Amor no correspondido, ¿Quién dijo que no dolía?
Ari ya no sabe que más hacer para detener lo que siente por el mejor amigo de su hermano, Nishimura Riki.
━━ Completa.
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No acostumbraba cenar con el equipo de basquetbol de la escuela a pesar de que mi hermano fuera parte del grupo. No era lo mío. Pocas eran las veces que pasaba el tiempo con ellos y eso se debía a que no soportaba su caracter. Ellos no me agradaban; eran arrogantes, tontos y sin nada de gracia. Lo admitía, si eran atractivos —algunos de ellos— pero su belleza no compensaba lo idiotas y patanes que eran y eso también incluía a mi hermano.
A veces me preguntaba como era posible que muchas de las chicas de la escuela los idolatraban y admiraban cuando no eran más que simples jugadores.
Y esa era otra razón para olvidar a Ni-Ki, no había sentido en que detestara a ese grupo en particular pero no a él. Debía ser justa y no tener excepciones por nadie; si los detestaba sería a todos, no solo algunos. Sin embargo era difícil olvidar a Ni-Ki y comenzar a detestarlo cuando él era considerado y amabigable con las personas. Incluso lo envidiaba un poco por el hecho de que fuese tan... expresivo y carismático.
Me encontraba sentada al final de toda la larga mesa, comiendo en silencio y sin prestar nada de atención al tema de conversación del grupo. No estaba cómoda y quería regresar a casa cuanto antes, pero también estaba hambrienta por lo que solo comía sin quejarme, esperando a que Jun se apiadase de mí y decidiera marcharse temprano.
Iba a beber más de mi soda cuando me di cuenta que mi vaso ya estaba vacio. Divisé la botella con soda para servirme más y al notar que se encontraba en el centro de la mesa no pude evitar soltar un bufido, disgustada.
Cerré los ojos para armarme de valor y pedir que me pasaran la botella. Sí, me daba demasiado pánico hablar en público como para poder pedir que me pasaran una simple botella, en especial si estaba frente a personas no cercanas a mí.
Al abrir mi ojos me encontré con la mirada de Ni-Ki fija en mí, lo que me tomó por sorpresa y me generó más nervios. ¿Por qué rayos me observaba como si tuviera algo para decir cuando sabía perfectamente que no era así? Él me había dejado muy en claro lo que sentía por mí y que nunca sucedería algo entre nosotros.
Ni-Ki cogió el vaso, cuando de repente, sin previo aviso, aquel chico que seguía sin conocer su nombre se lo arrebató de las manos y sirvió la bebida. Aquel chico se levantó de su asiento y se acercó para dejar el vaso justo frente a mí. Todos alrededor se callaron y observaron la escena con atención. Eso fue raro.
—Gracias —dije un poco sonrojada, él se acercó ligeramente a mi oído y me susurró lo siguiente:
—Veamonos mañana en la azotea, al mediodía.
Me espanté en cuanto escuché aquello. ¿Es que acaso pensaba que era alguien que él conocía o porqué creería que aparecería? No lo conocía, ni siquiera sabía su nombre, no había razón para ir al día siguiente a la azotea. Además, tendría clase a esa hora, por lo tanto, no podría salir.
