Capítulo 7

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Después de que Sherlock dejara a Tessa en casa se dirigió al salón de té de Enid. Hacía muy poco que había descubierto que ella y Eudoria eran amigas, así que decidió ir a hacerle unas cuantas preguntas por si sabía el paradero de su madre.
El detective estaba dentro del local observando una de las estanterías cuando Enid pasó por detrás suyo.

—Tome un libro y siéntese —le dijo—. Estaré con usted en seguida.

—Perfecto, así me acompañará a tomar el té —dijo Sherlock y en cuanto Enid se dio cuenta de que era él, se dirigió hacia una sala más apartada ya que no quería hablar con él detective—. Le aconsejo que... No se vaya —Sherlock fue detrás de ella y entró en la pequeña sala—. Y aún así se va de todos modos.

Enid levantó la tetera que había encima de la mesa y la puso delante de ella amenazando al detective.

—Sea lo que sea lo que crea saber, Holmes. Está avisado. Si molesta a alguno de mis clientes...

—¿Me hará mucho daño? —la interrumpió—. Soy consciente de sus talentos, señorita Graceton. La pregunta es... ¿A qué se arriesgaría si aconsejara a mis amigos del gobierno visitar este local? Mi hermano examinaria de buen grado su sediciosa, peligrosa y terminalmente prohibida biblioteca —Enid dejó de apuntarle con la tetera—. ¿Lo ve? Los dos podemos hacernos daño.

—Si fuera Tessa no me amenazaria con cerrar mi local.

—Por favor, baje su tetera —le pidió Sherlock ignorando su comentario—. En sus manos es un arma —Enid bajó finalmente la tetera y la dejó encima de la mesa—. Gracias. ¿Conoce el paradero de mi madre?

—¿Cómo me a encontrado?

—Cartas en su chimenea. La ceniza en sus zapatos y el polvo de carbón me guiaron.

—Siempre dijo que no se le pasaba nada.

—Tiene que volver a casa. Tiene una hija que la necesita.

—Enola parece estar desenvolviendose perfectamente sola.

—Así que la a visto —intuyó el detective ante su comentario—. ¿Está a salvo?

—A tenido compañía. Un chico inútil, pero no sentía que lo necesitara. Aunque creía que Tessa se lo habría contado.

—¿Tessa? —preguntó sorprendido ya que eso no lo tenía previsto—.¿También vino a verla?

—Si. Creí que habría ido a verla.

—Lo hice.

—¿Y fue todo bien? —quiso saber Enid.

—Nos estamos desviando de la conversación.

—A sido usted quién me a preguntado—suspiró rendida—. Enola sigue su propio camino y lo mismo, para bien o para mal, hace Eudoria.

—Sea cuál sea la fechoría que...

—¿Fechoría? —le interrumpió Enid ofendida—. Una palabra muy mal escogida. No hable como su hermano. Es incapaz de entender nada de esto. ¿Lo sabe usted?

—Instruyame al respecto.

—Usted no sabe lo que es no tener poder. La política no le interesa. ¿Porque?

—Porque es muy aburrida.

—Porque no tiene el mínimo interés en cambiar un mundo en el que le va tan bien —le corrigió Enid.

—Bonito discurso.

—Aterrador. Es muy inteligente. Sabe que cada palabra es cierta —rió—. Que família. Una niña perdida, un misántropo engreido, una revolucionaria, una mujer enamorada y usted. Ni esposa, ni amigos. Sólo una extraña obsesión con las huellas y el polvillo de carbón. Y ni siquiera se da cuenta de la persona que tiene a su lado.

𝑌𝑂𝑈𝑁𝐺 𝐴𝑁𝐷 𝐵𝐸𝐴𝑈𝑇𝐼𝐹𝑈𝐿 | Sʜᴇʀʟᴏᴄᴋ HᴏʟᴍᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora