Sirius estaba en el puente que conectaba el pueblo junto a la ciudad, pensando en lo sucedido, en esos hermosos ojos miel y en el dolor y decepción en su mirada… mientras miraba la flor sintiéndose decepcionado y avergonzado de sí mismo soltó un suspiro.
— Ay, Remus, debe pensar que soy un tonto. Ya no puede pasar nada peor. —dijo guardando la flor en el bolsillo de su saco.
— ¡Atención, atención! ¡Ensayo arruinado, el chico Balck ocasiona todo un desastre! ¡Quizá lancen por la borda al futuro esposo! ¡Los Lupin en llamas por el desastre que causó Balck en el fallido ensayo! —Sirius suspiró y comenzó a caminar al bosque.
— No debe ser tan difícil —habló para sí mismo— Son solo simples palabras… No…
Los votos son el juramento de cariño, perseverancia y amor que dos personas están dispuestos a aceptar, porque los unen ya sea lo iguales que son y su afinidad o el mero hecho de su contrastante personalidad.
La voz de Regulus se hizo presente.
Ah, su dulce hermanito. No había día que no pensará en él y su dulce risa e inocente pero sagaz corazón, anhelante de cariño.
¿Cómo habría recitado él los votos?
¡Eso era! Regulus era un romántico que vivía entre fantasías, solo debía pensar y actuar como él…
Pero claro, primero debía aprender los votos.
Se miró las manos y comenzó
— Con esta mano yo tomaré tu vino. No. —suspiró, así no era. Siguió adentrándose más al bosque— Con esta mano, anhelaré tus… —se tocó la frente en desesperación— oh cielos, así no. —
Siguió caminando por el bosque
— Con esta… con esta… con esta vela, yo… yo… —Sirius paró frente a un árbol lleno de cuervos y suspiró.— prenderé fuego a tú madre, no… —se golpeó la frente y tristemente se sentó sobre un gran tronco en el suelo.— No tiene caso, es decir ni siquiera quiero casarme, aunque he de admitir que la idea ya no parece tanto un suplicio…—Sacó la flor marchita del saco y la olió. Se puso de pie nuevamente.
Regulus se sentiría emocionado, pero yo no puedo. Lo mejor será aparentar de cualquier modo de esto se trata.
Imaginó a su hermano sonreír, eso le dió algo de alegría, al menos la necesaria.
— Con esta mano —levantó la mano derecha donde tenía el anillo— Yo sostendré tus anhelos, tú copa nunca estará vacía —bajó la mano derecha y la puso detrás suyo, mientras la izquierda hacía la mímica de como si en verdad tuviera una copa en ella— porque yo seré tu vino. —Lanzó el anillo al aire y volviéndolo a atrapar miro una rama.— ¡Ah! Señora Lupin, que linda luce esta noche —dijo agarrando la ramita como si fuera un brazo. ¿Debía actuar como Regulus, no? Pues Sirius estaba seguro que a Regulus si lo hubiesen aceptado, por ser más decente que él, además era divertido.— ¿Perdón, Señor Lupin? ¿Qué lo llame padre? Como usted diga, señor, luego golpeó el tronco de manera cariñosa y se fue. Rompió una rama pequeña e hizo como que esta fuera una vela y la encendía.—con esta vela, alumbraré tu camino en la oscuridad y con este anillo —volvió a agarrar el anillo de su saco— te pido que seas mío. —dijo poniendo el anillo en una rama bastante peculiar, pues parecía tener forma de mano, pero no le puso atención estaba demasiado feliz por haber dicho correctamente los votos que no se inmutó.
Se sorprendió al sentir el viento fuerte y a los cuervos graznar y que lo estén mirando. El distraído se asustó mucho cuando aquella "rama" a la que le colocó el anillo, lo agarró de la muñeca y lo tiró al suelo queriendo llevarlo aún más abajo.
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➶ 𝙀𝙡 𝙘𝙖𝙙á𝙫𝙚𝙧 𝙙𝙚𝙡 𝙣𝙤𝙫𝙞𝙤 || 𝙎𝙣𝙞𝙧𝙞𝙪𝙨 || ➷
FanfictionLos votos en una boda son como el pan con el café, indispensables. ¿Qué pasa cuando los nervios te juegan una mala pasada? ¿Lo olvidas todo? En un afán de aprenderlos para su futura boda, Sirius logra decirlos de manera correcta... a la persona inc...