Cherry Shots / La scaloneta

Nicolás Otamendi y Cristian Romero

"𝒥𝓊𝑒𝑔𝑜 𝒹𝑒 𝒶𝓂𝒾𝑔𝑜𝓈"

Guadalupe Scaloni no interrumpía las reuniones de su papá nunca, se abstenía de salir de su habitación hasta que el la llamara. A veces usaban su casa como punto de encuentro teniendo que lidiar con hombres yendo y viniendo escaleras abajo a su antojo, como ya se aprendió los horarios de memoria bajaba solo en medias para no hacer ruido cuando el estomago le rugía necesitando comida.

Los escalones rechinaban un poco avisando su llegada, detalle que nadie escuchaba. O eso creía.

Abrí la alacena buscando el paquete rojo de doritos, ya teniendo el restante de alimentos artificiales en la mesada lista para huir en cualquier momento, solo que no contaba con encontrarlos arriba de todo.

El mármol de la mesada estaba mojado, la flojera de ir a conseguir un trapo limpio me dio una idea complicada ; subirse arriba de una silla para tomar altura.

Probablemente mi imaginación omitía los tamaños desproporcionales entre una mini silla y el lejano snack, atrofiando mi plan. Se preguntaran por qué simplemente no lo dejo ahí y me voy, eso se responde solo, los doritos son difíciles de olvidar por lo que mas tarde iba a venir a buscarlos exponiéndome ante los señores invitados.

--- Doritos del orto...

Apoye las manos encima de la superficie impulsándome todo lo que pude, de repente una presencia ajena detrás de mi cuerpo y unas manos notablemente mas grandes que las mías bajaron el apreciado paquete.

La respiración mentolada en mi cuello erizo mis vellos ocasionando que volteara casi sonrojada.

--- No era tan complicado al final.

Uno de los misteriosos dueños de las voces en la sala se encontraba frente a mis ojos, fruncí el ceño cayendo en que les agregue muchos mas años de los que tenían, porque este hombre aparentaba juventud.

--- Gracias.

Mire hacia atrás lista para irme cuando vi a alguien mas parado en la puerta. Confirmando mi equivocación con las edades.

--- Ota, te perdiste justo cuando le rompí el orto a Scaloni en la partidita...---dijo bajando el tono de voz a medida que se daba cuenta de mi, compartieron miradas extrañas.

--- Dale cuti, que mal educado. ---se burlo el otro, los apodos me desconcertaron, pero mas que las supuestas reuniones importantes fueran excusas para jugar idioteces. Ya te las vas a ver conmigo viejito.

--- ¿Quién es ella?

--- La nena de Lionel, mirale la carita gil, son iguales.

Actuaban como si yo no estuviera ahí presente, aproveche eso recogiendo los envoltorios cuidadosamente.

--- Eu, ¿Cómo te llamas?---dijo el tal cuti.

Mientras mas rápido respondas, antes te podes ir...

--- Guadalupe.

Cristian asintió recordando un par de detalles que su director técnico menciono sobre su familia, aparentemente la chica que casi entraba a tercer año de la universidad era la misma en persona, sin embargo su aspecto le restaba años considerables.

--- ¡Otamendi! ¡Romero! ---gritaron desde la sala.

Finalmente desapareció dejando solo su fragancia en el aire.

Los siguientes días de juntadas, mejor propiamente dicho, papá me dijo que estuviera con el. A juzgar por mi descubrimiento de la cocina ya no necesitaba mantenerme oculta, según sus palabras solo temía que me aburriera y sus jugadores no eran de hablar justamente cosas tranquilas, le recordé el temita de mi edad haciendo énfasis en que las generaciones de ahora la tenían mas clara de lo que el creía. Menos yo, pero eso no tiene por que saberse.

No me maquille ni vestí tan ostentosa, la remera vieja de arctic monkeys y las converse me hicieron el aguante.

Bostece por tercera vez aburrida de tanta cháchara futbolística, los miembros de la selección casi no interactuaron conmigo tal como esperaba, mi progenitor los tenia cortitos.

Me hicieron señas de pasar un teléfono a dicho hombre.

--- Otamendi...---susurre sin saber su nombre.

Eso lo hizo sonreír.

--- Te acordas de mi.

--- Ni que fuera una vieja chota.

Trate de decirlo lo mas bajito posible solo para mi, sin embargo su risita ronca me delato.

--- Guada guada, ¿queres jugar un juego?

El espacio del sillón a mi lado se hundió, ahora tenia a Otamendi y Romero de derecha a izquierda encerrada en el medio.

--- Depende.

--- Yo nunca nunca. ---finalizo el morocho por el.

Como estábamos alejados del resto y la conversación de mi papá los mantenía entretenidos, realmente quería aceptar.

--- Okey.

No se a ciencia cierta de donde mierda sacaron escabio pero en dos segundos llenaron los vasos vacíos donde anteriormente había agua con vodka. Mire a Romero con duda, este se encogió de hombros fingiendo inocencia.

--- Bueno, yo nunca nunca...

Y así preguntaron por unos minutos cosas tontas hasta que de la nada cambiaron radicalmente la intensidad de las mismas, controle ligeramente afectada por los tragos que tuve que dar, a Scaloni. Suerte para nosotros el volumen de las voces cubriendo nuestro hablar.

--- Yo nunca nunca me he interesado en alguien mayor que yo.

Frene en seco la acción de mi mano entrecerrando los ojos, ¿a quien le viene mal un poco de diversión?

A demás de que los dos me parecían atractivos, lamentablemente.

Bebí un sorbo analizando sus reacciones atentas, llego mi turno. --- Yo nunca nunca me he interesado en alguien menor que yo.

Otamendi sonrió de lado chocando los vasos en un brindis con su amigo. Aprecie su nuez de adán subir y bajar cuando el liquido paso por sus gargantas.

--- Yo nunca nunca estaría con dos a la vez...

--- Vamos Guada, te quiero mostrar algo hija.

Los latidos de mi corazón aumentaron en un subidón de adrenalina. Me sentía llena de energía y colmada de un sentimiento que carecía de participación en mi cuerpo hace mucho, intensidad.

--- Nos vemos chicos.

Me despedí de ambos sonriendo demostrativa, pegándole un ultimo trago a mi vaso causando una confirmación a sus palabras en pleno escape.

--- Que hija de puta.

ota y el cuti me vuelan el bocho, que decirles

pregunta, apoyan otros one shots narrados mas picantes? yo me guio por ustedes BUE