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Era lunes y Seokjin no había visto a Yoongi desde el sábado por la noche, cuando el encuentro incómodo con su madre había pasado, demasiado rápido e inesperado. Incluso empezaba a considerar que aquello había sido producto de su imaginación, porque imaginar a su madre con esa sonrisa irónica mientras dejaba el apartamento de su vecino debía ser una de sus peores pesadillas.

Luego de aquello las cosas con Yoongi se habían tornado raras e incómodas, y aunque él le había asegurado que aquello había sido totalmente normal, Seokjin no lograba sacarse el mar de ideas catastróficas sobre algo que su madre hubiese estado planeando. Desde luego que Yoongi estaba invitado a la boda de su hermano, pero la idea le parecía tan ridícula que había quedado descartada casi de inmediato. Ni siquiera estaba seguro de que él se animara a asistir para lidiar con su familia.

Seokjin suspiró, pensando en cómo las cosas hasta el momento parecían demasiado buenas para ser verdad. Siempre tenía esa sensación de estar en el ojo del huracán, con relativa paz que no duraba por mucho tiempo.

Era esa sensación con la que había vivido toda su vida, y que no lograba superar a sus veintiséis años.

Alejó sus pensamientos al entrar al edificio de la editorial. A pesar de llevar dos meses con la misma rutina, siempre sentía una notable diferencia cuando no lo hacía junto a Yoongi, quien lo distraía hablando de una que otra tontería que había visto o leído. Cuando caminaba a solas por la recepción solía percatarse más de su alrededor, y de lo extraño que era ver a tantas personas a su alrededor, cada uno con vidas diferentes.

—No me digas eso, Kim Namjoon. Tengo una junta en diez minutos, y sabes que si no fuera malditamente necesario, ni siquiera estaría hablando contigo dentro de este edificio.

—Hoseok, yo también tengo que estar en esa junta, ¿Lo olvidas? ¡Esta semana te toca a ti cuidarlas! No puedes ser tan irresponsable como padre.

—¿¡Irresponsable!? —el pelirrojo exclamó tan fuerte que Seokjin dio un pequeño brinco por su tono. Él sólo quería tomar las escaleras con tranquilidad, pero la pareja del año estaba discutiendo ahí mientras bloqueaba el paso. Tal vez debería tomar el elevador—. ¡Hijo de...! ¡Ni siquiera puedo ofender a tu madre! Eres un desgraciado. La niñera canceló porque estaba enferma, y es mejor así, ¿Sabes lo difícil que es cuidarlas cuando tienen un resfriado?

—Lo sé, Hoseok, ¡Lo sé! ¿Pero no es tu responsabilidad buscar a alguien más para cuidarlas? No puedes dejarlas con cualquiera...

—Ah, en serio... no puedo creer que seas tan egoísta. Ni siquiera me ayudas a buscar una solución.

Seokjin carraspeó para hacer notar su presencia. Aunque no iba con prisa esa mañana, no encontraba muy divertido ver al par discutir sus problemas maritales. Por ese tipo de cosas iba a quedarse soltero toda la vida, probablemente.

—Uh... —empezó, viéndose intimidado por el par de miradas que recién habían notado que había alguien más escuchándolos—. ¿Podrían...? Necesito pasar.

—Oh, claro. Disculpa. —Namjoon se hizo a un lado para dejarlo pasar, haciendo una pequeña reverencia que Seokjin respondió con timidez.

Apenas iba a tomar el primer descanso de escaleras cuando escuchó a Hoseok carraspear antes de llamar su nombre.

—¿Kim Seokjin?

Seokjin se detuvo y se volteó para verle.

—¿Sí?

Hoseok le sonrió de la manera más dulce y extraña en la que lo había hecho desde que lo había conocido. Seokjin aún guardaba su tarjeta de presentación que le había dado cuando descubrió que era modelo, pero esa había sido su única interacción hasta el momento.

Relatos en la oscuridad | KSJ & MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora