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—Estaba triste, esos hermosos ojos azules de venado abandonado gritaban, aquellas miradas que te hacen querer saltar y arreglar toda la vida de la persona, hacer lo que sea para que una sonrisa apareciera en su bellísimo rostro. Dijo algo sobre una promesa, pero... me desperté —sonó la tristeza en su voz.
Victoria sonrió con interés brillando en sus ojos negros. Muy distinto al brillo de preocupación en los ojos verdes de su hija Alicia.
Les había contado todo, el voto de silencio que se había hecho a sí misma, mentira, lo había roto.
—¿Todo este tiempo estuviste teniendo problemas de sueños y no me dijiste? —la voz grave de su hija fue causante de que le temblará el cuerpo.
Era la madre ahí, la madre. Se trató de convencer Andrea mirando a los ojos molestos de su hija.
—No dije nada porque sabía que te pondrías así, ahora me estás regañando.
—Mama... —apretó sus manos, se notaba que buscaba palabras bonitas y a su paciencia—, ¡Eres mi madre! Quiero saber todo lo que te pasa, todo. Más lo que tenga que ver relacionado con tu salud, ¡sabes que le tengo mucho miedo a eso! Papa por no cuidar su salud, murió, mama.
Andrea suspiró, volvía nuevamente aquel dolor en su pecho. Su marido había sido el amor de su vida, como también la persona que más odiaba en todo el mundo. ¿Era normal haber amado a una persona que te hizo tan insegura hasta tal punto de odiar ser tú?
Bueno, en su vida hubo dos personas así. Su madre y luego su marido.
Malas decisiones tomo en la vida. Y se arrepentía.
Fue un paso grande a dar, tras la muerte de su esposo, muchas cosas que asimilar y de las cuales encargarse.
Como podía dar una cachetada la vida
Fue un camino largo donde tuvo que aprender a cómo administrarse bien, y como hacerlo todo mientras cuidaba a su hija.
Aun así, allí estaba, viva y muy bien. Bueno, no tan bien que digamos. Seguía sintiendo esa complejidad consigo misma.
—Alicia —soltó el aire para luego caminar hacia ella y abrazarla con fuerza—, no creí que sería tan grave hasta que empezó a afectar mi salud. Pero... —la alejo para mirar sus ojos—, hay algo más y tiene que ver con el evento en la galería de ayer.
¿Cómo lo diría?
—¿Qué pasa?
—No entiendo mis sueños, menos esa pesadilla recurrente que ya conté... no conozco a ninguna de las personas que veo en ellos, solo sé que la mujer del sueño bonito era la misma mujer colgada y que el hombre muerto era el de los ojos claros —las jóvenes estaban perdidas—, yo me entiendo. Pero, ese no es el caso. En la galería vi una pintura, los campos de dientes de león. Era ese lugar, alguien pinto el lugar al que veo en mis pesadillas.
Detuvo su caminata para mirarlas, ambas se miraban viendo como reaccionaba la otra.
Espero la conmoción por parte de ambas, pero recordó que una es bruja y la otra tiene un miedo diminuto.
—¿No todos los campos son iguales?, ¿no crees que estás delirando un poco? Capaz lo viste igual porque ya estás muy congestionada, no duermes bien mama...
—No —interrumpió negando con dureza—, ya no es delirio, vi la pintura un buen rato, hice mi análisis, Alicia. No soy idiota, estoy totalmente segura de que esa persona pintó el hermoso lugar de mis pesadillas.
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Aquellos Sueños con Dientes de León
FantasíaAndrea tiene cincuenta y siete años, según ella, en sus últimos días de vida. Sueños extraños y pesadillas engloban su vida últimamente, sucesos tanto paranormales como perturbadores y no solo eso, si no que esos sueños están protagonizados por na...