Cian caminaba entre los pocos transeúntes que frecuentaban aquella calle alejada de los barrios presidenciales de la ciudad. Nunca había estado fuera de Emyerald y menos en una ciudad humana por lo que todo lo que estaba al alcance de su vista era fascinante y terriblemente vulgar a partes iguales. No había nada especial que diferenciara su ciudad de la de los humanos y no sabía si estaba desilusionado o contento por ello.
Lo único que cambiaba aquello era que estaba a solas con Saoire y su corazón repiqueteaba como sus pasos sobre el adoquín. Mientras ella miraba debajo de su capa a todas las pequeñas tiendas que había en la calle, si es que se podían llamar tiendas a cuatro palos puestos sobre una tela a modo de carpa y las mercancías expuestas en el suelo sobre unas raídas alfombras.
Advirtió que ella se detuvo un momento y que se quedaba mirando en una esquina. Él miró en esa dirección y vio una figura femenina apoyada contra la pared de un edificio que había visto mejores días.
―¿Quién es?―le preguntó mientras ella retomaba el andar, pero en su dirección.
―Alguien a quien me gustaría asesinar―dijo en un hilo de voz.
Cian se tensó y palpó sus dagas debajo de su capa, estaban en su cinturón junto al arma que le había regalado Melione.
―¿Y que piensas hacer?
―Hablar.
Saoire se acercó a la hembra misteriosa y colocó su brazo izquierdo a la altura de su cuello.
―¿Que haces aquí Fenit?
―Hola, Saoire. No te veía desde hace mucho tiempo.
―He estado ocupada.
La aludida se quitó la capucha. Tenia su pelo rubio recogido en una coleta alta y sus ojos verdes deslumbraban debido al brillo de un farol cercano. Estaba cubierta de cuero y el pudo ver cuando puso su mano en su cadera de forma distraída que estaba armada hasta los dientes como ellos.
―Eres de Emyerald―dijo Cian.
―Dilo mas alto―dijo mirándolo con el ceño fruncido.
―¿Qué haces aquí?―le preguntó su compañera con hierro en la voz.
―Lo que deberías de hacer tu, trabajar.
―Quien te ha dicho que no lo estoy haciendo.
Fenit se irguió cuan alta era y bajó la cabeza para mirar a Saoire que era una cabeza más baja que ella. Por lo general las hadas de Ioin eran más bajas que las de Emyerald y Cian pudo ver la diferencia claramente entre ellas.
―Ha corrido la voz que has salido del nido, ya no eres fiel a la reina.
―Soy fiel a la reina.
―La puta humana no es la reina―escupió la frase.
ESTÁS LEYENDO
Reino de desolación y espíritus quebrados [Legado Inmortal 3]
FantasyUna nueva guerra esta por venir y Melione debe de enfrentarse a la que una vez creyó que era su amor verdadero *** Melione recibe una carta de su hermano Nathaniel pidiéndole que rescate a su familia. Tras reunirse con Nathair y Brielle, y ver con s...