Ross y Matt 💖💖💖💖

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«Concéntrate».

Mateo Costantini se enfocó en el agua de la piscina tamaño olímpica y supo que era el momento. Hacía 2 años que había dejado las competencias de nado, esta era su momento, no tendría otra oportunidad con 20 años.

Respiró hondo, y entonces el sonido del disparo dio la salida para él y 11 competidores más. El primer momento era intenso, el choque con el líquido azul, hundirse e impulsarse, patalear entre el líquido cristalino para salir a la superficie y tomar impulso. La primer brazada, giro hacia el costado y la otra. Todo aquello en milésimas de segundo. La bocanada de aire hacia el lateral, una nueva brazada y su rostro de nuevo al agua.

Eran 200 metros, Mateo había entrenado por 6 meses como jamás en su vida. Todo el mundo decía que fallaría, que solo tenía un talento y era conquistar al gran publicista de 35 años que ahora lo observaba desde las tribunas con el corazón en la mano. Nadie daba un céntimo por un italiano que ahora competía para un equipo australiano, lugar donde vivía y trabajaba.

«Puedes hacerlo, no te lo diría si fuese lo contrario».

Matt confió en su amor, en ese hombre que le había demostrado que era más que belleza y sofisticación, que se había animado a presentarlo frente a todo el mundo como su novio. El hombre que había dejado a su eterna prometida millonaria por él.

El incomparable Ross Ackerman, el que todos babeaban y soñaban con que dirigiera alguna campaña publicitaria para ellos. Ese hombre lo apoyaba, estaba ahí junto a él. El único que lo hacía mientras su familia le había dado la espalda todo ese tiempo.

Matt entrenó y puso el alma en cada brazada, en cada carrera en la playa en la mañana, puso hasta lo que no tenía, entonces no había razón para temer. El miedo se siente cuando hay duda, y él ya no tenía una mínima razón para dudar.

Llegó al final de la línea y dio una especie de voltereta en el agua que lo llevó a impulsarse nuevamente en sentido contrario. Faltaba la mitad de la carrera. Los gritos y silbidos de los espectadores que los acompañaban. Matt no miró a sus rivales y solo se concentró en él mismo y en su fuerza.

Fue entonces cuando llegó al final del recorrido, y levantó su vista. El corazón rebotaba en su pecho como pelota de ping pong, golpeaba debido al enorme esfuerzo que había realizado. Miró el marcador y de pronto todo tuvo sentido. Había quedado en tercera posición. Él, un muchacho que solo había puesto lo mejor de sí durante 6 meses, estaba en el podio.

—¡Sí! —. Ross se puso de pie en la tribuna y gritó eufórico. La gente aplaudía y sonreía a su lado. Jamás había estado más feliz en su vida. Ni siquiera cuando había sido elegido el publicista el año.

Matt salió de la piscina y levantó los brazos, lo buscó entre la multitud hasta encontrarlo. Ross aplaudió como nunca. Sacó fotografías a su amor quien apenas creía lo que estaba viviendo. Su enorme sonrisa era algo que Ross jamás olvidaría.

«Cambiaría todo, absolutamente todo por ti».

Nunca se lo diría, porque a veces a Ross le agarraban ataques de timidez, sin embargo, una mirada suya le bastaba a Matt para corroborar todo eso que no se decían con palabras.

Una vez que se realizó la premiación Matt se dirigió a una conferencia de prensa. Era obvio que el pobre que había salido campeón iba a transformarse en una figurita decorativa. Todas las preguntas y los halagos iban hacia Mateo Costantini y su increíble participación.

—¿Ross te motivó? —. Matt sonrió y asintió.

—Mi novio me inspira todos los días—. Las mejillas de Matt se pusieron rojas, todavía no se encontraba con esa realidad en la que vivía junto a un hombre guapo y deseado.

Sueños de amor - Relatos (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora