Trunks Brief, arrastrastraste a tu mejor amigo a un juego sucio, del cual el ni siquiera quería participar.
Fuiste caprichoso y egoísta.
Por lo tanto, acepta las consecuencias de tu decisión.
Ahora:
¿Que estarías dispuesto a hacer para recuperarl...
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Narrado por "el jefe"
—Necesito dormir, no puedo ir a casa así, intenté contar ovejas, pero hay una que siempre extraño. Todos dicen, que me estoy estancando, todos dicen, solo tienes que dejarlo ir... Solo tienes que dejarlo ir.
Me había recargado en la pared, el silencio que se concentraba en los muros era horrible y me motivó a cantar una canción triste qué escuché un día cualquiera en la radio. Fluía a través de los pasillos como una melodía inquietante, arritmica y desastrosa que desde luego no le hacía justicia a la versión original.
Mi intención no era montar un músical en medio de mi guardia nocturna. Simplemente, la música me ayudaba a desahogar todo lo que llevo dentro.
Era el vivo reflejo de mi estado de animo actual: mi preocupación, mi miedo, mi angustia.
Me asusta, pero al mismo tiempo me carcome la necesidad de saber que le deparan las próximas horas a este lugar.
Al proyecto Lost.
A los niños perdidos.
A mí.
A él.
Bueno, más que nada a él, porque de todas formas mi futuro ya se encuentra jodido.
—Tst, jefe —la voz de Trunks me llamaba, apenas asomándose en el marco de la puerta. Con una mano le indiqué que podía acercarse—: yo... No debería molestarte con esta tonteria ¿Sabes si debo mezclar todos estos sobres y en que orden debo hacerlo? ¿O no tiene importancia? ¿El orden de los factores no afecta el producto?
Bobo.
Es solo un tinte para el cabello, no una bomba nuclear.
—Dame eso.
Le arrebaté la cajita de las manos y caminé seguido de él a la habitación temporal asignada para su estadía con Albert. Ese peli-rojo insoportable no volvió después de suplicar que le dé permiso para ir al baño. De seguro se encontraba inhalando humo y leyendo sus bobas poesías románticas como de costumbre.
—No, no es necesario —el peli-lila con el que me volví tan permisivo se levantó de la silla. No tardó más de medio segundo en ponerse a la defensiva cuando vio que me coloque a espaldas suyas y cubrí mis manos con los guantes de látex— puedo hacerlo yo mismo.
—Lo sé —admito algo fastidiado. Su comportamiento el día de hoy es evasivo— pero estoy muy aburrido, necesito hacer algo para distraerme.
—Bueno, solo si no te causa problemas.
—Afuera no hay nadie —lo tranquilicé— de seguro ya están todos dormidos.
Deja de protestar y en su lugar guarda silencio durante todo el proceso. Una vez que coloqué los elementos de la cajita en la mesa, mezcle la preparación en un recipiente de plástico y comencé a untar el producto por encima de las raíces de tonalidades moradas.
