III

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Después de dar vueltas en su cama, Jungkook decidió que tenía que encontrar un lugar más seguro para el arma. La casa era demasiado vulnerable y él no quería que Kyung tratara de lastimar a los lobos o que fueran utilizados para lograr su propósito. 

Sintiendo el poder del bosque a su alrededor, decidió llevar su problema a Gaia. 

Después de todo era la indicada para proteger a su pueblo. Él solo podía hacer una cosa; apelar a la diosa. Si ella se rehusaba no tenía otro plan. No sabía que podía hacer si se negaba. La casa de la manada desapareció entre el follaje, Jungkook caminó en el bosque hasta que encontró un claro rodeado de una añosa arboleda. La poderosa magia de la tierra se podía sentir en esta parte del bosque. 

Si tenía capacidad para verlo, él podría encontrar un vórtice o línea de energía cerca, pero como esa nunca había sido su especialidad, solamente podía adivinar. Arrodillado en el medio del círculo, Jungkook sacó la caja de su bolsillo. Tomando una respiración profunda, se sentó en el suelo y la colocó delante de él. Cruzó las piernas, cerró los ojos y trató de limpiar su mente de cualquier influencia exterior. 

Presionó las manos en la tierra, no muy seguro de si eso lo ayudaría en la comunicación o no. Para un hombre que trabajaba con el aire y la energía, la magia de la tierra estaba más allá de su capacidad, sin embargo, hoy era más necesario que nunca. 

Él esperaba que su relación de sangre con Sanha lo ayudara.— Madre Tierra, te pido que salves a tus hijos. Por favor préstame tu ayuda para esconder este artefacto de aquellos que desean hacer daño a tus guardianes.— Él esperaba que la historia que su madrastra le había contado cuando era niño fuera cierta. 

Si la Madre Tierra no era la creadora de los cambia formas, estaría totalmente jodido. Suplicó, rogó y gritó con sus poderes hasta que su voz se volvió ronca. Estaba a punto de darse por vencido, cuando la tierra empezó a subir y tembló bajo sus pies.

— ¿Qué es lo que quieres compañero del guerrero?— Una voz femenina potente lo golpeó como una avalancha, dejándolo sin aliento. Jadeando tomó aire.— ¿Qué puede ser tan importante que me has despertado de mi sueño?

Si estaba en lo correcto o no, Jungkook sabía que era mejor tener una buena respuesta. A menos que quisiera este hermoso lugar del bosque para que fuera su sepultura.

Jungkook se estremeció de miedo. Menos mal que estaba de rodillas, porque en este punto, el terror lo habría desplomado.

— Diosa necesito tu ayuda.— Esperaba sonar humilde, estaba apunto de cagarse en los pantalones por el miedo.

— ¿Por qué debo ayudarte?— Una neblina se formó a través de la tierra, fundiéndose en forma femenina. La criatura de vapor flotó hasta Jungkook, y se convirtió en una mujer. 

Hojas y enredaderas cubrían su cuerpo formando un vestido y flores decoraban su cabello blanco puro. Jungkook inclinó la cabeza.— No hay razón para que me ayude, excepto que estoy tratando de proteger a sus hijos.— Ella se adelantó y miró la cajita que estaba en el suelo.

— Ah, ya veo, alguien ha descubierto el arma.

— ¿Esto?— Jungkook miró la caja. Dentro estaba la barra de metal gris muy brillante que según Kyung destruiría a los cambia formas.— ¿Cómo puede ser un arma?

No se parecía a nada conocido, pero latía con la magia, y el malvado hechicero había estado fascinado por su poder. Esa era la razón por la cual Jungkook lo había robado, especialmente cuando supo que podía destruir a los cambia formas. Gaia recogió la barra de metal. 

Dio un breve zumbido y el bloque gris se alargó. La mitad inferior se transformó en un mango liso y la parte superior se curvó en una hoja muy afilada. Se veía como algo que un campesino medieval usaría para cortarle la cabeza a su señor.

🔮 Jikook 🔮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora