¿Está Chica Es Tu Prima?

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Se han portado muy bien y han dejado ver sus atributos chicos, ¿por qué no, mostrarle alguno de nosotras?

Quería matar a Brenda, ella rápidamente bajo el cierre de su falda quedando en brasier y tanga, dio varias vueltas en su lugar y nos dimos cuenta cuando se tambaleó a causa del alcohol. Rápidamente, Carl tomó su mano y ella cuando estuvo estable camino hacía él, le dio un beso en los labios y se sentó en su regazo. 

—¡Es tu turno Letty!—gritó Brenda—. Piensa que estás en la playa.

Me levanté decidida a hacerlo, el alcohol en mi sistema me estaba dando valentía. 

«No sé por qué la mirada de dos hombres me pone como una moto, me excita y me calienta en demasía».

Me despojé de la camisa de Guns N’ Roses y la tiré en dirección a Edward. Él, la atrapó en el aire y su potente mirada se clavó en mi brasier rosa con diminutas flores, cuando estaba a punto de quitarme el pantalón no lo vi venir, me cargó como un costal de papas sobre su hombro y dijo:

—Me la llevo y no saldremos de la habitación, hagan lo que quieran en la sala. 

—¡Esooo Lettyyy, disfruta del buen sexo que puede proporcionarte ese Bombón!—gritó Brenda eufórica.

Caminó conmigo en dirección a mi cuarto, estoy algo mareada, pero consiente. Aún en su hombro arrancó de mí el pantalón y me dio unas nalgadas.

«Esto es de locos, dos parejas en un departamento y ambos hombres están muy bien, me gustaría experimentar lo que dos hombres fuertes y dioses del olimpo pueden ofrecerme» 

¡Definitivamente tomar no es lo mío! Se cruzan demasiadas ocurrencias en mi loca cabeza. ¿Qué pensaría Edward de mí, si le llegara a proponer estar con otro hombre además de él al mismo tiempo?

Edward me bajó de su hombro colocándome con cuidado en el suelo y me observó como todo un depredador. Me dio vuelta, al quedar de espaldas a él desabrochó mi brasier y llenó de besos húmedos y mordiscos toda mi espalda. Me dio un azote en cada nalga que me hizo soltar un grito de sorpresa, aun así me encanta su rudeza, este juego me enciende. 

—Camina para el baño—ordenó y yo obediente me dirigí hasta allá—. Apóyate en la encimera del lavamanos.

Coloqué mis manos en la encimera y me incliné levantando el trasero, estaba deseosa por recibirlo. Me sorprendió cuando destrozó mis bragas de un tirón.

—¡Qué gatita más traviesa te has vuelto! ¿Pensabas enseñar lo que es mío y sobre todo con esa diminuta prenda de encaje? Te castigaré y harás lo posible por no gritar.

La manera en la que me habla me excita, pero tengo miedo de lo que quiera hacerme. No quiero experimentar por detrás, debe doler a horrores. 

—Tranquila—me habló suave y me dio un beso en el hombro—, estamos jugando. Si algo de lo que te hago no te gusta, dime y pararé, ¿está bien? 

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