Trunks Brief, arrastrastraste a tu mejor amigo a un juego sucio, del cual el ni siquiera quería participar.
Fuiste caprichoso y egoísta.
Por lo tanto, acepta las consecuencias de tu decisión.
Ahora:
¿Que estarías dispuesto a hacer para recuperarl...
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Narra Trunks.
-¿Interrumpo algo? -el alma me vuelve al cuerpo cuando una tercera voz se hace presente en la habitación- por mí no te detengas, le haces un gran favor a todos jalando ese gatillo. Maldito traidor.
Recargo la nuca en el interior del escritorio y automáticamente mi cuerpo libera toda esa tensión acumulada, en un crujido que recorre toda mi columna vertebral.
-No interrumpes nada -Édgar lleva ambos brazos a su nuca y con sus manos se cubre la cara frustrado, como si se arrepintiera profundamente del pedido que le hizo al jefe hace un minuto. Deposita un casto beso en sus labios y lo abraza por los hombros en una actitud completamente opuesta a la de recién- le decía a mi tesoro que cenariamos con mi padre esta noche.
Esboza una falsa sonrisa con la intención de aparentar que todo está de maravilla.
¿Por qué ese cambio de actitud tan repentino?
Ese sujeto es malditamente bipolar.
-Lamento interrumpir su patética telenovela homosexual barata -con desagrado, enfatizó su mejor expresión de asco para dirigirla al jefe- mientras estabas aquí con tu perra, tu papi se encarga del trabajo sucio. Identificamos a quien pertenece la camioneta del río.
Édgar mira al jefe, en una expresión severa y después incita a la mujer que acaba de entrar a que le diga todo lo que sabe.
-Espera, voy a sacar mi teléfono para tomarle una foto a tu cara cuando te lo diga -se burla con una risa cínica y la tensión en el ambiente prácticamente podría cortarse con un cuchillo.
-Perla...
-El jodido eslabón perdido -comenta en una voz dramática- tu peor pesadilla, el niño que tu padre tantas veces te recriminó no poder atrapar.
-Basta de juegos.
-Regresó -se me acelera el corazón con las palabras de esa tipa.
Observo su rostro y mi maldita memoria prácticamente me obliga a recordarla. También formaba parte del grupo de niños que nos invitaron al bosque, lo sé porque su labio leporino quedó grabado en mi mente.
No lo digas.
No digas mi nombre.
¿Es imposible que pudieran identificar eso tan rápido? ¿O sí?.
Maldita sea, debí quemar esa camioneta ni bien tuve la oportunidad de hacerlo. Pero, cuando el jefe me increpó en el bosque y descubrió mi identidad, lo olvidé por completo.
Un descuido que puede joderlo todo. Ahora, se me acaba el maldito tiempo y no obtuve más información de Goten. Podrían haber datos de él en el pendrive que le envié a Fred, pero lo más probable es que sean puras transacciones ilegales y cosas referidas a su mierda de negocio.
