➶ 𝙀𝙡 𝙘𝙖𝙙á𝙫𝙚𝙧 𝙙𝙚𝙡 𝙣𝙤𝙫𝙞𝙤 || 𝙎𝙣𝙞𝙧𝙞𝙪𝙨 || ➷

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— ¡Santos cielos, Lyall! ¿Qué haremos? —dijo algo preocupada Hope, levantándose del sofá.

— Mi mosquete Fenrir —exigió Lyall a su mayordomo

— ¡Orión haz algo! —dijo Walburga espantada

— Eh... —Orión se acercó al patriarca Lupin despacio— Tal vez fue una noticia de la prensa escandalosa, —dijo mientras le sacaba el arma de las manos a Lyall, quien se quejó.— Ya sabe como les gusta distorsionar la información. —

— ¡Como sea! igual nos quedamos sin novio para mañana —dijo Lyall mientras Orión ponía el arma encima de la chimenea, y viendo para otro lado susurró: — No quiero ni pensar en las repercusiones económicas. —

— Esta es una terrible ofensa para nosotros —habló indignada Hope.

— Permítanos buscarlo, por favor, dennos hasta el amanecer —pidió desesperada Walburga.

— Muy bien, tienen hasta el amanecer —de espalda a los Black, Hope hizo un ademán para que se fueran.

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En el mundo de los muertos

El chico de ojos negros caminaba por toda la ciudad en busca del chico con el que acaba de contraer matrimonio... Vaya de solo pensarlo se revolvía su estómago, aunque no sabía realmente si era para bien o para mal. 

En su búsqueda pensó en gritar el nombre del chico, pero no lo sabía y él no pensaba gritar "Cariño" por todas partes, en primera haría el ridículo; y en segunda ese no era su estilo así que se quedó en silencio, viendo a los lados para ver si lograba ubicarlo. 

Sirius vio pasar al azabache y se escondió en uno de los ataúdes que había en la pared, debía admitir que todo aquello era raro, aunque el hecho de estar en ese mundo ya era algo descabellado. El otro chico se hizo el estúpido, con un pequeño suspiro fingió no verlo, así que paso de largo. 

Seguramente el otro necesitaba tiempo para asimilar las cosas, desde el hecho de estar en un mundo contrario al suyo ya que, despertarse allí de la nada, no era algo fácil de asimilar; hasta comprender el hecho de que estaba casado con él, para desgracia del chico vivo. Pues él no era un buen partido, vamos que él estaba muerto, no podía tener hijos; le faltaba casi toda la piel en un brazo, y sus ojos ya no mostraban aquel brillo astuto que una vez tuvo.

Al acordarse de ello, no pudo evitar pensar en sus amigos, pues ellos eran quienes le encontraban ese "brillo" a sus ojos. Los extrañaba demasiado, a los que estaban vivos... 

Volteó la cabeza para ver al chico, quien estaba viéndolo de igual manera, hasta que decidió correr al lado contrario. Una parte de él se apretó, tenía la ligera esperanza de que se acercara a él. Agachó un poco la cabeza y siguió con su camino. Obviamente él no le interesaría a alguien apuesto y que está vivo.
Sirius corría sin rumbo alguno, solo esperando a encontrar una salida de aquel infierno. Se detuvo en una esquina y se apoyó en otros ataúdes que estaban allí.

— ¿De quién te escondes? —preguntó una chica de cabellos rojos y ojos verdes. A diferencia de los otros... ¿Cadáveres? esta parecía viva,  

Descartó la suposición ya que al bajar su mirada, había un corte por todo su cuello dejando ver parte de los huesos.

Sirius quiso salir corriendo de nuevo. 

— Salir corriendo es de mala educación, amigo —dijo la chica, como si le leyera los pensamientos.