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Ya eran casi las tres de la tarde cuando Manuel por fin despertó y el sol le pegaba de lleno en la cara. Su primer instinto fue intentar levantarse, su mente aún en el gran salón, rodeado de la guardia real con sus armas en posición; pero el agudo dolor que recorrió sus extremidades lo tumbó nuevamente en el colchón. La horrible sensación nubló la cabeza y le oscureció la visión momentáneamente, el cúmulo de sensaciones le revolvió el estómago y le dio nauseas, de lo profundo de su pecho soltó un gruñido que le raspó dolorosamente la garganta.

Poco a poco el dolor se fue disipando hasta hacerse soportable, y lentamente fue haciéndose consciente de su entorno. La tela suave bajo sus manos, la falta de olor a húmedo y podrido, la luz que le molestaba aún con los ojos cerrados. Claramente no estaba en el calabozo, entonces ¿qué lugar era este?

¿Me morí?

Respiró hondo, inhalando el refrescante aroma de las hierbas medicinales, y abrió los ojos con lentitud. Le costó un poco acostumbrarse, la cabeza aún le dolía bastante y no podía distinguir las formas. Finalmente pudo ver el techo de piedra amarillenta y las vigas de madera que sostenían parte de la estructura, usando su vista periférica alcanzó a ver la ventana cercana a su lecho y las cortinas de tul que alguna vez fueron blancas a su alrededor, el brillo del exterior no le permitía ver hacia afuera, pero la brisa era agradable y suponía que hacia buen tiempo. Movió experimentalmente las manos para sentir mejor las sabanas con las que estaba cubierto, a pesar de su malestar general podía notar que estaba en un sitio acogedor, no pudo evitar preguntarse como llegó ahí. "¿Me habré muerto de verdad? ¿Tal vez ya pasé por el purgatorio? Pero no tiene sentido, se supone que soy-"

El sonido de la puerta abriéndose lo alarmó, instintivamente cerró los ojos para parecer dormido, tal vez asustado de las intensiones de esa persona. Escuchó pasos acercarse, firmes pero silenciosos, y luego el ruido de objetos sobre una mesa, probablemente la persona buscaba algo. Trató de mirar discretamente qué pasaba, pero apenas podía mover la cabeza y su visión no llegaba al sitio. Cuando volvió a oír pasos cerró los ojos de nuevo y ralentizó su respiración, sintió claramente la presencia de la persona a su lado y cómo su sombra se cernía sobre él, su cabeza yendo a mil por hora pensando en todos los posibles escenarios que podrían venir a continuación, no pudo evitar sobresaltarse cuando sintió el roce de una mano cerca de su cuello y rehuyó al contacto, abriendo por fin los ojos para mirar a quien creía su agresor.

Azul cielo fue con lo que se topó al verlo directamente a los ojos, evidente sorpresa en su rostro y una botella de vidrio en su mano izquierda, llena de un líquido que se veía sospechosamente purpura. Le tomó unos momentos al hombre frente a él responder, alejó la mano de Manuel y se enderezó, volviendo su rostro a una expresión seria.

-Veo que despertó- dijo con un marcado acento que a Manuel se le hizo extranjero. El hombre rubio frente a él parecía esperar una respuesta, pero el castaño sólo pudo emitir un quejido en respuesta, su voz no salía. El ojiazul alzó su mano que sostenía la botella de vidrio, acercandola al rostro de Manuel para que pudiera verla -Le he estado dando esto para ayudarlo a recuperarse, ahora venía a administrarselo de nuevo. No contiene nada extraño, así que por favor permítame ayudarlo.

"¿Él me estuvo cuidando?" Manuel se sintió muy confundido, si le había estado dando medicinas era porque lo estaba curando, y si lo estaba curando era porque estaba vivo. No se explicaba cómo salió vivo de esa y no tenía idea de por qué este tipo lo había cuidado y lo trataba tan amable y comprensivamente, desde que salió del bosque las cosas nunca fueron así de fáciles, tenía sus razones para desconfiar a pesar de lo genuino que se veía el tipo y de las comodidades que le había proveído.

-Hnghhh!- trató de hablar pero no podía, ¿hace cuanto no hablaba? Sentía la garganta muy rasposa y adolorida, ardía terriblemente ahora que intentaba usarla. El rubio pareció notar su molestia y le pidió que lo esperara un momento, dejando atras a un Manuel que aún intentaba hablar. Tras un par de minutos oyó el silvido de una tetera hirviendo y un aroma dulce y cálido llenó el ambiente, el ojiazul volvió junto a Manuel con jarra en mano de un liquido humeante que dejó en la mesita junto a la cama, donde antes había dejado el frasco con el brebaje azul.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2023 ⏰

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