el caso Derrick

03

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23 de Septiembre de 1998

La primera vez que Agnes vio un fantasma, fue en el lago que estaba a unos minutos de su casa, que tenía un gran y frondoso árbol detrás ocultando los rayos del sol.

Era una niña con la piel algo azul y amoratada, tenía los labios quebrados y muy pálidos, y su largo cabello castaño estaba empapado. Su nombre era Lucy. Agnes se acercó a ella, extrañada de verla en esa condición sin ser notada por nadie y, sobre todo, sola.

—Hola. ¿Estás perdida?— le preguntó la más pequeña de los Gallagher.

La niña la observó con una mezcla de terror y sorpresa.

—Yo... No lo sé, estoy asustada— sus ojos castaños se llenaron de lágrimas.

La pequeña niña le sonrió tranquilizadoramente.

—Está bien, no te preocupes— le dijo tratando de reconfortarla. —A veces también me asusto pero mi hermano Axel me prometió cuidarme, así que ya no tengo miedo.

Axel, ante la mención de su nombre en la distancia, rompió su concentración en la tarea que tenía a la mano y volteó su mirada hacia donde se encontraba su hermanita menor, frunciendo las cejas al verla hablando sola.

—¿Mamá?

Julia dejó de acomodar la manta en el suelo y se volteó hacia su hijo.

—¿Sí, cielo?

—¿Desde cuándo Nessie habla sola?

La mujer dirigió su mirada hacia su hija menor, viéndola sonriendo y, en efecto, hablando sola.

—Axel, ¿puedes asegurarte de que no se acerque al lago? Agnes no sabe nadar todavía.

El joven observó a su madre con incredulidad al darse cuenta de que no había respondido su pregunta.

—En serio, má. Agnes no hablaba sola.

Julia suspiró exasperada y sonrió forzadamente mientras observaba al chico.

—Hijo, tu hermana tiene cuatro años. Es normal que tenga amigos imaginarios, es todo. Ahora, por favor, asegúrate de que no se vaya a hacer daño mientras me encargo de esto.

Axel no se atrevió a llevarle la contraria a su madre ni mucho menos decirle que no le había estado prestando atención a Agnes por alrededor de dos semanas, simplemente suspiró y avanzó hacia el árbol donde su hermana se encontraba, viendo de reojo a sus hermanos que tampoco parecían haber notado a la más pequeña de la familia en esa condición.

—Me llamo Agnes. Mi mami me dice Nessie pero también me dicen Aggie— le enseñó su pulsera azul con su nombre grabado en ella.—Voy a cumplir... cinco— y levantó los cinco dedos de su mano derecha con una sonrisa. —¿Cómo te llamas?

Los labios de la niña temblaron un poco.

—Es... yo... uh... Lucy— tartamudeó.

—¡Qué bonito! Me gusta tu nombre— le sonrió, tratando de calmarla, pero nada de lo que hacía lograba su cometido.

—¿Aggie?

La pequeña rubia volteó hacia su hermano mayor, Axel, que la observaba con una mirada cargada de preocupación.

—¿Qué haces aquí? Este lado es muy peligroso.

—Estoy hablando con mi nueva amiga, se llama Lucy.

Axel se remojó los labios, buscando la manera de decirle a su hermana menor que ahí no había nadie pero no supo qué decir.

—Oh, bueno, quizá tu nueva amiga, Lucy, quiera acompañarnos a comer.