Capítulo 2

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Después del reencuentro con los hermanos Holmes, Tessa se instaló en su antigua habitación ya que probablemente pasaría algún tiempo en esa casa. Su habitación seguía igual a como la había dejado y miles de recuerdos le vinieron a la mente. Recuerdos que a día de hoy le transmitían una nostalgia especial, pero prefería dejar en el pasado, ya que sabía que si volvía a encariñarse demasiado con su antiguo hogar, no podría marcharse una segunda vez. Salió de su habitación una vez lo tuvo todo listo y bajó las escaleras. Oyó ruidos provinientes de la sala de juegos y se encontró con Mycroft y Sherlock, que mientras jugaban al billar, hablaban. Sabía perfectamente de que se trataba su palabrería, así que quiso ignorarlos y se dirigió a la cocina. Una vez entró, se encontró con Enola, la cuál estaba sentada en la mesa y con la mirada perdida.

—Enola —la llamó la castaña y la hizo salir de sus pensamientos.

—¿Que quieres? —le preguntó la susodicha algo cortante.

—Quiero disculparme contigo —se acercó a la mesa—. No debería haberme ido de esa forma y mucho menos sin decirte nada.

—¿Porque te fuiste?

—Porque... Necesitaba descubrir mi pasado para poder seguir mi futuro —le confesó Tessa.

—¿Que quieres decir con eso?

—Es sobre mi padre —explicó—. Tuve que irme para descubrir la verdad.

—¿Y la encontraste?

—Si, pero no como me hubiera gustado.

—Te he echado de menos —confesó Enola también y a la castaña le sorprendió el repentino cambio de humor de la menor, aunque poco a poco iba viendo como su mejor amiga del pasado iba volviendo a ser ella misma.

—Y yo a ti.

Enola se levantó rápidamente de la mesa y abrazó a Tessa por la cintura. La castaña correspondió al abrazo y colocó sus manos encima de la cabeza de la menor para acercarla más a ella. Hacía años que necesitaba un abrazo como ese y quería sentirlo con todas sus fuerzas. Entonces, Mycroft entró en la cocina junto a una mujer de mediana edad y tanto Tessa como Enola se separaron la una de la otra.

—Tessa, Enola —las llamó Mycroft para que prestaran atención—. Ella es la señora Harrison, una vieja amiga. Tiene una institución para señoritas, así que se hará cargo de Enola.

—¿Que? —preguntó la susodicha sorprendida.

—Señorita Enola —la llamó la señora Harrison evitando su sorpresa—. Si es tan amable de acompañarme a su habitación. Así podremos hablar.

La menor miró a la castaña esperando su aprobación y como Tessa no podía negarse ante la situación, asintió ligeramente con la cabeza y Enola se fue con la señora Harrison a su habitación. Entonces, Mycroft salió de la cocina y la castaña fue detrás de él algo molesta.

—No puedes hacer esto —le reprochó Tessa al mayor de los Holmes.

—Claro que puedo —dijo él—. Y, de echo, ya lo estoy haciendo.

—Si tantas ganas tienes de que Enola tenga una buena educación, contrata a una institutriz para que la pueda educar aquí, no lejos de su hogar.

—No puede quedarse aquí sola. Es mejor que se vaya.

Tessa y Mycroft entraron en el gran comedor y este último se sentó en uno de los sofás del centro. Sherlock, por otra parte, estaba sentado en el sofá de la izquierda mientras hojeaba un libro, pero en cuanto la castaña y su hermano entraron en la sala, desvió su atención hacia ellos.

𝑌𝑂𝑈𝑁𝐺 𝐴𝑁𝐷 𝐵𝐸𝐴𝑈𝑇𝐼𝐹𝑈𝐿 | Sʜᴇʀʟᴏᴄᴋ HᴏʟᴍᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora