¿Cuánto tiempo había pasado desde que lo encerraron? Manuel no tenía idea, "el tiempo suficiente para volverme loco" suponía, porque mientras pasaban los días había empezado a escuchar voces que estaba seguro no venían de afuera ni de alguno de los otros reclusos, venían de dentro de su cabeza. Al inicio eran murmullos, algo que podía confundir con sus propios pensamientos y dejar pasar, pero con el pasar de los días las voces se hicieron más claras y más fuertes y tan difíciles de ignorar, diciéndole que podía salir de ahí, que no tenía por qué quedarse en esa sucia celda, que sólo tenía que usarla.
Manuel estaba cansado, tan cansado de pelear contra esas voces, pero cada que pensaba en ceder a ellas el rostro de su madre parecía aparecer en medio de la oscuridad del calabozo y no podía fallarle ella, no más de lo que ya lo había hecho. Así que seguía encerrado, perdido en el caos que había en su mente, sin saber si pasaban o no los días, pero sintiendo el peso de cada hora sobre su cuerpo.
El ambiente estaba frío ese día y las voces se habían puesto especialmente molestas, se sentía muy casado y decidió dormir, lo hacía mucho últimamente, en sus sueños las voces no podían molestarlo y el frío no se sentía, se convirtió en su actividad favorita. Sin embargo en esta ocasión el sueño no fue tan pacifico como de costumbre, imágenes de un gran comedor lleno de gente en finos ropajes conversando animadamente en torno a una mesa y del rey, el príncipe Arthur y Sir Martín sentados a la cabeza de esta. El rey llamaba la atención de todos para hacer un brindis en honor de todos los presentes y, sobre todo, de su hijo y heredero. Hubo vitoreos y el ambiente estaba rebosante de felicidad, entre risas los presentes bebieron de sus copas y fue en tal acto que la atmosfera cambió por completo. Alguien tosía tan fuerte que llamó la atención de todos, los invitados voltearon para ver al príncipe Arthur encogido de dolor, su copa tirada sobre la mesa y el vino esparcido sobre el mantel. Hubo gran conmoción; Martín corrió dando órdenes, el rey gritaba pidiendo un médico, la guardia real trataba lo mejor que podía de controlar a los invitados, Arthur perdió la conciencia. El resto fueron flashes de escenas, el rey llorando, el pueblo pidiendo la cabeza del culpable, un funeral.
Manuel se despertó cubierto en sudor, desesperado y con muchas dudas. El sueño había sido demasiado vivido, demasiado coherente para ser solo eso, era una jodida visión. No pasaron más de unos segundos cuando las voces comenzaron a atacarlo, tienes que hacer algo le susurraban, ¿Vas a dejar que pase? lo acusaban, pero el rostro de su madre la última vez que la vio volvía a aparecer ante sus ojos.
Tienes que hacerlo por ella dijo una de las voces, mucho más amable que el resto, tienes que cuidar la tierra que te enseñó a amar. Su voluntad flaqueó, "¿debería hacerlo?" se preguntó por primera vez y, dejándose guiar finalmente por las voces, pensó en las consecuencias de no hacer nada esta vez. Sin Arthur la probabilidad de que los invasores ganaran era alta y si ellos ganaban iban a hacer lo que quisieran con la tierra, las costumbres, los pueblos y reinos que conoció iban a caer y ser reemplazados uno a uno como ya había ocurrido en el pasado, tal vez ni siquiera la gente del norte podría defenderse esta vez, todo lo que aprendió a querer de su madre se iría uno a uno y no quedaría nada, las hadas se ocultarían para siempre y los dragones desaparecerían. Si no lo haces es el fin, "Si no lo hago es el fin".
Lo siento mucho, mamá
No le gustaba nada tener que romper sus promesas, menos las que había hecho en el nombre de ella, pero se había finalmente convencido de que este camino era el correcto y que sus acciones eran necesarias. El plan era simple, prestar atención a lo que ocurría afuera para ver cuando sería la dichosa cena y usar su magia para huir ese día, si huía antes los guardias estarían expresamente buscándolo y escabullirse dentro del castillo sería toda una proeza, era más conveniente aprovechar que ya estaba técnicamente dentro del castillo.

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King Arthur
Hayran KurguManuel un día tiene una visión sobre el futuro rey de Camelot y decide ir para conocerlo, el principe Arthur es amable, caballeroso y un buen lider, sin embargo los ojos de Manuel siguen desviandose hacia Martín, el protegido del actual rey. Un argc...