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"Yo no soy un angel".

 - Esto no me puede estar pasando

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- Esto no me puede estar pasando. -murmuró con la mirada perdida en el suelo mientras iba caminando- ¿Has visto a Taehyung?.

Fue la decimoquinta vez que preguntaba por él, sin embargo al igual que todas las respuestas anteriores, obtuvo otra negativa. ¿Dónde te has metido niño? se preguntó a si mismo. 

La preocupación no salía de su cuerpo. Él sólo, dentro de ese radiante espacio, se encontraba en busca del jovencito que no aparecía desde hace bastante tiempo. Debía admitir que para ese entonces se sentía realmente cansado pero no podía desistir, tenía que encontrar al pequeño; su pequeño.

Y es que nadie sabía, siquiera se hubieran imaginado que en lo más profundo del palacio celestial, donde la existencia de una puerta que yacía oculta entre las sombras era el lugar en donde se encontraba el niño con risos dorados. Sus grandes ojos de color zafiro, tez mínimamente bronceada y lisa como la porcelana sin ningún tipo de mancha o cicatriz, eran las principales características que ponían en evidencia su belleza.

El niño estaba en el suelo, uno que parecía ser de cristal. Tenía ambos ojos cerrados; parecía estar dormido. Su vestimenta era de color blanca hecha con las telas más finas y delicadas, se podía destacar el color celeste predominando en algunas partes, e incluso los bordados eran de oro puro. Sus pies estaban descalzos, mientras que al rededor de su cabeza había una corona brillante que se asemejaba al color dorado de su cabello. En su cuello se encontraba un collar de plata con un diamante incrustado de color Azul marino.

En unos instantes, aquellos ojos que permanecían cerrados desde hace algún tiempo, se abrieron cuándo otro par de ojos rojos irrumpieron en su ensoñación. Se despertó agitado y con un sentimiento en el estómago que nunca, durante toda su existencia, había experimentado antes. Su boca no podía emitir un solo sonido debido al nudo que se formó en medio de su garganta; tuvo la necesidad de tener a su padre junto a él.

Frotó sus ojos por el sueño y soltó un delicado bostezo. Sintió que la espalda le dolía de la misma forma que le dolía el cuello. Fue allí que comprendió; ya no se encontraba en la comodidad de su habitación. Frunció el ceño mientras sus ojos inspeccionaban el oscuro lugar. Un poco confundido se puso de pie y limpió sus manos por haber estado en el suelo.

Caminó por el pasillo y paró de hacerlo cuando se encontró con un cuadro. Era enorme, había visto muchos de esos en todo el palacio, incluso había varios en donde estaba él mismo retratado. Sin embargo, ése en especifico era diferente al resto, allí se encontraba su padre. No había retratos de él en ninguna parte; lo curioso es que no estaba solo, sino que un niño se encontraba de espaldas abrazando sus piernas. En la pintura se capturó la felicidad que demostraba en su rostro; a él nunca le sonreía de esa manera. Otro extraño sentimiento invadió su pecho, no le gustó.

Siguió caminando encontrando a su paso diversas esculturas con formas que no entendía, jamás las había visto, y también había personas que nunca conoció o vio alguna vez. ¿Por que estas cosas están en este lugar? Se preguntó el niño al ver unas bolas de cristal que brillaban, parecían estar hechas con diamantes. Presentía que había algo dentro de ellas, por eso tuvo la necesidad de tocarlas; por el contrario, cuando estaba a centímetros de lograrlo, algo más llamó su atención.

Lo vio de reojo; una brisa fría fue la culpable.

En lo más profundo del cuarto oscuro, halló un cuadro mucho más grande que el resto. Estaba cubierto por una tela medio transparente de color negra. El pequeño niño se enderezó en su lugar e inclinó la cabeza hacia un costado. Si en algo se destacaba Taehyung, era en su peculiar curiosidad por todo aquello que lo rodeaba. Según su padre y tutores, los ángeles no poseían ese tipo de comportamiento que tanto caracterizaba a los seres humanos. Los ángeles eran seres credos para servir y adorar solamente a una deidad; no eran propensos a sentir ningún tipo de emoción humana. Para ellos era algo prohíbo; cosas como la empatía no estaban en su diccionario de palabras.

Entre dudas y con pasos propiamente lentos, se atrevió a caminar en dirección al cuadro. Tantos fueron sus deseos por ver que ocultaba la tela negra, que dejó a los demás objetos nuevos en segundo plano. No parecía querer nada más que contemplar con demasía ese arte con sus propios ojos, como si una corriente lo estuviera impulsando a hacerlo.
 
Sus manos picaron cuándo tomó la tela negra, por algún motivo cerró los ojos con fuerza. Sentía y sabía en lo profundo de si mismo que no era algo propio de hacer, pero él necesitaba hacerlo; una voz en su interior se lo estaba implorando. Casi podía escuchar los regaños que vendrían luego. Tiró con fuerza de la tela transparente sin miedo a romperla o rasgarla, hasta que su cuerpo cayó hacia atrás debido a que no pudo manejar el largo que esta tenía; sucedió justo cuando sus ojos lograron ver aquello que parecían anhelar. Por suerte sus manos pudieron impedir que su caída sea dolorosa y por reflejos amortiguaron su propio peso.

Un par de ojos rojos fue con lo que se encontró a primera vista. Era un señor con la piel pálida y los cabellos más que oscuros; un perfecto contraste de colores que lo hacía lucir aterrador. Relamió sus labios y se puso de pie. Se acercó a la pintura y quiso tocarla, el hecho de que estuviera a su disposición le fascinaba. Se sorprendió al ver que ese hombre tenía alas como su padre, con la diferencia de que las suyas eran mucho mas grandes y de color negras. Las telas qué el señor traía puesta como vestimenta también eran colores oscuros que por lo general no solía ver con frecuencia en donde él residía; incluso se atrevía a decir que estaban prohibidos.. Jamás había visto a un Ángel vestido de esa manera por los pasillos.

Cuándo las yemas de sus dedos tocaron la pintura, una pequeña chispa dolorosa hizo que alejara la mano. Sus risos rubios comenzaron a brillar, algo que no notó en su momento, y de a poco se tornó de un color púrpura. Cuando retrocedió sus pies se enredaron con la tela que estaba en el suelo, lo que provocó que su cuerpo nuevamente trastabillara hacia atrás. Sin embargo, esta vez no lo hizo sobre el suelo, sino que lo hizo sobre una vidriera que resguardaba una esfera de cristal negra, misma que se estrelló contra el suelo partiéndose ante el impacto; eso causó que pequeños fragmentos brillantes volaran por todas partes.

Mediante el susto, el niño de nombre Taehyung cerró los ojos con fuerza sintiendo los cortes que los cristales le causaban en los brazos, en las piernas y en el rostro.

Cuando el niño paró de sentir dolor fue que abrió los ojos. Notó rápido que ya no estaba en el mismo lugar, se trataba de un sitio mucho más oscuro, donde hacía bastante frío y era extremadamente silencioso. Su mejilla expulsaba liquido rojo, lo supo cuándo llevó su mano hacia dicha zona. Sabía lo que era, pero no la había visto antes, menos saliendo de su propio cuerpo; no le provocaba una sensación agradable.

Se puso de pie y al mirarse el cuerpo observó que su ropa estaba sucia y que incluso había más manchas rojas en sus piernas y brazos; por alguna razón estaba mareado. 

- ¿Quién demonios eres tú?.

Sus ojos zafiros se abrieron ante el escalofrío que sintió al  escuchar esa voz detrás de su nuca. Los cabellos morados que en algún momento volvieron a ser dorados, se movieron por la brisa fría y oscura que los golpeó. Se volteó rápido en dirección a la voz desconocida, y se asustó aún mas cuándo se encontró con un ser que poseía alas enormes de color negras. Tenía la piel blanca, ojos oscuros y un temple casi inexpresivo e indiferente. ¿Estoy soñando?, se preguntó.

Sabía que no era el mismo señor del retrato, pero su paraciencia era muy similar.

- Te estoy hablando. ¿De dónde saliste?.

Cada vez que el mayor caminaba en su dirección, el pequeño retrocedía varios pasos hacia atrás. ¿Dónde estoy?.

- ¿Qué es eso?. -volvió a hablar el señor que el niño no supo reconocer.

Los demonios no eran algo con lo que él haya tratado antes. Sólo era un niño que sabía lo básico acerca de su propio mundo; lo justo y necesario. Cosas como esas aún no conocía, y se supone que todavía no debería hacerlo.

El ser oscuro tenía los ojos puestos en el colgante que lucía Taehyung en su cuello. El hombre miró fijamente los ojos del niño y luego al diamante mas de tres veces seguidas, hasta que en un arrebato de locura intentó tomarlo por sus propios medios, sin embargo contrario a sus deseos egoístas e imprudentes, si quiera fue capaz de tocar el objeto, pues en este se activó un mecanismo de defensa que le quemó los dedos fríos al instante. Una sensación ardiente que recorrió cada milímetro de su cuerpo. Una tortura que en segundos le tiñó la punta de los dedos de un color grisáceo.

- Lo siento.. -se disculpó el pequeño por una acción que él no cometió; pero eso al demonio no le interesó. Cuándo el niño intentó acercársele, los ojos dorados de un ser para nada contento aparecieron. Las pupilas redondas y negras pasaron a ser una delgada línea oscura demasiado tenebrosa, relucían la molestia de un animal embravecido.

- Será mejor que corras, peste.

Fue así como se inició una carrera que lucía interminable para el pequeño rubio que huía sin dirección alguna de lo que parecía ser un halcón enorme. No sabía donde se encontraba. Corría por un pasillo oscuro y largo sin ninguna ventana; se asemejaba a una atroz pesadilla, no le gustaba experimentar esas sensaciones. Sin embargo, llegó a sentir alivio cuándo escuchó gritos a lo lejos, por ese hecho comenzó a correr en esa dirección con urgencia. Jamás se hubiera imaginado que aquellas voces, eran almas siendo torturadas, suplicando misericordia, y sintiendo hambre por percibir la presencia de un ser celestial en el infierno.

Taehyung se quejó cuándo las patas del animal rasgaron su cuello. Estaba mas que asustado.

Sin saberlo su cabello volvió a brillar hasta tornarse púrpura, fue así durante unos pocos segundos, pues este volvió a su color dorado natural.

Cayó al suelo cuándo sus pies ya no pudieron correr más; estaba totalmente cansado. Su pecho subía y bajaba, y sus piernas temblaban. Volvió a cerrar los ojos cuándo escuchó el grito del Halcón aproximándose.

Lucifer -KookV- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora