Apenas cruzar las puertas del palacio los guardias que los escoltaban le quitaron sus cosas y lo llevaron a empujones por unas escaleras a un calabozo sucio y húmedo, donde la luz no alcanzaba a llegar. Lo arrojaron a una de las celdas y subieron sin mirar atrás, sin reparar en ninguna de sus quejas y sin dar ni una explicación. En menos de una hora se había convertido en un criminal.
Lo siento, mamá
El sol no llegaba a ese lugar, la única fuente de luz eran antorchas colocadas en el pasillo y estas iluminaban muy poco dentro de las celdas. De todos modos, Manuel no estaba interesado en ver qué había en las otras celdas, no estaba interesado en la persona de junto que con burla le preguntaba qué había hecho para ir a dar ahí o en la persona del fondo que lloraba desconsolada o en los huesos de lo que alguna vez fue una mano que salían de entre los barrotes de uno de los cubículos cercanos. No estaba interesado, o más bien, no quería estarlo.
El olor a putrefacción y los sonidos de los otros cautivos eran un vistazo a su posible futuro y simplemente no quería pensar en eso, así que decidió pensar en otra cosa. Pensó en qué debía hacer, en cómo podría convencer a sus captores de liberarlo, y en a quién rayos había golpeado en la calle para que viniera el mismísimo príncipe a detenerlos.
"Si él en persona vino a detenernos es porque ese tipo es importante de alguna manera..." Más allá del color de pelo y ojos, ambos tenían algunos rasgos similares que hacían pensar al castaño que un parentesco era casi seguro. Hasta donde Manuel sabía, la reina había muerto sin dejar más heredero que el príncipe Arthur, por lo que un hermano estaba descartado. ¿Quizás un primo? "Al menos tuve suerte en eso" pensó, "Si hubiera sido un segundo príncipe..." a su mente vino la imagen de la mano esquelética. Sacudió la cabeza tratando de quitar ese pensamiento y volvió a enfocarse.
Un sonido captó su atención, venía desde arriba y estaba muy seguro de que eran voces, aunque le costaba bastante entender qué decían exactamente con las paredes y la puerta amortiguando el sonido. Prestó más atención para ver si podía deducir de qué hablaban, pudo captar palabras y frases sueltas: "por fin", "de nuevo", "necesario". Las voces se acercaban y se hacían más fuertes, se estaban gritando y ahora podía reconocerlas.
—¡Es la tercera vez este mes!— se oyó claramente en el calabozo y el hombre en la celda de al lado se burló de él, molestaste al demonio decía y Manuel no tenía idea de qué rayos hablaba, "¿será que el principe es alguna clase de tirano?". Los gritos fuera de la celda continuaron, hablando de cosas que no sabía si se referían a él u a otro asunto, y pararon abruptamente con el sonido de la puerta de la prisión abriéndose.
Pasos bajando las escaleras hacían eco, se acercaron hasta detenerse frente a la celda de Manuel, que estaba nervioso más allá de las palabras para ese momento. Miró hacia arriba, los ojos verdes del príncipe Arthur brillaban con la luz de las antorchas y lo intimidaban, sabía que debía estar firme pero el miedo siempre fue una emocion difícil de controlar para él.
—Me imagino eres consciente de lo que hiciste— empezó el rubio, su voz fue firme y comandaba respeto, no estaba ahí para juegos. Sin saber bien qué hacer se quedó mirando al futuro rey a los ojos, con la expresión desesperada que no sabía que tenía. Arthur suspiró.
—En una semana— Manuel se sobresaltó al oír nuevamente la voz del príncipe después del pesado silencio que se había hecho —. Tendrás tu juicio en una semana.
Esas fueron sus palabras finales antes de dar vuelta y caminar hacia la salida. Manuel quería detenerlo, pedirle explicaciones, contarle de su situación, hacer algo... Pero la puerta ya había sido cerrada y no había nada más qué hacer. Manuel gritó, frustrado y sintiéndose inútil por haber caído preso de los nervios, pensando en mil y una posibles respuestas para Arthur que ya no podría usar. Sus puños golpearon repetidamente el suelo sucio y húmedo de la celda, lágrimas de frustración rodando por sus mejillas.

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King Arthur
Fiksi PenggemarManuel un día tiene una visión sobre el futuro rey de Camelot y decide ir para conocerlo, el principe Arthur es amable, caballeroso y un buen lider, sin embargo los ojos de Manuel siguen desviandose hacia Martín, el protegido del actual rey. Un argc...