Capítulo 9

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Tessa estuvo todo el camino de vuelta pensando en cómo podría encontrar a Tewksbury. Al parecer por mucho que le buscara no daba con él y empezaba a pensar que todo lo que estaba haciendo iba a ser en vano.

A la vez, la castaña también pensaba en Enola, ya que quería sacarla de ese sitio lo antes posible, pero sabía que Mycroft no la dejaría irse hasta que fuera una señorita bien educada.

Mientras que Tessa estaba perdida en sus pensamientos, Sherlock la miraba preocupado. No le gustaba verla de esa forma y estaba dispuesto a ayudarla para que encontrara a su hermano.

En cuanto llegaron al apartamento del detective, la castaña quiso ir a su habitación para seguir pensando en trazar algún plan, pero Sherlock la detuvo.

—Mañana mismo iré a hablar con Mycroft para que saque a Enola de la escuela para señoritas —le dijo y Tessa le miró con una sonrisa.

—Gracias, Sherlock —le agradeció—. Y también por llevarme a ver a Enola.

—No tienes que darme las gracias —le dijo el detective quitándole importancia—. Haría lo que fuera por ti.

La castaña le miró sorprendida sin saber muy bien qué decir mientras que Sherlock sólo podía pensar en tenerla entre sus brazos. Sabía que estaba mal, seguía pensándolo, pero su deseo de tenerla era mayor y quería confesarle de una vez todo lo que sentía por ella.

Tessa siguió mirándole y sabía que el detective estaba pensando en algo por la expresión de su rostro y quería saberlo.

—¿Hasta me dirías que pasa por tu mente ahora mismo? —le preguntó.

—Si te lo dijera, mi faceta de caballero dejaría de existir —le respondió Sherlock y se acercó a ella.

—Prometo no delatarte —le dijo la castaña y el detective sonrió divertido.

Sherlock la observó fijamente.

Sabía que no podía contenerse mucho más y odiaba ser tan débil en ese sentido, pero a pesar del miedo y de la culpa, tomó las mejillas de Tessa entre sus manos.

—¿De verdad quieres que te lo diga? —le preguntó.

La castaña lo observó y sintió el tacto cálido del detective en su piel. Eso hizo que su corazón latiera muy deprisa, ya que la única vez que Sherlock la había tocado había sido para agarrarle de la mano.

—Si —le respondió ella decidida.

Sherlock la observó en silencio durante un par de segundos más tratando de alejar sus malos pensamientos ante lo que iba a hacer a continuación.

No fue demasiado difícil para él, ya que solo le bastó con mirar directamente a los ojos de Tessa. En ellos pudo leer anhelo y cierta petición de atrevimiento, así que decidió concederle al menos eso; sus honestos sentimientos.

—Siento algo por ti desde que éramos niños, Tessa. No se que es exactamente por qué nunca antes había sentido algo así, pero sé que no quiero alejarme de ti nunca más. Quiero que estés a mi lado, verte a cada instante, oír tu voz, sentir... Tú piel entre mis manos —el agarré en la mejilla de la castaña se tensó y ella pudo notarlo—. He tratado de decírtelo miles de veces, pero algo dentro de mi me dice que está mal, que no debo sentir todo esto porque solo soy un hombre solitario que su única pasión es resolver casos... Hasta ahora. Hasta que te vi aparecer en esa casa después de todos esos años.

Tessa nunca había deseado tanto besarlo como en ese instante. Después de esas palabras quedó embelesada y algo dentro suyo floreció como una flor durante los primeros días de primavera que solo busca el sol para crecer. Sherlock era ese sol para ella y sentía que todo empezaba a cobrar sentido. Todos sus sentimientos que se obligó a encerrar bajo llave dentro de su corazón podían salir a flote, ya que si el detective lo había mostrado ella debía hacerlo también. Estaba aterrada, pero debía ser valiente.

𝑌𝑂𝑈𝑁𝐺 𝐴𝑁𝐷 𝐵𝐸𝐴𝑈𝑇𝐼𝐹𝑈𝐿 | Sʜᴇʀʟᴏᴄᴋ HᴏʟᴍᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora