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La boda de los Min fue perfecta. Ambos se juraron amor eterno en aquel crucero, bajo el cielo estrellado y rodeados de un íntimo grupo de familiares y amigos. Estaban profundamente enamorados, y sus miradas reflejaban la ilusión de un futuro lleno de promesas y felicidad. 

Sin embargo, poco tiempo después, la realidad golpeó con fuerza. La vida de casados no era tan romántica como las películas lo pintaban. Había problemas, y muchos. Ambos habían tomado la decisión de casarse de manera impulsiva, dejándose llevar por la pasión y el momento, pero aún eran jóvenes e inexpertos en cómo manejar una vida en común. Las cosas se complicaron aún más cuando Jimin quedó embarazado, un giro inesperado que, aunque emocionante, hizo que sintiera que su sueño de convertirse en diseñador se desmoronaba cada vez más. 

La situación en su hogar pronto se tornó insostenible. Lo que alguna vez fue un espacio lleno de risas y dulzura ahora estaba ocupado por gritos, discusiones y una creciente indiferencia. El amor seguía allí, pero las heridas que las palabras dejaban se hacían cada vez más profundas. Jimin, cargando con el peso del embarazo y de su propia frustración, se sentía atrapado. Yoongi, por su parte, estaba igual de confundido, pero no quería aceptar que su relación se desmoronaba ante sus ojos. 

Una tarde, cuando Jimin tenía siete meses de embarazo, tomó una decisión que le había costado semanas reunir el valor para enfrentar. Con el corazón en la mano, sentó a Yoongi en la mesa de la cocina. Su expresión era decidida, pero sus ojos reflejaban la tristeza de lo que estaba a punto de decir. 

— Quiero divorciarme. 

Yoongi lo miró, atónito. Al principio, se negó rotundamente. Para él, el amor seguía siendo el núcleo de su relación, y aunque tenían problemas, estaba convencido de que no eran tan graves como para separarse. Además, el nacimiento de sus bebés estaba cada vez más cerca. ¿Cómo podían pensar en divorciarse en un momento tan crucial? 

— Jimin, nosotros… podemos solucionarlo. Aún nos amamos. Esto no tiene que terminar así. 

Pero Jimin negó con la cabeza, con la voz temblorosa pero firme. 

— No está funcionando, Yoongi. Llevamos meses intentando arreglarlo, pero no hacemos más que lastimarnos. Esto no es bueno para nosotros… ni para los niños. Creo que lo mejor es que cada uno siga su camino, que podamos enfocarnos en nuestras carreras, en nuestros sueños. 

La mención de "los niños" fue un golpe para Yoongi, quien no había considerado aún el futuro de su familia dividida. Al final, aunque le dolió, aceptó el divorcio, pero bajo una condición, cuando nacieran los gemelos, cada uno se quedaría con uno de ellos. Fue una propuesta difícil, pero parecía la única manera de hacer justicia para ambos. 

Jimin aceptó. 

Cuando llegó el día del parto, ambos ya estaban oficialmente separados. Los gemelos nacieron sanos y fueron la combinación perfecta de sus padres, con rasgos que hacían imposible no recordar lo que alguna vez tuvieron juntos. Al primero que nació, Yoongi lo nombró Daehyun, y sería él quien se lo llevaría consigo. El segundo fue nombrado Taeyang, y Jimin lo abrazó con la promesa de cuidarlo siempre. 

Ambos padres habían acordado cortar cualquier tipo de vínculo entre ellos. Lo único que conservaron fue la mitad de una fotografía tomada el día en que Yoongi le propuso matrimonio a Jimin en un concierto. La imagen, desgarrada en dos después de una discusión por quedársela, simbolizaba los recuerdos compartidos y la separación que ahora marcaba sus vidas. 

Cuando llegó el momento de despedirse, se abrazaron una última vez, deseándose lo mejor desde lo más profundo de su corazón. Con lágrimas en los ojos y los corazones rotos, cada uno tomó caminos diferentes, llevándose consigo a uno de los niños y una mitad de una historia que nunca podrían borrar. 






𝒯𝑜 𝐹𝒾𝓃𝒹 𝒰𝓈 𝒜𝑔𝒶𝒾𝓃 - Yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora