¿Como estará el?
¿Que pensará el?
¿Que hará el?
¿Que hare sin el?
¿Que hare para lidiar con esta soledad...?
Sin el...
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La marea suele subir y bajar, es tan impredecible. Al igual que está situación, donde en un momento todo puede estar bien y en otro todo parecer un infierno.
Pero ahí sigue ella... dandolo todo, intentando seguir, sintiéndose tan miserable por la forma en la que su espíritu se desplomó solo por un hombre.
Por ese hombre.
Su hombre...
Al menos el que era su hombre.
Algo que podía decir con orgullo a todas horas del día, pero sin llegar a presumirlo con absolutamente nadie, esto debido a que, en esos tiempos, una parte de ella sería avergonzada sobre el tema. Esto no era para nada raro, con tan sólo pensarlo un momento, te das cuenta que si es muy inquietante que de un momento a otro, todos tus principios y valores con los que creciste se derrumben por la ilusión de un nuevo sentimiento, por el anhelo de experimentar una sensación totalmente desconocida pero que se siente tan bien.
"Si hubiera sabido que la ruptura duele tanto... jamás me hubiera enamorado en primer lugar..." Diría Tatsumaki en su mente, mientras terminaba de comer el desayuno que había ordenado "Aunque supongo que eso es algo que no puedo controlar... simplemente sucedió" La pequeña esper continuaba lamentando el haberse metido en esta situación, extrañando como era su vida antes de haber conocido a Saitama.
Siendo una chica fuerte, imparable, poderosa, insaciable, alguien que si bien cargaba con sus propios problemas personales, sabía como guardarselos para si misma, dando la imagen de una mujer invencible que no tenía debilidades.
Pero ahora... su frustración y tristeza eran tan fuertes que ni siquiera podía retener sus horrores del pasado, sino que, en su lugar, salían a flote más fuertes que nunca, siendo un añadido extra al dolor emocional que ya presentaba.
Lo único positivo es que, tuvo razón en algo.
El tiempo si lo cura todo.
¿Como saberlo?
Habían pasado dos semanas desde que se emborracho hasta casi morir, dos semanas desde la última vez que hablo con Saitama, y también... dos semanas desde que no sabe absolutamente nada de Fubuki.
Todo ese tiempo estando sola, en la seguridad de su departamento, recibiendo los lujos que merecía por su estatus en la clase s fueron de ayuda para acostumbrarse a ese dolor.
Sabía muy bien que la soledad la estaba matando, pero prefería que la soledad sea la asesina de su ser, a que lo sea cualquier otra cosa. Esto porque, al menos con la soledad, su muerte era lenta y silenciosa, lo que sería muy diferente si se dejaba llevar por todos sus impulsos de querer volver todo a como era antes.
Esas voces en su cabeza que la alentaban a llamarlo, a buscarlo, a amarlo, a rogarle por una segunda oportunidad, eran melodías que ella prefería ignorar.
Puede haber perdido muchas cosas, pero por lo menos, quiere conservar una parte de su orgullo, aunque sea una poca.
Todo este desinterés de su parte la llevaba a su estado actual, estando sucia, con su hogar hecho un desastre, completamente aislada del mundo exterior y viviendo cada día como si estuviera en una simulación.