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Cerró los ojos y dejó que el agua fría chocase contra su rostro, pero a pesar de ello, nada parecía hacerle despertar del todo. Terminó por abrir los ojos y observar su reflejo en el espejo del baño, de nuevo había tenido aquella misma pesadilla.

- Hasta aquí hemos llegado.

Tras aquel pequeño mensaje a sí mismo, no tardó en volver a la habitación y ponerse frente al armario. Por lo general, y acorde a su forma de ser, solía estar varios minutos pensando cómo conjuntar las cosas y buscando lo que más le favoreciera, pero esta vez simplemente tomó ropa al azar, no podía perder el tiempo. 

- ¿Bryce...? - Fue consciente de cómo Claude llamaba su nombre en un leve murmuro, recién despierto, pero eso no le detuvo.

No se quedó quieto para hablarle, no se quedó quieto para desayunar... Necesitaba respuestas, y solo había un lugar donde poder encontrarlas. Era arriesgado, pero estaba harto de no poder dormir ni una sola noche tranquilo.

Tenía que acabar con esto cuanto antes, y pensaba hacerlo.

Al salir de la casa, se subió al coche y no tardó en alejarse de la zona, pisando a fondo el acelerador todo lo que las señales se lo permitían. Sus dedos se hundían en el volante y su mandíbula estaba tensa, con la mirada llena de niebla fría... Su paciencia se había agotado.

Miró de reojo su móvil al leer en la pantalla el nombre de su novio, pero no contestó. El debate interno de su cabeza hacía mucho más ruido que el timbre de la llamada.

Esto no está bien...

¿Y por qué no? Estamos hartos.

Lo sé, pero si los sueños aparecen será por algo.

Y es lo que vamos a averiguar.

Pero tú quieres que desaparezcan.

¿Acaso tú no? ¿Quieres seguir torturándote?

No, pero...

- ¡Silencio ya! - El grito que lanzó al aire pareció traer calma a su mente revuelta. 

Al cabo de unos minutos aparcó el auto, bajando de él y entrando a aquel enorme edificio de piedra. Avanzó por los pasillos en silencio, sin darle importancia a los hombres que caminaban a sus lados, hasta que su cuerpo se dejó caer en una de las sillas de la habitación donde terminó su caminar, esperando pacientemente.

Y pronto él apareció.

- Vaya, no me esperaba tu visita, Bryce... - El tono tranquilo de su voz le hizo tensar la mandíbula, no había cambiado nada desde la última vez que se habían visto.

- Deja los saludos absurdos para luego - El silencio se hizo presente durante unos segundos.

- ¿A qué has venido...? - Sus ojos azules se clavaron en él.

- Sé que tramas algo, te conozco - El contrario atendió en silencio, con la misma expresión tranquila que llevaba siempre.

- No sé de qué me hablas... - Aquella respuesta le hizo perder los estribos, levantándose de repente y dando un golpe a la mesa.

- ¡No me tomes el pelo, Astram! - El antiguo director del orfanato le escuchó con calma.

- Llevo años en la cárcel, ¿por qué querría hacer algo ahora...? - Bryce tensó la mandíbula, sentía que hablaba con una pared.

- Porque no quieres dejarnos tranquilos, lo sé. No quieres que Xavier, Jordan o el resto de nosotros sea feliz, y mucho menos que el mundo se olvide de ti - El hombre esbozó una sonrisa.

- Hablando de Xavier, hace tiempo que no viene a verme... - De nuevo el albino golpeó la mesa.

- ¡No me cambies el tema!

Hubo unos segundos de silencio, unos segundos que para Bryce se hicieron eternos. Intentaba mantener la calma y no pensar en negativo, pero sus latidos estaban empezando a acelerarse y su estómago se había cerrado varios minutos atrás.

Y de repente, Astram Schiller rio con suavidad.

- Eres muy listo, Gazelle - Escuchar de nuevo aquel nombre le dejó paralizado.

- No... No me llames así - Por primera vez hasta el momento, el hombre abrió los ojos, observando con atención al chico. Una mirada que, a pesar de ser tranquila, le trajo tantos recuerdos que llegó a congelarle.

- El Diamond siempre fue uno de los mejores equipos de la Academia Alius, pero nunca lo suficientemente bueno para merecer ser llamado Génesis... - Las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos mientras los recuerdos y las pesadillas se sucedían en su mente como una película - Me pregunto qué tan bueno será a partir de ahora....

- ¿Qué quieres decir con eso? - No obtuvo respuesta - ¡Astram!

- ¿Sabes, Gazelle? Creo que te diré algo, por haberte tomado la molestia de venir... 

- No quiero escuchar nada de tu maldita boca si no es lo que yo pregunto. Y no creas que volveré aquí, vas a pasar el resto de la condena sin visitas, solo como una maldita rata - Una leve risa salió de los labios del hombre.

- Hablando de eso...

Los ojos de Bryce se clavaron en él, confuso ante su silencio. No comprendía qué estaba pasando, pero pronto la visita de un oficial trajo consigo una respuesta agria.

- Se ha cumplido el tiempo, Schiller. 

- Necesito más tiempo para hablar con él, por favor - El policía observó al albino.

- Y lo va a tener, señor - De nuevo observó al anciano - Schiller, eres libre de irte.

- ¿Q-Qué? - Bryce apenas tuvo voz para formular aquella simple pregunta.

- Era lo que iba a anunciarte ahora, Gazelle... - Ambos conectaron miradas - Mi condena se redujo por buena actitud... ¿No te parece maravilloso...? - Aquella declaración le dejó de piedra.

No podía ser verdad. Se pellizcó a si mismo, buscando que aquello solo fuera otra de sus pesadillas, pero la realidad se sintió como un jarro de agua fría cuando una punzada de dolor le recorrió el brazo por completo. No podían dejar a Astram libre de nuevo.

- Schiller, ve a recoger tus cosas para irte - El hombre se volteó hacia el oficial, esbozando una tranquila y dulce sonrisa.

- Ahora voy, agente... - De nuevo observó al albino - Solo voy a terminar una conversación interesante con mi hijo... 

Aquella última palabra le provocó asco a tal nivel que sintió una arcada, pero otra emoción diferente le llenó: el miedo.

Tenía un muy mal presentimiento.

LOS ERRORES DEL PASADO ;; Inazuma Eleven  [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora