Capítulo 1: El encuentro

120 12 20
                                    

Aún recuerdo esos días cuando creíamos ser los únicos en el universo, decíamos ser privilegiados por vivir en nuestro mundo;  el único planeta capaz de alojar vida. Pero lo cierto es que fuimos tan ingenuos.

Pequeños hombrecitos verdes que andaban en naves en forma de platillo, así era como los imaginábamos, porque así eran representados en la mayoría de películas. Películas que casi siempre tenían un feliz para los humanos, ¡Pero que equivocados estábamos! No es así como realmente acaba.

Algunos creían que si una especie alienígena nos visitaba, se daría paso a un nuevo mundo. Un mundo que revolucionaria las tecnologías, y humanos y alienígenas tendrían una relación. Otros, creían que incluso si ellos sabían de nuestra existencia, nunca nos visitarían, porque para ellos seríamos una raza inferior.

Yo, como muchos otros, vivía ocupada en el trabajo y la monotonía de la rutina. Lo dábamos todo por sentado: nuestro planeta y lo que teníamos. La palabra alienígena ni siquiera cruzaba nuestra mente, mucho menos la idea de que estábamos siendo cuidadosamente vigilados por alguien con inteligencia mayor a la nuestra.

Quién diría que la contaminación, el calentamiento global y todo a lo que siempre temimos, no fue lo que acabo con nosotros. Nadie lo vio venir. No estábamos preparados para su llegada.

Nada resultó bien para nosotros aquella tarde de otoño que no puedo olvidar. Aquel día en el que el mundo cambio y nos dimos cuenta que no estamos solos.

Me llamo Ana, y hace cuatro años vivía una vida completamente normal. Era una tarde como cualquiera, mi hermano Alex y yo habíamos planeado pasar tiempo juntos; él estaba en la universidad y no podía verlo muy seguido. Era la primera vez que lo veía en meses.

Nos encontrábamos caminando por la calle hacia la plaza y platicando. Íbamos a ver una nueva película de ficción que aparentemente era sobre alienígenas; Alex era un aficionado de ese género, y era el tipo de persona a la cuál le encanta hablar sobre historias que parecían sacadas de un cuento de ciencia ficción, y noticias sobre cosas inexplicables, como extraterrestres y sucesos paranormales; los típicos mitos. Él me contaba sobre las naves que muchas personas de distintas partes del mundo decían haber visto no hace más de dos días atrás, creía que eso estaba relacionado con los recientes terremotos en las grandes ciudades. Yo me reía, por supuesto, no creía en eso. Recuerdo haberle dicho en tono burlón:

—¿Alienígenas que causan terremotos?¿Enserio? Son solo cuentos de personas que quieren atención. Claro que con la película todos se interesan más en temas como este. ¿No crees que lo sabríamos de ser cierto? o, ¿Acaso has visto noticias serías sobre el tema?

Durante el camino hacia la plaza notamos algo extraño: en menos de 10 minutos habíamos visto pasar 4 helicópteros. Todos parecían ir en la misma dirección.

Alex y yo nos preguntábamos que estaba ocurriendo, no solo por el hecho de los helicópteros, sino también porque en la intersección había un gran tráfico. Todos tocaban el claxon impacientemente y nadie sabía lo que ocurría.

Supimos que algo realmente malo estaba pasando, cuando personas de todos lados venían corriendo desesperados y con un miedo notable en sus rostros. Y entonces, una gran esfera proveniente del cielo se estrelló en uno de los autos, y tras está venían más. Provocaron que una gran grieta se abriera extendiéndose a lo largo de la carretera.

Las esferas permanecieron allí, estáticas al igual que nosotros. Personas que se encontraban en la calle comenzaron a grabar y señalar hacia el cielo, otras salían de sus autos para observar; una gran nave de forma triangular apareció y levitaba justo en el centro de todo.

Luego de lo que pareció una eternidad, las esferas comenzaron a abrirse, y de estas salieron ellos. No creía en alienígenas, pero tenían que serlo; eran bestias enormes y amenazantes, con grandes garras, su cuerpo era como el de un hombre pero con piel viscosa y totalmente oscura. Tenian una gran cabeza y sus ojos eran como fuego ardiente.

La gran nave comenzó a moverse y a expulsar una especie de láseres que partían en un instante por la mitad a quien tocaban.

Los demás no tardaron en salir de la nave; al menos una docena de ellos lo hicieron.  Derribaban a quien se encontraba en su camino, sin el menor esfuerzo u compasión, y con sus grandes garras los desgarraban por completo. Eran bestias y nosotros sus presas.

Estaba aterrada, nada parecía real en ese momento; fue como las películas de terror que solía ver con Alex, donde de un momento a otro solo hay pánico, trizas, y las calles se envuelven en sangre.  Esta vez la pesadilla era real y no había forma de escapar.

Alex y yo corrimos. Todo sucedió tan rápido. Las palmas de mis manos sudaban y huí lo más rápido que pude, sin importarme nada. Fue casi involuntario. Cuando finalmente me detuve y di la vuelta, note que había perdido a Alex entre la multitud. Comencé a buscarlo, pero era inútil con la pila de cabezas a mí alrededor, y entre todo el caos: personas empujándose unas a otras, conductores que trataban de huir sin importarles herir a alguien, y otros dejando sus autos obstruyendo el paso. Yo me encontraba en medio de todo, asombrada por lo que el miedo podía causar en nosotros, en mí, hasta el punto de haber dejado a mi hermano.

Los policías y militares que llegaban al lugar intentaban aniquilarlos, o mejor dicho, intentaban sobrevivir al igual que todos, ya que las balas no eran suficientes; no parecían siquiera rasguñarlos, sino que parecían fortalecerlos y enfurecerlos aún más.

Entre todo el caos, las personas en su intento de escapar se colgaban y derivaban los helicópteros; y los que no eran derivados, fueron exterminados por las naves alienígenas. Todos huían a mi alrededor, y yo estaba completamente paralizada, escuchando los gritos y sonidos a mi alrededor desvanecerse poco a poco, era una sensación que no había sentido antes, no tenía idea de que hacer y no podía siquiera moverme. De  pronto, todo era borroso.

Lo último que recuerdo de aquel día es haber escuchado el terrible estruendo ensordecedor de una bomba que usaron para combatir a las bestias. Me sentía completamente desorientada, luego sentí un fuerte golpe y un terrible e insoportable dolor que me hizo caer inconsciente al suelo.

NO ESTAMOS SOLOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora