CAPITULO 3. Encuentro

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—¿Tú quien eres y qué haces aquí?—

Estaba irritado, ¿irritado? Esa no era una palabra que expresaba su frustración en el momento, logró pasar todo un tráfico inmenso, luego empezó a escuchar que el camino que recorrió sufrió un deslave e inundación, lo que significaría que no podría tomar retorno para rendirse con la idea del "descanso", posteriormente llegó a la recepción donde la chica que lo atendió con el nombre de "Konan" ni le dio llave solo le dijo "—Usted es el señor Uchiha vaya como Obito ¿Son familia?... Bueno no importa la chica es afortunada en verdad espero se diviertan, su llave está en la entrada de la habitación—"

Simplemente quizó ignorar todo eso, para ser recepcionista es muy habladora, pero lo que le faltaba era tener a una persona extraña en su Suite que no se atrevía a encararlo ¿Qué hacía en su habitación?¿Porqué tiene las llaves? ¡¿No puede tener un minuto en paz?!... sus vacaciones empezaban a arruinar su estabilidad o tal vez no era muy paciente.

—Te he dicho ¿Quién eres y qué haces aquí a menos que te saque de aquí a la mala?— cuestionó más malhumorado que la anterior vez.

La chica estaba tensa, su voz le causaba pavor ¿Ese sería su Jefe?, se giró lentamente para descubrir el causante de esa voz y verse frente a frente, sus miradas se encontraron y una brisa entró en esa habitación, ambos al encontrarse quedaron atónitos.

—Hinata...—

—...Sasuke—

Sabía que de algún lugar había escuchado ese apellido, ¿Cómo pudo olvidar al rebelde y frío Sasuke Uchiha?, aquel hombre que le robó su primer beso en aquel salón de clases que compartían hace 10 años cuando aún estaban en secundaria,

Me gustas Hyuga

Fueron sus palabras la primera confesión que escuchó en su vida y la que nunca se esperó, porque Sasuke Uchiha era el chico más idolatrado y si se puede decir acosado de su grupo o incluso de toda la secundaria, sin duda eso la ayudó a comprender que tal vez no era tan "fea" como solía pensar, lamentablemente no pudo corresponder a sus sentimientos y después del instituto nunca supo de él.

Era ella, la chica que siempre le gustó, seguía siendo la misma tímida, torpe tomate rojo de la secundaria, desde niños se conocían, pero antes de entrar al instituto se confesó, tal vez ese fue su error, el encapricharse demasiado tarde, porque cuando la empezó a notar fue a mediado de secundaria, pero ella solo dijo...

—L-lo siento me g-gusta alguien más

Fueron sus palabras, esas palabras que lastimaron su orgullo sus sentimientos, nunca supo de la persona que le había robado a la mujer ideal, una chica amable, respetuoso, inteligente y hermosa tenía tantas características positivas que le extrañó que ningun chico notara eso, simplemente idiotas.

Despues de eso prefirió estar "solo" en cuestiones amorosas, pero ahora ella estaba ahí, años sin saber de ella.

—Uchiha-san ¿Cuánto tiempo?, y-yo... perdone por molestar es que...— rompió el momento, Sasuke fijó su atención en ella seguía con su tartamudeo cuando estaba nerviosa —...necesitaba su firma para poder trabajar en su empresa y vine...— la voz del Uchiha la interrumpió.

—No cambias Hyuga...— dió una media sonrisa —aún eres persistente cuando quieres algo— se cruzó de brazos y la chica se sonrojó.

—Necesito el empleo— agachó la cabeza apenada.

El joven de mirada oscura, vió tal acción le molestaba verla decaída, pero escuchar que su tartamudez desapareció reconoció que era algo serio —Te daré la firma— vió como la oji luna abría sus ojos emocionada al levantar la mirada y cómo le regalaba una de sus sonrisas esas sonrisas que lo volvían loco cuando eran plenos adolescentes.

—Gracias no le fallaré— Sacó una hoja y bolígrafo de su chamarra nerviosa, casi temblando se acercó a él para entregárselos.

Con intención y travesura él acarició su muñeca al tomar tales objetos, miró como la peliazul dió un pequeño brinco, le gustaba ponerla nerviosa —No te haré nada— sonrió victorioso.

Ahí estaba el recargando en la cama para firmar y ella de pie aún en el gran ventanal observando como el Uchiha se concentraba para leer, sabía que aquel hombre era apuesto, pero al crecer era aún más.

Se miraron un rato, sintieron lo mismo que habían sentido hace una década, una joven ahora adulta de cabellos azulinos nerviosa ante la presencia de aquel pelinegro y este solamente mirándola como antes cautivandose con su belleza.

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Continuará

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