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Yoongi gruñó al sentir como algo raspaba su mejilla, sin embargo lo ignoró y siguió durmiendo, abrazando la almohada de plumas que olía a suavizante de rosas y miel.

Otra vez sintió su mejilla siendo raspada. Sus cejas se arrugaron con fastidio. Él simplemente quería dormir y seguir soñando con esa gran porción de pastel de queso que iba a engullir sin compartir con nadie.

—Yah... —se giró para seguir durmiendo, pero ahora sentía una picazón en su nariz que no lo dejaba en paz.

Estornudó tres veces seguidas, refregó su nariz con su mano y quiso volver a dormir, pero luego sintió como alguien... ¿Alguien estaba masajeando su estómago?, gruñó, porque él sólo quería dormir en paz, pero otra vez sintió la cosa rasposa, esta vez en su nariz.

—¿Qué quie...?

—Meoooow.

—Ah, es sólo un gato —dijo para sí mismo, girando para volver a dormir, pero luego algo en su cerebro hizo clic y abrió los ojos de golpe—. ¿Un gato?

—Meow.

Yoongi gritó de una manera aguda, a la vez que saltaba de la cama de un brinco, tratando de alejarse de la bola de pelos que lo veía con cara de pocos amigo desde el centro de la cama.

—¿Do-dónde? —tartamudeó al hablar, mientras trataba de calmar sus latidos—. ¿Dónde estoy?

Yoongi observó toda la habitación, la cual era en su totalidad blanca, exceptuando la cama con un cubrecama gris y el dosel de esta, que tenía cortinas blancas recogidas con lazos color rosa pastel. Yoongi estaba desorientado, y más que eso, perturbado por el montón de decoraciones en forma de gatos y fotografías enmarcadas de estos.

Trató de hacer memoria, hasta que algo rozando su pierna hizo que brincara del susto. Desde el piso lo veía otro gato, este no tan peludo como el otro. Yoongi lo miró con repulsión, tratando de alejarse, sin embargo, volvió a estornudar, sintiendo su nariz constipada.

—Meow.

—Aléjate de mí, engendro de satanás. —Yoongi caminó hacia atrás, hasta que su espalda chocó contra una superficie fría, notando algo más.

Estaba desnudo, al menos de la parte superior. No tenía su camisa.

Caminó asustado por la habitación, hasta que al llegar al otro lado de la cama, algo lo hizo tropezar. En el suelo estaba la figura del chico con el que recordaba haber estado encerrado en el elevador el día anterior, además de otro par de imágenes borrosas. El tipo dormía en posición fetal, abrazando su blazer como si fuera un osito de tela o algo semejante. Yoongi trató de quitárselo, pero el hombre se aferró más a él.

—¡Tú!, ¡devuélveme esto! —exclamó mientras intentaba arrebatarle la prenda.

—¿Quieres callarte? Tengo una maldita jaqueca que me está matando y... —se quejó el castaño, empezando a despertar mientras se estiraba sobre la alfombra de manera relajada, hasta que notó al otro mirándolo amenazadoramente desde arriba. Él en cambio lo miró confundido—. ¿Por qué estás aquí? ¿... y por qué no tienes camisa?

Yoongi finamente le quitó su blazer y se lo colocó rápidamente, tratando de tapar su relativa desnudez de la mirada intensa de Seokjin, quien aún trataba de comprender la situación.

—Oh, ya sabes, iba pasando por aquí y decidí entrar a saludar, ¿Tú qué crees Seokjin?

Seokjin tapó su boca, observando como el otro apenas podía hablar mientras su nariz estaba roja y sus ojos irritados.

—¿Estás bien?

—Creo que tus gatos quieren matarme.

Seokjin miró indignado a Yoongi. Se sentó apoyándose contra un pequeño librero y llamó a los dos gatos, quienes maullaban como locos al recibir atención de su dueño.

Relatos en la oscuridad | KSJ & MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora