo te estás haciendo más daño, patito.

Que le llamara con un apodo hizo que algo doliera en su interior.

- ¿Más daño? - se burló, quebrándose. -  ¿Cómo me haré más daño, Rubius? El hombre que amo quiere dejarme porque está enamorado de otra persona... Lo único que te pido son treinta días para poder demostrarte que aún puedo ser suficiente para ti.

La expresión de rubius cambió, y el más alto le tomó las manos, llamando su atención, pidiéndole con ese simple toque que se calmara un poco.

- patito, cariño - murmuró Rubius - no digas esas cosas, ¿está bien? Tú eres... tú eres más que suficiente para cualquier persona, es más, yo diría que... que nadie te merece, menos yo - Rubius trató de sonreírle, aunque Quackity desvió la mirada, sabiendo que pronto se pondría a llorar. - patito, todavía te quiero, y porque te aprecio lo suficiente es que te estoy pidiendo esto. Por favor, firma los papeles, no es necesario que continúes con esa tontera.

★彡『 Aᴘᴇɢᴏ - ʀᴜʙᴄᴋɪᴛʏ 』彡★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora