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Después de empezar el mundial con el pie izquierdo, ese día Argentina ganó con dos goles.

Y Lionel estaba extrañamente satisfecho.

No quería caer en el error de confiarse pero algo raro le hacía presentir que definitivamente este podría ser su mejor mundial.

Se sentía fuerte, estaba en las mejores condiciones, decidió llevarse el triunfó y solo cosas buenas le estaban sucediendo.

Y aunque México dio una verdadera pelea en el campo y habían atacado con un gran potencial dejándolo intranquilo en más de una ocasión, definitivamente su equipo supo aprovechar mejor las oportunidades del juego.

Algo que tampoco le había ayudado a tranquilizarse en medio del partido era el sutil aroma de la vainilla suave que se desprendia del hermoso omega en la portería, uno tan suave y delicioso que en más de una ocasión le hizo querer correr y marcarlo ahí mismo.

Pero Lionel Messi era un alfa fuerte, uno que no se dejaba llevar por sus impulso.

Uno alfa bastante profesional y entregado al fútbol.

Y es que el tiempo le había enseñado mucho, la experiencia de las derrotas y los sacrificios lo hizo madurar.

Después de todo había trabajado durante ya bastante años para ser quién era en ese momento, los trofeos o los títulos no habían llegado hasta sus manos por arte de magia. Cada uno de ello se las gano con sudor y esfuerzo, había entrenado duro, incluso en días de cansancio cuando sentía que ya no podía más.

Cuándo fallaba penales y el mundo que juraba amarlo en redes sociales le juzgaba por no poder dar su 100% cuándo muchas veces no se sentía ni en un 20%, cuando los músculos se tensaban de cansancio en la cama y el se obligaba a salir

De darlo todo por su equipo.

Y es que desde chico lucho contra sus problemas de salud y desventajas.

Se obligó a sí mismo a ser uno de los mejores con tal de cumplir su sueño, de jugar fútbol. A ser un alfa fuerte e inteligente que lograra destacar en un lugar donde solo los más fuertes sobrevivían.

Y después de tantos fracasos, de tantas derrotas, después de los desastrosos mundiales y copas que se habían quedado en una final, lo único que de verdad deseaba antes de retirarse era llevarle gloria a su amada Argentina.

Algo que también le enseño el tiempo fue que todo ocurría en su momento y que siempre habia suficiente de este para todo y ahora que por fin estaba en terrero menos peligroso solo tenía que hablar con Ochoa sobre su emparejamiento.

Sobre el futuro que les esperaba.

Atraveso el túnel que dividía el campo de fútbol del resto del estadio, curioso.

De verdad que nunca planeo encontrarse con la pareja que el destino tenía preparada para él, no después de años de buscarla y rendirse en el proceso.

Mucho menos que este fuera un gato.

Uno hermoso.

— ¿Suficiente tiempo para pensarlo bien? Vengo a tomar lo que es mío.

Dijo desde su lugar por detrás del omega burlón y extasiado. Las feromonas viajando y envolviendose entre el delgado cuerpo de Guillermo.

Desde la noche anterior estaba soñando con envolver sus brazos en la cintura del omega, respirar su aroma suave a vainilla y despertar con él solo para ver esos rizos alborotados, sin peinar.

RESILIENCIA. | MessiOchoa/BottomOchoa! 🍃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora