Respiro cuando se pone el sol

6 1 0
                                    


Sábado 31, diciembre del 2022.

La brisa que movía mis archivos mentales al caminar, revolvía mi sentir cálidamente al ir repasando cada uno de mis pensamientos.

Nunca había pensado tan pacientemente en mis problemas y a la vez permitirme ser y sentir semejante melancolía aquel día al salir con mi criaturita de ojos penosos, contextura extraña y actitud optimista a un paseo, con mi yo pesimista arrastrándose por las calles del residencial.

Libre por más o menos una hora, libre al caminar y sentir la brisa. Libre al permitirme descansar de mi misma. Ni siquiera se como lo hice, pero mi sistema neuronal me permitió de cierta manera disociar y crear una dualidad entre mis problemas y mi descanso de ellos, durante esa salida solitaria.

Todo tan tranquilo, sin muchas almas con sus sistemas esquematizados con problemas, caminando como usualmente se ve en esos alrededores; una vida desastrosa, pero una tarde etérea que salvaba mi sentir.

Las canciones ya no me hacen sentir como antes ese alivio al dejar entrar sus ondas en mi sistema auditivo, así como esa tarde si logró suspender mi alma a la par con mi cuerpo y masajear mis pensamientos aliviándolos del dolor y angustia, por al menos ese instante.

Serenidad en la turbulencia, definitivamente un sentir al que quisieran prestarle mucha atención mientras se experimenta.

No cura, pero hipnotiza, para que quieras quedarte ahí. Como una catexia media ejecutada, disfrutas el momento invirtiendo la energía psíquica necesaria, no la agotas del todo, no desvías, sino que te concentras de una manera que te eleva, así te relaja y descansas. La brisa te acoge y no piensas tanto en esas cosas que te atormentan con dolor, aunque si con melancolía, pero todo sereno, quieto, al paso que vas caminando.

Te da paz fugaz, pero paz.

Quisiera catexia infinita en la serenidad de aquel día. Melancolía, ahora nostalgia, en ese entonces, todo quieto y sin dolor. Sin gastar energía intencionalmente. Mi cerebro me permitió por si solo, disfrutar de mis horrores como poesía cálida y nostálgica.

Quiero sentir, y siento que no puedo controlar cuando. Ese día tuve tanta suerte, porque aunque no lo estuve esperando ni planeando, el universo me regaló esa paz en ese momento, al hacer que mis hombros descansaran de mi vida, pero de algo peor, mi mente.

Paz fugaz, pero paz.

Por favor, lo que sea que me haya poseído ese día y me haya alivianado la existencia, por favor aparecerse más a menudo en mi conciencia culposa, penosa, tenebrosa de si misma, insegura y de un pensar repetitivo intolerable. De nuevo algo de paz.

Catexia para vivir con mi yo sano, ideal.

Catexia inspirada hacia la serenidad.

Psicodinámica y Psico - que más daDonde viven las historias. Descúbrelo ahora