Matthi y Davo 🔥💖

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Quizás no era la típica navidad. La última que pasaron juntos Davo estuvo trabajando sin descanso, y Matthi acompañándolo. La última fue estresante, los dejó tan exhaustos que apenas llegaron a su casa fueron al colchón y no se movieron de allí hasta el día siguiente.

Este año parecía diferente, solo que Davo para variar no estaba en su cama, y recién eran las ocho de la mañana.

«La madre que me parió».

Matthias maldijo en voz baja y golpeó las sábanas. Una vez más su esposo había sido requerido en la empresa, y una vez más, él había corrido como loco a la «salvación», como si todo estuviera en llamas y el fuera el único bombero en la zona.

«Tranquilo».

Inhaló profundo, dejó que su corazón acelerado volviera a la calma cuando escuchó en la cocina ruido de platos, y un exquisito aroma a café y bizcochos llegó a sus fosas nasales.

«Estás aquí».

Se cubrió con la sábana, y se rio de su propio berrinche. Davo, su Davo, estaba en casa, y estaba haciendo el desayuno. Matthi cerró los ojos, y fingió estar dormido cuando escuchó a su marido dando pasos sobre las escaleras. El corazón le repiqueteó en el pecho, como hacen los pájaros carpinteros cuando encuentran el tronco perfecto donde hacer su hogar. Le gustó la analogía, Davo era ese árbol de hojas verdes abundantes, de copa frondosa, y tronco fuerte, pero también de flores perfumadas y frutos deliciosos. Matthi se sentía como ese pajarito.

Escuchó los pasos en la recámara, y tembló de anticipación cuando un peso conocido hundió su lado del colchón. Matthi quería reírse, quería saltar sobre su esposo y contarle que lo había extrañado, que se había enojado incluso cuando Davo solo estaba a unos metros de él.

Un beso en su mejilla, en su frente, en su nariz, en la comisura de sus labios, en su barbilla.

—Despierta dormilón—susurró Davo cerca de su boca antes de dejar un dulce beso sobre ella.

Matthias se removió entre las sábanas, si hubiera hablado se habría perdido de ese hecho, de lo maravilloso y gentil que era Davo.

Su esposo besó su cuello, y deslizó la sábana hacia abajo, para descubrir su cuerpo y continuar besándolo. Matthias abrió los ojos, mientras que la mirada de su amor estaba sobre él entretanto continuaba desperdigando besos por su pecho.

—Buenos días.—Alcanzó a decir Matthias antes de dar un gemido cuando la lengua de Davo rozó su pezón derecho.

—¿Te he hecho madrugar?—preguntó Davo mientras volvía a su rostro, y los besos poblaban su cara. Matthi cerró los ojos, y se dejó ir.

—Me gusta madrugar así—dijo Matthi, y se mordió el labio inferior—. Me gusta tenerte cerca, me gustan los momentos para nosotros.

—Siempre estamos juntos—replicó Davo, y le acarició su largo cabello rubio.

—Sí, pero pocas veces compartimos momentos solos—explicó—. Desde hace unos meses las cosas han cambiado, como si el trabajo te consumiera.

—Sabes que lo que viene...

—Lo sé.—Matthi lo sostuvo del mentón e hizo que su hombre se acomodara sobre él. Sus cuerpos se amoldaban como una máquina engrasada que solo funcionaba cuando ambos estaban juntos—. Entiendo todo lo que está pasando, la importancia, y el prestigio, pero yo no solo me enamoré del mejor arquitecto de Estados Unidos, me enamoré de Davo Petrich.

Davo lo escrutó en detalle, desde esos ojos azules que lo volvían loco, a su cabello rubio que ahora estaba revuelto. Sus cejas finas, sus pómulos altos, sus carnosos labios, esos que lo llevaban a elucubrar mil fantasías y contando.

Sueños de amor - Relatos (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora