La familia Álvarez gozaba de grandes y buenos hijos, todos siendo la punta más alta de la casta alfa, alfas dominantes, semilla pesada, alfas que fácilmente podían dominar a otros de menor categoría, donde hasta los mismos omegas caían desmayados por el terrible olor de sus feromonas más concentradas.
Aparte de tener orgullosos a los padres, estos también eran talentosos, los padres de esos chicos eran sin duda más que orgullosos, ellos tenían un grato talento en el boxeo, donde audicionaron en Guadalajara, pequeños entrenamientos de boxeo.
El primero en traer ese orgullo nuevamente a la familia Álvarez fue Rigoberto, desde pequeño comenzó a entrenar arduamente hasta conseguir un nivel extraordinario a tan joven edad, y aunque fuera un pequeño niño, los padres ya tenían conocimiento de que sería un gran alfa, estaba pasando por un proceso de acomodamiento, los colmillos estaban comenzando a salir.
Estaban tan orgulloso de el.
Todo el árbol genealógico de la familia eran grandes boxeadores, y eso es lo que querían para sus hijos.
Por lo cual después de tan esperados años, el octavo hijo había llegado para dar orgullo a ese gran apellido que contaba historias que solo salían y salían, verlo allí, en primera estancia como cualquier bebé recién nacido, era extraño que no naciera en camada como fueron los otros hijos, era el único hijo que nació, irónicamente, siendo único.
Verlo allí con ese aspecto frágil, cabello rizado y montones de pecas esparcido de su rostro y hombros, los padres del pequeño pecoso, Ana apreciaba a su dulce hijo, estaba seguro que cuando fuera grande sería un excelente Alfa, lo notaba por sus genes maravillosos, siendo una madre alfa orgullosa junto a su esposo Santos, ambos dieron la bienvenida más feliz a el que sería el nuevo prodigio de la familia.
Saúl Álvarez Barragán.
Ese bebé fue bautizado con ese nombre, la linda noche fue celebrada en un fulgor exorbitante y alegría.
Más para el hermano mayor de la familia Álvarez, Rigoberto vió con unos ojos vibrantes a su nuevo hermano, verlo allí, tan pequeño y dulce, lo hacia querer protegerlo de todo mal.
Así sería.
El se lo había prometido.
El tiempo pasó, y con ello todos fueron creciendo, los hermanos mayores siguieron su entrenamiento, Rigoberto era sobreexplotado en una fuerte dependencia en hombros, ser el hermano mayor, y próximamente un estrellato del boxeo, sería algo de lo que tendría que mantenerse siempre, el sudor que soltaba emanaba fuerte olor a mentos, por ellos el tenía que tomar inhibidores para que ese fuerte olor no afectase con quienes peleaba.
El boxeo era un deporte fuerte, que solo podían soportarlo Alfas, ya sean dominantes, o simplemente alfa de menor semilla, es por ello que el deporte es uno muy estricto, que hasta un simple beta podía presentir esas fuertes feromonas que soltaba un alfa de mayor casta.
Y allí se encontraba, en el ring, entrenando rigurosamente sin tiempo a un descanso el hijo mayor de la familia Alvarez, soltando fuertes suspiros, sudando gota gorda y de paso el dolor enorme en todo su cuerpo, su musculatura iba creciendo mediante las torturas extremas del entrenamiento, hacian su funcionar.
—¡Doscientos más! ¡Vamos hijo tu puedes! —decia Santos Álvarez teniendo un temporizador en una mano mientras que en la otra estaba sosteniendo su cadera, apreciando la velocidad en la que su primer hijo golpeaba el saco de boxeo, cada golpe sonaba mas contundente que el anterior.
El chico estaba enfocado en ser el orgullo de sus padres, ser alguien muy veloz y sobretodo.
Ser un ejemplo a seguir para su querido hermanito, Saúl.
Cuando su padre anunció un minuto, dió el golpe final, fue tan fuerte que el mismo boxeo terminó rasgándose, a pesar de tener una tela sumamente gruesa, sonando como cortaba el aire con una de sus poderosos golpes directos.
Eran mortales, sin duda.
Al ser el alfa de la categoría más alta, su fuerza era abismal, no por nada son de lo más temidos en el mundo.
Con su respiración errática, sin importarle poco como había dejado ese saco, volteo a ver a su padre el cual se mostraba emocionado.
—doscientos cincuenta golpes lanzas te, hijo, sin duda rompiste tu récord, te mereces ese descanso —se acerco a darle agua directo, donde apreció como la tomaba sin descanso, ese desesperar próximo, mojando tambien su cuerpo por el terrible calor que tenía.
Era tan cansado entrenar, pero todo sea por ser el modelo próximo de sus hermanos, y más del pequeño Saúl.
—¡Hermanito!
Escuchar esa vocecita, lo hizo sonreír, no había creído que realmente habían traído a pequitas, que al voltear hacia atrás vio como su hermano caminaba con la mano tomada de su madre, ver esa sonrisita que demostraba la inocencia del mundo, sus sentidos animales le dictaban protegerlo de todo mal.
Ese sentimiento fraternal de hermano mayor, siempre había estado allí, y el vínculo era más estrecho con el menor de todos.
—¡Pequitas! —con calma salió del ring para ir con su hermano de cinco años, estrecharlo entre su cuerpo, escuchando como hacia muecas de asco al abrazarlo todo sudado y mojado, pero a él no le importaba, solo quería demostrarle su cariño mediante ese abrazo.
—¡Te Vi! ¡Estuviste genial "golpeando" ese saco! ¡Pium Pam Pam! —hizo unos gestos como si el también boxeará, viendo a sus ojos con ese brillo infantil— ¡Cuando sea "gande" seré un gran boxeador como tú!
Que lo dijera, había hecho que se estremeciera, viendo la gran sonrisa resplandeciente de su queridos hermano.
Sonrió a boca cerrada.
—si... Serás un Gran boxeador, hermano.
Se agachó quedando de cunclinas dónde acaricio ese cabello rizado pelirrojo de su adorado hermano, quien solo soltó pequeñas risas ante gesto amoroso.
—Llegan a tiempo, es hora de retirarnos, pasamos por ustedes porque iremos a chequear como nuestro bebé avanzaba en sus hormonas animales, estamos ansiosos de que nos digan lo que ya sabemos de Saúl, un gran alfa, poderoso como su hermano mayor —decia la madre, Ana solo veía como su pequeño era alguien bastante imperativo, y aunque se apreciaba más delicado que como fueron sus demás hijos, sabía que su pequeño sería un alfa dominante como todos allí.
Toda la familia, menos su esposo al ser un Omega, eran alfas, hasta su hija.
Los genes dominaban más que ser Omega.
Realmente dudaban que algo podría pasarle a su pequeño.
Saúl debía ser un Alfa...
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Aclaraciones:
-ANGST
-Violencia intrafamiliar
-escenas fuertes
-+18
-drama
-suspenso
-temas sensibles.
-depresion
Al inicio de un capítulo habrá twigger warning donde explico que tema sensible se tocará.
Dibu ! Top : Canelo ! Bottom
¡Disfruten!
Aña
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𝐇𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧𝐨 [𝐃𝐈𝐁𝐔 𝐗 𝐂𝐀𝐍𝐄𝐋𝐎]
Fanfiction[Historia seria] [ANGST & +18] La familia Alvarez de generación en generación a sido una enorme familia de Guadalajara, Jalisco, donde emergió leyendas, donde la sangre de todos corría el talento de boxeo donde la mayoria ganaba, teniendo éxito a to...