Amor no correspondido, ¿Quién dijo que no dolía?
Ari ya no sabe que más hacer para detener lo que siente por el mejor amigo de su hermano, Nishimura Riki.
━━ Completa.
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Disfrutaba de lo que Sunghoon hacía conmigo, disfrutaba el como tocaba mis pechos y el como me besaba hasta que recordé algo muy importante. Algo que había olvidado por haber estado pensando en él. Recordé los cortes.
Antes de que Sunghoon pudiera quitarme el blazer del uniforme o levantar mi falda, decidí alejarlo con fuerza de mi cuerpo, deteniendo todo el momento y sorprendiendolo.
Sunghoon me miró impresionado, desvié la mirada y solo me dediqué a cerrar la camisa otra vez sin decir nada. Estaba avergonzada.
¿Qué me pasaba? Qué pensaba hacer? ¿Qué rayos me ocurría? ¿Cómo pude creer por un instante que a él le gustaría ver mis piernas y brazos marcados? Por suerte solo había tocado mis muslos y no había levantado mi falda, o sino, lo que hubiera visto, le habría disgustado.
—¿Qué sucedió?
—Nada —respondí sin verlo y baje de la mesa.
—¿Hice algo mal? —interrogó preocupado. Yo negué con la cabeza y me acerqué a la puerta.
—Ahora, ¿cómo vamos a salir de aquí? —pregunté, omitiendo su pregunta—. ¿Crees que el señor de la limpieza llegué?
—Ari, mírame, ¿qué sucede?
No. No podía verlo, no cuando ya me sentía avergonzada y un poco mal conmigo misma. Había sido lindo mientras duró, pero no podía hacerlo. ¿Cómo fue que pensé en el sexo? Que patética.
—Debería estar en clase ahora mismo —mencione y pude ver de reojo como Sunghoon cerraba su camisa—. Es historia. Nunca me pierdo historia.
—Ari, ¿me podrías mirar y decirme que fue lo que hice?
—Nada, nada. No hiciste nada —respondí ansiosa—. Vamos a salir de aquí, ¿cierto? —di la vuelta para verlo.
La mirada de Sunghoon emanaba confusión y tristeza. Se veía decepcionado. Definitivamente no le había gustado lo que hice y, con justa razón, lo había ilusionado con sexo para luego dar un paso atrás y fingir que no sucedía nada.
—No vamos a hablar de esto, ¿cierto? —preguntó, la decepción se sentía en sus palabras.
—Ah... yo... tengo clases Sunghoon.
—Ya veo.
Sunghoon sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón, marcó unas cuantas teclas y luego lo volvió a guardar.
—Si quieres podemos hablar de esto después.
—No. Ya no quiero hablar de esto, ni de nada después.
De pronto, la puerta del almacén de abrió y nos dejó ver al señor de la limpieza. Le guiñó un ojo a Sunghoon y se retiró del lugar sin decir nada. Me acerqué a la puerta con intención de irme, en eso escuché a Sunghoon hablar otra vez.
