Nicolás Otamendi

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Este capitulo es de lejos el mejor que he escrito, disfruten.

"𝒪𝓁𝓋𝒾𝒹𝑒𝓂𝑜𝓈 𝓃𝓊𝑒𝓈𝓉𝓇𝑜 𝑜𝒹𝒾𝑜"


El ser amiga de Lola Otamendi traía sus beneficios, ser feliz y estar divertida todo el tiempo, hablar de nuestras cosas sin miedo a la falsedad de parte de ninguna, etc. Pero no todo era color de rosas, cuando empecé a frecuentar su casa después de la universidad conocí a su increíble madre y padre, tan atentos a nosotras que empalagaban, llegando a la raíz del problema. Nicolás, su hermano mayor.

Trate millones de veces de llevarme bien con ese engendro del demonio, millones.

Simplemente no congeniábamos al tener casi el mismo carácter de mierda, para solucionar el asunto nos evitábamos, fácil debido a su trabajo de tiempo completo. Sin embargo Lola me invito a pasar una semana con su familia tras la victoria de Argentina en la copa América, soportando a ese pibe siete días seguidos en una misma locación,  ¿Qué puede salir mal?

Ángela se puso los auriculares dado que su amiga iba durmiendo, escuchando música a todo volumen en el asiento de el lado del pasillo, la forra le había ganado el puesto en la ventana.

De la nada el sonido abandono su oreja derecha haciendo que de un saltito en su lugar.

--- Que música depresiva angelita.

Angelita. Que apodo tan nefasto, lo único que salía de su boca. 

--- Ya tenias que venir a romperme las bolas Nicolás.

El recién mencionado se rio de su sufrimiento.

--- Fijate que digo lo mismo, tanto que me odias pudiste negarte a venir. ---asintió como si hubiera resuelto el acertijo--- Que me vas a odiar vos, pendeja mentirosa.

--- Si vine es por el resto de tu familia insoportable, deja de creerte el centro del universo.

Le quite el auricular bruscamente haciendo que se ría mas fuerte.  

Dios apiadate de mi alma.

(...)

Tres días pasaron, días en los que fingí no saber de su existencia saliendo a todos lados con Lola para disfrutar al máximo estas mini vacaciones, yo le hacia el aguante de dejarla ponerse en pedo estando sobria todas las noches así cuidaba de ella, sus padres no eran fanáticos de la diversión de esos grados. No quería contradecir ninguna crianza, solo crear recuerdos de libertad para mi amiga, sin llegar a pasarnos de la raya.

Una de esas noches llegue a la cabaña con una botella en mano, tomada prestada de la mesa de una juntada mas aburrida que el culo, Lola subió las escaleras inmediatamente dispuesta a desvanecerse entre las sabanas sin existir alguien que la despierte del profundo sueño.

El insomnio y la regresión de mis pasos hacia el sótano de servicio con las luces encendidas dio lugar a las dudas de ver a el segundo hijo con la mirada perdida.

Toque el marco queriendo avisar que estaba ahí recibiendo una sonrisa vaga.

--- Ya llegamos.

--- Lo veo. ---el sillón viejo rechino un poco cuando se movió--- ¿Te vas a bajar toda la botella vos sola?

Hubieron dos respuestas obvias que dar, la primera era una con sarcasmo y la segunda un comentario hiriente. No obstante su cuerpo dio una totalmente sin permiso de la dueña.

--- No.

Camino los pasos restantes hasta el sofá luchando con la falda que se me subía cada tanto. 

--- Entonces...

--- No me hagas decirlo, ya debes imaginarte.

--- Claro, la misma Ángela de siempre. Por un segundo creí que habías dejado eso atrás.

--- Si lo hubiera dejado atrás no seria yo misma. ---destape el vodka sin apartar la mirada--- Pero hagamos una tregua.

--- Acepto.

Entre tragos y polvo suelto del ambiente nos terminamos la botella, Otamendi trajo una de su reserva privada, alias abajo de su cama, e iniciamos el mismo proceso.

Honestamente ambos lucíamos borrachos, no tanto para desvariar pero lo suficiente para estar en el mismo rango sin tirarnos trompadas.

--- Es que el pibe tenia mal aliento te juro, al toque fingí que me llamaban y escape por poco. ---relate la historia de mi vida entre carcajadas pasando el alcohol de el a mi.

--- Que mal orto boluda. Yo por suerte tengo un montón de minitas para elegir...

Dijo jodiendo pero era cierto.

--- Uy guarda, el don juan.

--- Hacete nomas, seguro que sabes de lo que hablo muy bien.

Y si, Lola me contaba todas y cada una de las chicas que trajo este panflin a su casa, no eran tantas para asustarse sin embargo sus redes sociales explotaban de propuestas indecentes.

--- No se que te ven de lindo, debe ser la billetera.

Otamendi se relamió los labios con la expresión indescifrable.

--- Lastima que penses eso, seguro que te haría cambiar de parecer.  

Fue una de esas cosas que solo sucedió, no recuerdo haber pensado que pasaría después de esa decisión tan alborotada ni en las consecuencias de tal acto de traición a mi mejor amiga, pero en un momento posterior le estaba comiendo la boca a mi peor enemigo mientras el me apretaba el orto a su antojo.

La mayor parte de mi vida me guie por ser impulsiva, esta no seria le excepción.

Moví mis caderas de adelante a atrás despertando a su amiguito palpitante, nuestras lenguas se encontraron luchando por el control y la posesión del poder entre el uno y el otro, el hambre se hacia notar haciendo crecer las dudas de que tanto lo odiaba.

O lo odiaba y deseaba a la vez.

Me saco el top liberando mi busto ante su admiración, cada maldito segundo valió la pena si tenia a tal hombre comiéndome con la mirada.

Incluso cuando la voz sorprendida de Lola Otamendi grito nuestros nombres.

Cherry Shots / La scalonetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora