• 1 •

58 11 2
                                    




Cuando pisé el terminal de tren del pueblito al noreste de Londres, no sentí nada más que emoción por conocer otro lugar tan recóndito del mundo. Era un pueblo pequeño y por lo que había visto desde el tren, también acogedor.

No fue hasta el sábado por la tarde cuando vi las rendijas de la puerta de madera y sentí el bullicio que provenía de la casa de campo blanca y de ventanas grandes, que me entraron los nervios. La calle estaba atestada de autos, y si suponíamos que cada uno de ellos vino a capacidad media eran por lo menos 20 personas dentro, y con eso en mente la verdad ni siquiera me di cuenta de que toqué el timbre de la casa, pero me arrepentí por no haber respirado antes, me aprete las manos sudorosas en los bolsillos. Ojalá nadie me de la mano. Quizás no debí venir, quizás no debí contactar a Anne y mucho menos mantener el contacto con Bárbara después de la muerte de Lewis. Si no hubiese venido, no lo hubiesen notado, ni siquiera me hubiesen llamado, ni siquiera hubiese...

-          ¡Pero miren quien llego! - sentí su voz gruesa y entonada feliz que me hizo salir de la divagación de mi mente

-          Hola Rob

Fue lo único que pude decir antes de sentirme rodeada de sus brazos regordetes y sentir el espesor de su bigote en mi mejilla seguido de un sonoro beso

-          Pensé que no vendrías Maggie- me miro no sé si de modo reprobatorio o triste- no respondiste los mensajes de Anne – definitivamente era reprobatorio-

-          No he podido activar el SIM ingles Rob – le entregue una sonrisa intentando excusarme- de dónde vengo las cosas funcionan más simples – bromee mientras el palmeaba mi espalda, dirigiéndome a la casa.

Era hermosa, y desde afuera no se le hacía justicia a los grandes ventanales que cubrían la casa desde el techo al piso dándole luz y vida a el cuarto de estar de concepto abierto, las personas conversaban en el patio trasero atestado de gente,tal como había sospechado,familiares, familiares que no conozco. Fue el amable recordatorio de mi mente.

-Anne fue en busca de Barbara a la pastelería, deberían volver en cualquier momento. - menciono Rob antes de darse vuelta y ofrecerme una cerveza.

Y aquí estoy, sentada en una mesa plegable en el patio trasero de la casa de Anne & Rob con una cerveza inglesa en la mano que es más malta que lúpulo, mirando como toda la familia que vi dos veces en mis 27 años comparte como casi todos los fines de semana. Las nubes grises cubren el cielo, y hay poca brisa. Anne me había contado que los días así eran típicos en esta zona, pero que casi no llovía por estas fechas, bueno estábamos en Julio, casi pleno verano.

A mis espaldas había un gran árbol que se notaba tenía muchos años ahí que daba vida al patio, y que ganas tenia de tirarme ahí abajo y echarme una siesta.

El patio rodeado de una reja pequeña de madera antigua. Era muy acogedor, me sentía muy cómoda, aunque estuviera sentada, sola, y tomando una cerveza.  Si me viera Rosie diría que parezco una borracha despechada, y no estaría tan lejos de la realidad. Ay dios mío, debería irme. Me removí en la silla, y acomodé las piernas, una sobre otra, una y otra vez.

Aunque si era sincera, estaba aquí solo para conocer de más cerca a Anne, Rob y Bárbara porque quería saber todo lo que podrían contarme de mi padre.

Además, realmente no sabía que conversar con el resto de la familia porque no los había visto.

Nunca.

Ni una sola vez.

Se me soltó un suspiro largo y pesado. Anne aun no llegaba, y claramente no lo haría por un par de minutos más, u horas, quién sabia. Así que me dedique a sacarle fotos al cielo, a los árboles, y a leer un poco. No tenía datos móviles, no tenía nada que pudiera conectarme aún con casa, y la verdad no quería hacerlo por un par de horas...o días.

• Camino a casa • H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora