La Carrera

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La mente se me fue en blanco cuando lo tuve cerca y es que no pude decir nada más cuando tomó mi mano y dejo un cálido beso en el dorso de ella sin apartar sus ojos de los míos. Se acercó tanto a mí que mi corazón se saltó un latido, pensé que me besaría, pero no lo hizo, no se propasó y yo anhelaba que lo hiciera, toda yo gritaba bésame…

—Gracias por esta noche la he pasado muy bien en tu grata compañía.

—Igual yo.

Soy tan tímida y para nada arriesgada. Tan idiota como para no lanzarme a sus brazos, pero ¿qué podría hacer? Si no sé besar. Esto es la decepción quiero llorar. Me ha dicho que soy bonita y que le gusta mi voz...

—¡Vamos!—me extendió su mano, la cual tomé sin dudarlo—. Te llevaré a casa.

El silencio nos cobijó una vez más y me agrada, no se siente para nada incómodo. Me siento bien cuando camino de su mano.

—¿Qué te parece si hacemos una carrera?—me pregunta.

—¿Una carrera?—pregunto confundida.

—Sí, correremos de aquí hasta aquella entrada—señaló—, el perdedor deberá hacer todo lo que el ganador quiera y pida durante un día entero, bien sea dinero, penitencias o algún deseo por cumplir.

—Mmm… Está bien—me extendió su mano para cerrar el trato.

—¿Puedes hacer los honores del conteo?—me rio.

—Bien, en sus marcas, listos... ¡yaaa!...

Salí disparada como si mi vida dependiera de ello, volteo para ver por donde viene y aún está parado y riendo, creo que me está dando ventaja, pero cuando miro al frente y quiero volver a ver hacia atrás ya viene muy cerca de mí. ¡Joder!, corre muy rápido y yo ya siento las pantorrillas quemarme y me estoy empezando a cansar.

¡Joder, joder y joder! Para qué rayos acepté, si yo no hago ningún tipo de ejercicio estoy oxidada. «Recuerda, respira por la nariz y exhala por la boca», ¡que no puedo, me muero!… No consigo llegar a la meta porque me canso, él ya está sentado y más fresco que una lechuga. Era obvio que iba a salir victorioso, no sé por qué pensé que me dejaría ganar, está en muy buena forma, debe ejercitarse todos los días.

Cuando al fin llego a donde él se encuentra me mira de arriba abajo, se acerca rápidamente a mí y yo no me muevo.

—¡Espera, no te muevas!—quedo tiesa en mi lugar—, tienes algo en tu cabello.

—¿Qué tengo?—pregunto con los intestinos en la garganta.

—Parece una cucaracha.

Coloca una cara de terror y dirige una mano a mi cabello para ayudarme, pero siento que algo me camina y me entra el pánico, el escalofrío me recorre del cuello a los pies. Sin contenerme empiezo a gritar como desquiciada, cierro los ojos mientras sacudo mi cabello como loca salto más que una rana sin importarme nada, estoy en mi momento de estupidez pura cuando escucho como se parte de risa en mis narices.

QUIERO SABER LO QUE ES EL AMOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora