"Y es que lo prohibido siempre viene con un sabor especial"
- Por tentaciones como tú, existen pecadores como yo.
- KookV
- Ángeles y Demonios.
- Distorsión de edades.
- m-preg.
- Mención de otras parejas.
- Pura ficción.
《Queda prohibido cualqui...
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La luz resplandeciente de una hermosa mañana rodeaba su cuerpo y hacía que su vestimenta blanca brillara. Se encontraba caminando por en medio de un verdoso laberinto con dirección al campo de práctica, observando a las mariposas de diversos colores danzar por todas partes. Azules, naranjas, rosadas; eran hermosas.
El canto de las aves se escuchaba tan alegre. Nix lo seguía entre los árboles intentando no ser visto, pero él podía sentirlo; aunque Taehyung le había pedido claramente que se quedara en su habitación, este no obedeció. A mucho de los ángeles no les gustaba tener al Fénix cerca suyo. Argumentaban que no era bueno. Los escuchaba murmurar con frecuencia atemorizados por la idea de convivir con un ave tan 'terrorífica'; su relación con el fuego les causaba escalofríos y sus ojos oscuros a muchos les erizaba la piel.
Había rumores que relacionaban a Nix con Luzbel. Claro que conocía la historia del ángel caído; cuando cumplió cierta edad, se vio obligado a incorporar esos conocimientos.
Nix era un ave libre, el único en su especie.
Un ave legendaria de color rojo dorado cuyo cuerpo tenía la capacidad de emitir luz. Vivía al menos 500 años y, tras morir, emergía de sus cenizas un nuevo individuo adulto. El Fénix desde la antigüedad, ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Taehyung no veía motivos para temerle. Cuando él lo conoció, raras fueron, en efecto, las veces que se dejaba ver. En su tamaño y conformación, era tal como lo describían en los libros los humanos; su mote y figura eran muy parecidas a las del águila, y sus plumas eran en parte doradas y en parte de color carmesí.
A lo lejos, escuchó el canto de una dulce voz. Detuvo su siguiente paso y miró hacia arriba. La copa de los árboles se movían de un lado a otro por la brisa. No solía despertar a esta hora diario, pero sin duda era algo lindo cuando sucedía; aunque prefería dormir por más tiempo si es que podía hacerlo.
Reanudó su caminar mientras tarareaba la melodía que escuchó hace minutos. Seguramente se trataba de Delia. Un ángel femenina que tenía una de las voces más bonitas del palacio.
Se detuvo una vez más y miró hacia abajo. Un ave pequeña de color rojo yacía quieta en el césped medio largo; su tonalidad contrastaba con el verde a la perfección, era imposible no verla. Siendo incapaz de asustar al pequeño, se agachó y lo tomó con sus manos.
- ¿Y a ti qué te ocurrió?.
A simple vista notó que era solo un pichoncito. Supuso que estaba aprendiendo a volar cuando miró hacia arriba nuevamente y vio a tres pichones junto a un ave más grande quien seguramente era su madre. El pobrecito estaba agitado en la palma de sus manos.
- Tranquilo. -le susurró- ¿Cómo te subo allí? -se preguntó en voz alta mirando el nido desde su lugar.
- Creí haberte dicho que llegabas tarde. -encogiéndose de hombros Taehyung volteó su cuerpo y observó a Jimin mirarlo de brazos cruzados recargado sobre un árbol. Tenía puesto una camisa de seda blanca, con los primeros tres botones desprendidos y un pantalón especial, de color marrón oscuro, que le permitía montar con facilidad; también utilizaba unas largas botas de cuero que eran de un color marrón claro. Su tutor y amigo, Miguel Arcángel era muy hermoso.
La vestimenta de Taehyung era igual, sólo que a diferencia de Jimin, todo lo que él usaba era blanco.
- Me disculpo por eso. -asintió despacio con la cabeza mientras el ave yacía en calma recostada en la palma de sus manos- Me encontré esto. -se lo enseñó- Cayó de allí arriba y no puedo regresarlo. ¿Tú crees que podrías..?
En medio de un suspiro profundo, Jimin caminó hacia el menor y tomó al pichón con sus manos.
- Sabes, cuando esto sucede es mejor dejar que ellos mismos solucionen sus problemas por si solos. -los ojos azules del mayor eran tan profundos- No siempre estarás para este ave cuando suceda otra vez, Taehyung.
- No quise causar problemas.
- Está bien. Tenlo presente la próxima vez. -las alas de Jimin eran extraordinarias a los ojos de Taehyung. Las de su padre eran mucho más grandes, claramente, pero eso no quitaba la admiración que mantenía por las del rubio. Le encantaba verlo volar, justo como en ese momento donde Jimin desplegó sus alas para elevarse en el aire y dejar al pichón en su nido.
- Te lo agradezco.
- Es hora de entrenar. -dijo el rubio una vez que tocó nuevamente el césped- ¿Estás listo?
- No.
Ambos continuaron con su camino en silencio. Sabía que Jimin seguía molesto; para el mayor la puntualidad era muy importante, supuso que no le gustó que él le hiciera perder el tiempo. Taehyung mantenía ambas manos en su espalda, entrelazadas entre si.
Su cabello de a poco empezó a brillar amagando a cambiar, pero la transformación jamás sucedió; él lo supo controlar, de a poco estaba aprendiendo a hacerlo.
- Escuché que no puedes pintar. -se atrevió a decir Jimin- ¿A qué se debe? -volteó para verlo.
En realidad, Taehyung quería creer que no le estaba mintiendo a su padre diciéndole que no podía pintar, cuando si podía hacerlo. Pero lo cierto, es que desbordaba seguridad al pensar que a Seokjin no le gustaría ninguno de los resultados a los que llegaban sus pinturas.
- No lo sé exactamente. -respondió- Aun no lo descubro.
- Imagino que no tiene nada que ver con los libros que lees. -Taehyung lo miró rápido y con ambas cejas elevadas- ¿Qué?.
- Mi padre te lo ha mencionado, ¿No es verdad?. -miró hacia abajo descubriendo las gotas de rocío que permanecían en el césped.
- Lo hizo, si. -Jimin sonrió- Sólo está angustiado Taehyung. De pronto tú tienes tanto interés en los seres terrestres que llega a ser incomprensible. Entiéndelo, has un esfuerzo.
Liberando un suspiro, los cabellos de Taehyung se volvieron de a poco, un color celeste muy claro; no siempre era capaz de reducirlo y hacer que no sucediera.
Recordaba haberlo tenido de muchos colores juntos una vez de niño. La cara de su padre al verlo todavía le causaba gracia.
El menor apartó la vista del césped al escuchar el relincho de un animal que conocía muy bien. Allí estaba, pulcro y bellísimo como siempre.
- Dejin. -susurró emocionado. Miró a Jimin desprendiendo alegría pura y corrió en dirección al animal. No se abstuvo de abrazarlo.
Dejin era un Pegaso de color blanco con un pelaje ligeramente ondulado. Sus ojos eran negros y su altura era inmensa. Había sido un obsequió hacia Taehyung por parte de Miguel Arcángel cuando a penas el menor era un niño. Recordaba la tristeza que le causaba no tener la capacidad de volar como su padre, de no poseer unas enormes alas que le permitieran ver el paisaje desde arriba y contemplar con sus ojos lo que era sentirse en libertad. Quiso obsequiárselo, prometiéndole a su vez, que el animal sería capaz de mostrarle todo aquello que él deseara estando los más arriba posible. Pero esas promesas cayeron cuando su padre -no precisamente Seokjin- le prohibieron montarlo. Aún así, le seguía teniendo aprecio y seguía siendo suyo.
Había estado enfermo estos últimos días, Jimin se había encargado de su recuperación.
- Ya se encuentra recuperado. -mencionó el rubio tomando el arco y una flecha.
- Como si nunca hubiera enfermado. -completó Taehyung.
De pronto Nix bajó de arriba y se posó sobre el torso de Dejin.
- También creí haberte dicho que no lo trajeras. -señaló al Fénix.
- Es un animal libre, no puedo encerrarlo en mi habitación. Además le pedí amablemente que no me siguiera. -respondió.
- Al menos no hay nadie aquí que pueda asustar. Todos mis alumnos ya se fueron. -miró al ave- Buenos días, Nix. -el ave asintió ante el saludo con los ojos cerrados- Empecemos, mi príncipe. -le dijo ahora al menor.
Había cosas que amaba hacer; pintar era una de ellas. Era indescriptible la sensación de alivio y calma que sentía al trazar líneas en un lienzo blanco. Pero utilizar un arco y una flecha, no era precisamente algo que le gustara practicar; simplemente porque sabía que no era bueno en ello, pensaba lo mismo de la disciplina que practicaba con espadas.
- No Taehyung, tienes que sostener la flecha con más fuerza. -Jimin se acercó por detrás al menor y puso la flecha donde debería para lograr un disparo certero. Luego tomó la cintura de Taehyung y la ubicó correctamente- corrige tu postura, relájate. Que el dorso de tu mano, toqué la comisura de tus labios. -le susurró sobre el oído- Toma aire. -agregó- Sólo cuando creas estar preparado, deja salir el aire y suelta la flecha.
Y lo hizo.
Hubiera sido maravilloso para Taehyung decir que su disparo fue preciso. Sin embargo eso sería mentir.
- Soy pésimo.
- Estuvo mejor que la vez anterior. -sonrió- Al menos le diste a algo.
- Herí al pobre árbol.
- Lo harás mejor, descuida. -lo animó- Para eso prácticas.
- Eso mismo dijiste todas las prácticas anteriores, Jimin. Sigo igual. -intentaba ser positivo, pero últimamente parecía imposible- No comprendo por qué mi padre quiere que haga esto. Claramente no es lo mío.
- Quiere que dejes los libros y las pinturas. Que hagas amigos, que salgas y te diviertas.-respondió el arcángel- Se pregunta dónde quedó el niño alegre que solía estar en todas partes con una radiante sonrisa iluminando la vida del palacio.
- Creció.
- Lo noté.
Ambos caminaron en dirección al Pegaso blanco. Taehyung le acarició la frente. Extrañamente no se sentía bien de ánimos, su cabello perduraba celeste.
- Jimin, te puedo hacer una pregunta. -habló dudando de sus palabras; tal vez no sería bueno preguntar algo como eso.
- Por supuesto su alteza. -sonrió el mayor mientras recogía las flechas y las guardaba. El rubio se encontraba a un lado de Dejin, mientras que Taehyung estaba del otro mirándolo de vez en cuando mientras acariciaba al animal.
- Tu.. -inició con dificultad. De pronto formular una oración completa era verdaderamente imposible- Tu alguna vez.. -Jimin lo miró. Sus ojos azules eran hermosos- ¿Alguna vez has sentido cosas como el amor? Quiero decir, ¿Te has enamorado de alguien alguna vez? .-finalmente dijo al liberar una cantidad considerable del aire que tenía retenido.
- ¿Qué?. -ante la pregunta, Jimin quiso reír. Sin embargo al ver que no se trataba de ninguna broma la seriedad se apoderó de su rostro y todo movimiento que ejercía con su cuerpo, se detuvo.
- Ya me escuchaste..-prosiguió Taehyung- Alguna vez has sentido amor por alguien a pesar de no tener permitido hacerlo.
¿Amor? Pensó Jimin mirando el suelo.
"Sabes, muy en lo profundo de mi sabía que no íbamos a funcionar. Pero tú eras aquello que yo más deseaba, así que me mentí a mi mismo; intenté engañarme. Yo quería que esto funcionara. Mi error fue creer que tú también lo quieras así".
"¡Tú me hiciste creer en algo que en primer lugar nunca existió!".
"Que rara suena ahora para mí la palabra 'amor'. Si lo digo, no sé si me engaño a mi mismo, a ti, o a los dos".
"Es hiriente reconocerlo.. Pero yo para ti no significo ni la mitad de lo que tú significabas para mí, y por una de esas razones es que me voy. Que seas feliz aquí en el paraíso, Jimin".
- ¿Amor?. -logró decir Jimin esta vez en voz alta guardando esas dolorosas frases nuevamente en lo profundo de su mente; deseaba olvidarlas, pero no podía- ¿De dónde sacaste algo como eso?. -soltó una risa que ocultaba amargura y quizás algo de tristeza.
- Sólo responde.
- Nunca.. -dijo serio- Jamás.. -sentenció algo dolido- No sé lo que es.. Nadie aquí está capacitado para sentir algo tan característico y banal de la humanidad.
- Per-
- ¿A que viene esto, príncipe?. -preguntó no queriendo molestarse- No comprendo tu pregunta Taehyung, que esperabas que te dijera.
- Nada. -bajó la cabeza. Había sido un error preguntar eso- Me disculpo por eso, Jimin.
Taehyung no sabía que ocurría consigo. Había pensamientos extraños en su mente, preguntas raras, sueños, deseos, quería experimentar y ver las emociones de las que tanto hablaban sus libros. A sus ojos, parecía algo mágico.
- ¿Cómo estuvo la práctica?. -Seokjin, tan deslumbrante como siempre, fue quien irrumpió en el lugar. Jimin inclinó su cuerpo y cerró ambos ojos ante el Serafín. Algunos ángeles guardianes lo custodiaban portando armaduras doradas.
- Mejorando. -respondió Jimin.
- Me alegra oír eso. -Seokjin estuvo a punto de acercarse a su hijo, pero Taehyung retrocedió. Hizo una reverencia y volteó para dirigirse nuevamente al palacio.
- ¿Enserio está mejorando, Miguel Arcángel? -se atrevió a preguntar el Serafín una vez que su hijo salió de su campo de visión.
- Casi, Metatrón, casi. -volvió a responder Jimin, ahora estando sobre Dejin. Tomó su arco, colocó una flecha en el y apuntó en una dirección. Demoró 10 segundos en sentirse listo para disparar.
Seokjin y sus guardias se sorprendieron al ver como la puntería del arcángel era extrema. Había dado justo en otra flecha que se encontraba clavada en un árbol; la partió en dos.
- Amor. -susurró Jimin molesto de una manera silenciosa; fue incapaz de ser escuchado por nadie mas que por él mismo- Que ridiculez. -de pronto una lechuza blanca voló hasta posarse sobre el hombro del rubio- Es hora de irme, se me ha hecho tarde. Tengo trabajo. -se disculpó cortésmente- Su alteza, con su permiso.
El Serafín no dijo absolutamente nada mientras lo veía alejarse por los aires sobre el Pegaso; de lejos podía notarse la tensión que había entre su hijo y el tutor de este. Se preguntaba mentalmente qué cosa habrá dicho Taehyung para desequilibrar el estado de ánimo de Jimin; no con frecuencia el rubio tenía ese tipo de expresiones que inútilmente intentaba ocultar.