El beso de la tentación

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Las pisadas de los caballos se apagaron cuando llegaron a un pequeño claro en medio de la noche

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Las pisadas de los caballos se apagaron cuando llegaron a un pequeño claro en medio de la noche. La ruta más corta hasta la ciudad de la bruma eterna conllevaba no pasar por ningún pueblo colindante, por lo que aquella noche debían de dormir bajo el manto estelar.

Saoire detuvo su caballo y se bajó de la montura. Los demás hicieron lo mismo y dejaron los caballos atados a un tronco podrido.

Melione no hablaba mientras rebuscaba entre los petates y sacaba la lona que formaba la parte alta de la tienda.

―Entiendo que vosotros veis en la oscuridad, pero yo no. Si me podéis ayudar a montar la tienda sería mucho mejor.

Cian se acercó a ella y la ayudó, la pelirroja aprovechó la oportunidad y agarró a su amiga del codo. Arrastró a Antheia entre unos árboles y la estampó contra el tronco, después puso su mano sobre él y la aprisionó contra su cuerpo.

―¿A ti qué coño te pasa?―le dijo en tono despectivo.

―No entiendo tu pregunta.

Le cogió el brazo y lo apartó.

―No eres mi pareja como para pegarte tanto a mi.

―Tranquila que como van las cosas dentro de poco no tendrás pareja.

Antheia se cruzó de brazos y le lanzó una mirada que indicaba que no estaba de humor.

―Has visto lo mismo que yo. Es un blanco fácil y la estamos llevando a la guarida del lobo ¿Qué crees que hará cuando descubra todo?

―No sé, tal vez usar su poder de semidiosa y cargárselos a todos.

―Soy la única que se preocupa por ella por lo que parece―le enseñó los dientes.

―No, eso sí que no te lo paso, zorra. Los tres nos preocupamos por ella.

―Si tú casi ni la conoces.

―Pero creo en ella, y si tengo que seguirla hasta la muerte lo haré.

―Tal vez por esto acabe muerta. No es la primera vez que casi se muere―suspiró.

―Y cerrarte a tus sentimientos, abandonarla emocionalmente y convertirte en la máquina de matar que una vez fuiste no es la solución.

―Y tú que coño sabes, joder, si vas detrás de Cian como una gata en celo.

La apartó de un golpe y se escabulló de forma sigilosa entre los árboles.

―No te metas en mi relación, cocodrilo.

―¡Qué te jodan, víbora!

Saoire se apoyó contra un árbol y se llevó la mano a la cara, después bajó la cabeza y su cabellera rojiza le rodeó las facciones.

―Es que es cabezota, joder.

Golpeó con el tacón de la bota la tierra seca y esta se desprendió levantando algo de polvo.

Reino de desolación y espíritus quebrados [Legado Inmortal 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora