EPÍLOGO

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Siyeon nunca pensó en tener hijos, bueno, no cuando conoció mejor a Bora a los diez años. En ese entonces, también pensó en casarse. Siyeon quería casarse con Bora. No con otra persona. De hecho, realmente, Siyeon quería todo con Bora.

— ¿Cómo... Cómo te veo?

Siyeon solo sonrió. Como siempre, abrazó a Bora por la cintura.

Hermosa. Te ves hermosa, amor.

Pero Bora no creía lo mismo. Desde que su panza empezó a crecer, ya no se sentía igual que antes. Se sentía fea. Ni siquiera podía verse en el espejo. Y en cierto punto, Bora se estaba deprimiendo un poco. Un poco... Demasiado. Quería dejar el tema estético de lado y ponerle más atención al bebé que llevaba en su vientre, pero no podía, no lo suficiente. No podía pensar en su hijita. Al contrario, pensaba en lo mal que se veía. Y tenía miedo. Miedo de que Siyeon pensara de la misma forma que ella.

— Singnie...

— Créeme. Por favor, Bora, créeme. —sus manos se dirigieron directo a su estómago. A esa pancita de cinco meses. Acariciando lentamente esa zona linda, Bora terminó sonriendo. — Te ves tan sexy. —Siyeon subió sus palmas hasta llegar a lo suave y redondo de sus pechos. Enseguida, sus pezones se endurecieron bajo sus yemas cálidas. — Vamos. Acompáñame a la habitación. —Bora se volteó rápidamente para luego ser guiada de la mano de Siyeon hasta su cuarto. Ambas sabían que estaban muy expuestas si lo hacían en la mesada de la cocina. A pesar de vivir solas, Bora no quería que nadie viera a su esposa desnuda, esa espalda ancha y con ese tatuaje atractivo. Bora quería que Siyeon fuera solo suya, de su propiedad.

Gimiendo alto en su oído, Siyeon subió aún más la intensidad de sus movimientos. Últimamente, estaba muy caliente. Con ganas de tener relaciones sexuales siempre. Más que antes, sí. Y bueno, Siyeon no se quedaba atrás.

— ¿Por qué esa carita? —Siyeon ocultó su nariz en su cuello.

— Me cansé... Estoy cansada. —puso sus palmas en su propia barriga.

— Hmm... —besó una de sus clavículas, asistiendo. — Yo también.

Meses antes...

Siyeon se sentó cabizbaja cerca del pequeño escenario. El hermano de Bora, en cambio, permaneció muy concentrado en observar casi babeando a las tipas bailar sensualmente en la gran pista calurosa. Se quedó en esa misma posición hasta que sintió unas manos ásperas tocar sus muslos. Enseguida, las apartó sin ni siquiera darse el lujo de levantar la mirada. Vaya. ¿Acaso eso era una típica despedida de soltera? Esa noche interminable, muchas chicas trataron de dar con ella, cosa que no le gustaba, así que optaba por alejarse e irse para otro rincón del lugar para nada iluminado. Así fue toda su noche. Pensar en Bora y tomar distancia. Sí, como una verdadera tipa perteneciente a una sola mujer. A esa mujer castaña y de baja estatura.

— Hey. ¿Ya nos vamos?

— No, aún no, Siyeon. Anda. Vamos a quedarnos. Anda.

Pero Siyeon no quería. Eso no. Quería estar en la cama junto a su novia. Besar su vientre. Besar su mejilla. Su cuello. Su mentón. Besarla por todas partes. Simplemente. Estar con ella.

— Hueles a alcohol, Siyeon.

Sí, olía a alcohol, a alcohol, cigarros. Pero ella nunca probó ninguno de esos vicios.

— Lo sé. Esta chaqueta ya está para lavar.

Se la quitó mientras se desabrochaba el cinturón de su pantalón. Finalmente, cuando se acostó a su lado, Bora se le quedó mirando con cara seria. Comprendía el por qué de aquello.

Best Friends [suayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora