"Me pintaste un cielo azul
Y luego vuelves y lo conviertes en lluvia"
Donde los planes y la vida de Aurora Fitwilliams son volteados de cabeza con la llegada de una nueva y singular familia a Forks, el pequeño pueblo en el que vive (y odia).
Edward...
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Los siguientes días pasaron sin la presencia de Edward en la escuela. Cuando preguntó la razón, los Cullen alegaron que estaba enfermo con faringitis y no llegaría el resto de la semana. Aurora estaba preocupada por él pero no quería parecer preocupada y levantar sospechas sobre su sentimientos hacia Edward. Todo mundo pensaba que no lo soportaba.
¿Enviar sopa de pollo era mucho? No, era completamente aceptable y no levantaba sospechas. Asi como tampoco el hecho de tejerle una bufanda y unos guantes porque empezó a caer nieve podría parecer sospechoso cuando solo estaba aburrida y con tiempo libre.
Durante esos días almorzó junto a los Cullen y Hale. No pasó por alto las miradas poco disimuladas que dirigía la chica nueva a la mesa. No le tomó tanta importancia porque de cierta manera entendía la fascinación que podían causar los hermanos.
El fin de semana trabajó en el restaurante, con el propósito de permanecer ocupada para no dar paso a la preocupación y alejada de Forks para no sucumbir a su deseo de visitar a Edward.
El lunes dio inicio a una nueva semana. El clima estaba para no salir de su cama. Podía ver la nieve caer desde la ventana de su habitación. Su madre ya había subido a su cuarto dos veces para despertarla.
"Si no quieres ir, solo dilo." Escuchó que decía exasperada al venir por tercera vez a su cuarto y ver que seguia envuelta en su edredón.
"¿Quieres quedarte conmigo y ver un maratón de películas de Audrey Hepburn?" Preguntó con su voz amortiguada por el edredón. Estaba con los nervios a flor de piel mientras contaba los segundos que pasaban en su mente.
"¿Quieres que me quede contigo a ver películas?" Aurora asintió tímidamente. "¿Qué hay de tu asistencia perfecta?" Preguntó cuando Aurora iba por el número treinta.
"La vida es de momentos no de notas."
Mentira. Si bien ya no estaba tan obsesionada por su asistencia perfecta, la verdad es que no quería ir a la escuela para no tener que sentir el estúpido dolor que le causaba la ausencia de Edward.
"De acuerdo."
El corazón de Aurora dio un vuelco.
"¿De verdad?" Chilló enderezandose de golpe.
Ariel asintió. "Tengo una television en mi cuarto asi que podemos quedarnos en mi cama envueltas en el edredon. Pediré el desayuno y almuerzo de paso mientras buscas la películas ¿Qué dices?"
Aurora asintió con tanta emoción que su corazón podría salirse de su pecho. "¡Suena genial, mamá!"
Había sido una idea de último segundo pero se alegraba de haberla exteriorizado.
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