Esperanza

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Adora

El timbre sonando insistentemente me despierta. Es bastante temprano, la luz apenas se empieza a filtrar por las cortinas.

¿Será Catra? Pero ella tiene sus propias llaves ¿Tal vez las olvidado? Que estupidez pensar en eso ahora, realmente quiero verla.

Sin pensarlo mucho corro escaleras abajo, por la prisa casi caigo en el último escalón, por suerte no ocurre.

Al abrir la puerta a la persona que me encuentro es a mi hermana. Sería poco decir que estoy desilusionada y triste.

—¿Qué haces aquí Glimm? —Le pregunto intentando esconder mi decepción.

—Te vine a buscar para ir a desayunar con mamá —me dice como si fuera obvio, pero al mirarme de arriba a abajo y ver que sigo en pijama agrega—, pero al parecer lo olvidaste por completo.

Evidentemente después de pasar todo el día de ayer esperando a mi esposa y que no volviera olvidé un almuerzo familiar. Y como el torbellino de emociones aun reina en mí solo soy capaz de asentir.

—¿Qué sucede Adora? —Me pregunta mi hermana empezando a preocuparse.

—El método de reproducción asistada no funcionó —digo con pesar en la voz, pequeñas lágrimas se empiezan a formar en mis ojos.

La expresión de mi hermana cambia a una de molestia.

—Desde un inicio no debiste haber aceptado —me regaña Glimmer—, no es tu culpa que ella no pueda embarazarse.

Ese hecho había sido un golpe duro a nuestro matrimonio.

Aquello sin duda había orillado a mi esposa a caer en el alcoholismo por segunda vez en su vida.

Pero ¿Alguien podría culparla? Su sueño más grande, el de llevar a nuestro bebé en su vientre, se había venido abajo en un abrir y cerrar de ojos debido al diagnóstico de un médico.

A pesar de que estuve a su lado, eso no fue suficiente para evitar que la venciera ese viejo hábito que pareciera que casi es parte de su genética.

—No digas eso Glimmer, no es su culpa y además yo accedí —le reprocho con tono firme.

Accedí, eso es verdad y aunque en su momento lo hice casi a regañadientes ahora me doy cuenta de la verdadera razón por la que acepté: Quería hacer feliz a Catra, porque su felicidad también es mi felicidad.

Las lágrimas ahora salen sin control de mis ojos.

¿Cómo se supone que no estoy deshidratada aún?

Aún con la mirada empañada veo a mi hermana entrar de una vez por todas y sentarse en uno de los sofás de la sala.

A diferencia de la habitación matrimonial la sala tiene tonos beige, gris y rosa palo. Sofás, muebles, cojines y cuadros, el lugar es acogedor y familiar, pero en ausencia de Catra ya no se siente así.

—Y bueno ¿Dónde está mi cuñada? —Pregunta en tono neutro, no creo que sea precisamente porque quiera saludarla.

No puedo decirle que en realidad no lo sé, que pasé el día anterior angustiada por no saber nada de ella, que no me atrevía a llamarla y en su lugar llamé a su asistente. Entrapta no me dijo nada al respecto, no sé si por lealtad a su jefa o porque en realidad tampoco sabe dónde está.

—En el trabajo —le digo con simpleza limpiando el resto de mis lágrimas y sentándome en el sillón frente a ella.

Ella me mira no muy convencida.

—Son las seis y media de la mañana —me dice escéptica—, dudo mucho que se haya ido a trabajar ya.

No sé que decirle, pero este cuestionamiento está empezando a molestarme.

—Bueno, entonces simplemente ella no está —dije firmemente.

Aunque ella es un par de año menor que yo, y que después de mi unión con Catra nos hayamos distanciado un poco, ella sabe cuándo no estoy diciendo algo.

—¿Te hizo algo esa idiota?

Se bien que Catra no es santo de la devoción de Glimmer y mucho menos de mi madre. Jamás había tenido un problema con eso, pero ahora me resulta totalmente hiriente ¿Cómo se sentirá la mismísima Catra con eso? Mi desconsideración ha ido demasiado lejos.

—No te atrevas a llamar así a mi esposa —le digo enojada, mi tono es firme, sin rastro de la tristeza que habita en mí—, y menos en mi casa, Glimmer.

Mi hermana me mira con una expresión de sorpresa y se levanta de su lugar.

—Bueno, parece que no estás muy dispuesta hoy. —Me dice con tono calmo aunque puedo ver la tensión en sus hombros—. Sabes que a mamá le molesta desayunar después de las siete así que voy tarde.

Sin esperar una respuesta mía se va de mi casa dejándome sola y triste otra vez.


Catra

Había pasado el día anterior metida varias horas en la bañera en un intento de borrar lo sucia que me sentía. Lo sucia que aún me siento.

¿Cómo se vive después de una infidelidad? Aún no lo sé. Incluso si Adora y yo habíamos logrado sobrellevar una en el pasado ¿Podríamos con otra?

Vestida con la bata de baño me encuentro acostada en la cama del hotel cuando escucho mi estómago gruñir.

¿Cuánto tiempo más podré esconderme de mis problemas?

—Debería comer algo de una buena vez —me digo a mí misma girando en la cama—, no puedo vivir solo de alcohol.

Entonces alguien toca a la puerta. Seguro son de la lavandería, mandé a lavar mi ropa para cuando me decida a salir de este lugar tenga algo que ponerme.

La persona detrás de la puerta persiste con sus golpes.

Que extraño después de recibir mi botella de whisky esta mañana recuerdo haber colgado el cartel de no molestar.

—Deje la ropa afuera —digo, mi voz suena algo ronca debido a la mala noche de sueño y al alcohol—, en un momento salgo a recogerla.

—Abre la puerta en este instante Catra.


Hola estrellas, espero que tenga un buen inicio de semana ¿Cómo se van sintiendo con la nueva información? ¿Quién habrá llegado a buscar a Catra?

Fragmentos [Catradora AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora