𝗧𝗛𝗘 𝗕𝗟𝗔𝗖𝗞 𝗣𝗛𝗢𝗡𝗘 | ❝ Las personas, en general, somos marionetas maltratadas por un titiritero. ¿Cómo sabemos quién es el titiritero si se viste de marioneta? ❞
─── Kʜʀɪsᴛᴇᴇɴ Eᴠᴇɴsᴏɴ es una chica de gran belleza e intelecto cuyo rasgo más...
Finney y Khristeen se veían fijamente, el chico esperaba una respuesta a su pregunta pero la chica parecía inflexible, no decía nada. Aquellos ojos solo lo veían como si lo estuvieran analizando, como si el fuera un espécimen raro que era examinado por una científica la cual veía en lo más profundo de su ser.
La chica susurro algo que Finney no pudo escuchar.
—¿Qué?
—Por favor Blake, solo olvida lo que viste. —pidió Evenson.
—Khris, solo quiero saber que fue lo que realmente te paso, no le diré a nadie. Te lo prometo.
—Finney, solo suéltame, no entiendo tu interés repentino en mí, nunca me hablas, solo me miras y me incomódas. —dijo la jóven mientras los miraba como reprochandole lo que estaba haciendo.
—Evenson, quiero iniciar de nuevo, lamento que te haya incomodado pero enserio esa no era mi intención, no tenía el valor de hablarte y era por eso que me limitaba a solo mirarte. Perdón.
—Suéltame. —dijo la chica que con cuidado iba alejando las manos de Finney de la pared. —Y por favor, no le digas a nadie que estoy golpeada.
Evenson termino de hablar y comenzó a alejarse del lugar.
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Era la hora del receso y Khristeen paso al sanitario a acomodarse el cabello, el día se le estaba haciendo un infierno, por un lado las clases aburridas con temas que ella ya sabía y por el otro estaba la molesta atención del chico Blake, no entendía su repentino interés por ella, estuvieron juntos en varias clases durante muchos años y nunca le mostró interés, una que otra mirada que desaparecía cuando la chica hacia contacto visual con él, pero eso era todo. Y cuando ella quería pláticar con él, este solo la ignoraba y se iba, ahora parecía que él estaba muy interesado en hablarle y eso realmente le incomodaba.
Se vio al espejo y se percató de que la cicatriz de su labio aún no sanaba del todo, un golpe y esta se abriría. Que suerte la suya.
Miró su reflejo una vez más y se examino, no había nada nuevo en ella, el cabello rojo brillante, su tez clara que hacia que sus moretones se vieran más, sus pecas y como cereza del pastel estaban sus ojos, los cuales aún no definía si eran una bendición o una maldición, pues en sus recuerdos habían más problemas que beneficios.
De repente escuchó como la puerta de sanitario se abrió...
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