Over You - Damian x Anya

Capítulo 8 - Desconocidos

꧁༒•𝓓𝓮𝓼𝓬𝓸𝓷𝓸𝓬𝓲𝓭𝓸𝓼•༒꧂

NARRA DAMIAN

No sabía el daño que una persona a la que ni siquiera había llegado a conocer del todo podía causar. Es como si cada insulto, cada mirada y cada encuentro que hubiéramos tenido todo este tiempo nos hubieran hecho más cercanos y conocidos. Ninguno de nosotros necesitaba palabras para conocernos, todos aquellos momentos valieron más que mil palabras.

Así la conocí y... me interesé en ella.

Aquella sonrisa tan rara que hacía, su indiferencia, su pereza en los estudios, su creatividad a la hora de hacer manualidades... Todo eso fue más que suficiente para conocerla y admirarla. Aún me acuerdo del día en el que me dijo esto:

—Yo sé lo que te pasa. Sé que en el último examen de Lengua solo obtuviste un 50... Tienes miedo porque no quieres que tu papá sepa lo de tu examen. Yo obtuve un 17 así que sé cómo te sientes... Yo no sé si mi papi me quiere. Me da un poco de miedo. Siempre se enoja conmigo. Pero yo quiero creer que mi papi me quiere. Así que... ¡le enseño todos los exámenes aunque haya reprobado!

Estaba nervioso pero ella me animó con esas palabras para decírselo y... no fue nada mal.

Es por eso y mucho más que la necesito tanto en mi vida. Ella es la fuente de la esperanza y la alegría, sin ella estaría acabado. ¡No puedo perderla! ¡Tengo que ser fuerte como ella!

Salí de casa corriendo para encontrarme con ella cuanto antes. Se lo diría. Lo tenía claro. Le diría delante de toda la academia si hacía falta. No podía dejar que la persona que tanto había hecho por mí se me escapase de las manos. ¡No era justo!

Me quedé esperándola todo el tiempo hasta que mis amigos se acercaron adonde mí. Me comenzaron a hablar y hablar sobre cosas que no me interesaban mientras que yo buscaba a Anya alrededor.

Ewen y Emile se enteraron pronto de que no les estaba haciendo caso y empezaron a preguntarme qué me pasaba pero yo los seguía ignorando igualmente.

"¿Dónde estará? ¡Necesito encontrarla!" pensé y entonces la vi, paralizada, mirándome como si me hubiera leído la mente.

Fui dando zancadas hacia ella pero cuando Anya se dio cuenta de ello, fue corriendo hacia clase.

"Me sigue ignorando..." pensé. "¡Ugh... pero qué tonto soy. ¡Pero si fue ella la que me dijo que no quería nos volviéramos a ver y yo acepté! ¡No puedo desobedecerlo!".

Me quedé de pie mirándola entrar en la academia, totalmente deprimido.

"¿Por qué tiene que pasarme esto?".

—¡Damian-sama! ¿Te encuentras bien? —me preguntaban mis amigos, preocupados.

Asentí y me dirigí a clase.

La profesora de historia nos volvió a hablar sobre los proyectos que haríamos pero a mí me daba igual eso. Desde que nos dijo que Anya y yo haríamos el proyecto con otras personas, me hacía recordar a mi hermano capullo. Era injusto.

El primer día en el que nos dijo la profesora que haríamos un proyecto Anya y yo juntos, me sentía bien. Pero lo negaba. No quería sentirme así. Siempre he sido así. Pero ahora... es como si hubiera abierto una pequeña puerta en mi corazón que hacía que todos aquellos sentimientos que quería evitar sentir, los sintiese.

Intenté hacer contacto visual con Anya pero esta estaba mirando hacia la ventana.

"Anya... cómo me gustaría escuchar tu voz" pensaba, totalmente triste.

Y entonces esta se giró hacia mí. En un momento me sentía feliz pero cuando vi su cara de enfado absoluto, se me palideció la cara y me di la vuelta.

"Estoy atrapado" pensé.

~~~

Pasaron varias semanas y la relación entre Anya y yo fue a peor. Cada vez que yo intentaba acercarme a ella o le hablaba, ella no solo me miraba ferozmente, sino que hacía como si no me conociese.

Eso me dolía muchísimo y Becky tampoco hacía nada. Se quedaba mirándonos sin entender nada. Mis amigos intentaban saber lo que pasaba pero yo no quería meterlos en este problema que tenía que solucionar yo solo.

Lo que tenía claro es que cada día que pasaba, nuestra relación iba a peor.

Aquel día llegué a casa cansado y deprimido. Mi hermano, quien presenciaba mi actitud todos los días, solía sentirse indiferente pero aquel día se acercó hacia mí, enseñándome mis calificaciones durante esta semana.

—¡Esto es inaceptable! ¡No puedes hundirte en la miseria! ¡Tienes que mejorar tus notas! —me regañó.

—¡No me hables! —exclamé furioso y escuché a mi hermano gruñir y se fue.

Escuché la puerta de casa abrirse y supuse que mi hermano se fue de casa pero cuando escuché una voz distinta, me levanté de inmediato.

"¡¿Papá?!".