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Dicen que el mar habla y también siente, que está conectado a todos los seres marinos y muchos no lo creen posible, pero los descendientes del reino atlante siempre han tenido el don para entenderlo. Su poder era estabilizado por una de las joyas especiales que se heredan de generación en generación y en su mayoría estas no eran necesarias cuando cumplían con cierta edad de madurez.

Claro que solamente se daba en el caso de los herederos con la habilidad de manejarlos, pues algunos tenían los dones con mayor potencia que otros. El rey actual del océano atlántico, DongWook, no requería ninguna joya y únicamente usaba su corona de oro y esmeraldas como muestra de su reinado. Es por eso que le había brindado su collar de zafiro a JiMin, su hijo menor, quien recibió los poderes más problemáticos en su línea y no tenía la capacidad de controlarlos.

El descubrimiento de esto se hizo hace años, JiMin era solo un bebé recién nacido, pero cada vez que lloraba provocaba que el mar se alzará y rugiera, como un tsunami. Luego, exclusivamente las olas se calmaban cuando su padre lo cargaba y le cantaba una cuna para que durmiera, ya que el pequeño resentía la muerte y ausencia de su madre.

Después de eso se decidió que JiMin recibiría dos joyas en vez de una, así se encapsularon sus dones para evitar conflictos y durante todo este tiempo no hubo problema. No obstante, todo podría estar en riesgo nuevamente si se retiraba o perdía dichos objetos y se encontrará con un desequilibrio en sus emociones, como lo era en este momento.

El hecho de que YoonGi, un total desconocido y un híbrido de tiburón blanco, lo marcará sin siquiera tener un acuerdo romántico entre ellos, le provocó un ataque de pánico. Su bonito rostro estaba muy pálido al sentir el lazo, sus hermosos ojos verdes se tornan en un azul intenso y múltiples lágrimas en forma de perla descendieron por sus abultadas mejillas.

—No, ¡No!— repitió JiMin incrédulo, intentando mantenerse cuerdo.

YoonGi no entendía cuál era el motivo de su tristeza, pero podía sentirla a través de su unión y solamente pudo aflojar el agarre rudo que tenía en su pareja. Estaba desconcertado y no sabía qué hacer, intentó calmarlo y buscar que lo mirara, más no lograba que JiMin cediera a sus esfuerzos.

El tritón evitaba a toda costa aceptar que lo acababa de marcar, se rasguñó el cuello y se hirió a sí mismo sin siquiera importarle el insoportable dolor que eso provocaba. Rechazar un lazo era casi tan mortal como estar en tierra sin agua, podía sentir que moría lentamente y el aire le faltaba, el nudo en su garganta y los mareos no se hicieron esperar.

—P-por favor...— rogó YoonGi, su voz era suave y se mostraba llena de arrepentimiento por causarle tal sufrimiento.

Al ver que JiMin lo ignoraba no tuvo otra opción, tomó a su pareja por las muñecas con fuerza y lo contuvo entre su pecho, estaba preocupado y cabizbajo. Era obvio que lo estaba negando, pero tenía que entenderlo, son destinados y una vez que se encuentran deben unirse o podrían sufrir las consecuencias.

YoonGi realmente solo intentaba cuidarlo y protegerlo, aunque una porción en su interior, la del animal, lo hizo por egoísmo e instinto. Ninguno de sus dos lados quería continuar viviendo en soledad y toparse con su pareja le había causado un estado de frenesí.

JiMin no entendería lo que el híbrido de tiburón sentía porque era incapaz de comunicarse adecuadamente y era difícil de demostrar. YoonGi creyó que era más fácil marcarlo y dejar que el lazo se lo mostrara todo, pero el tritón no se había detenido a inspeccionarlo.

Miedo y rabia, era lo único que podía sentir.

—¡Eres un monstruo, un animal!— gritó JiMin, empujándolo con tanta fuerza que una onda salió de su cuerpo y eso lanzó al tiburón blanco unos metros, contra una pared de la caverna marina.

YoonGi estaba tan sorprendido por el repentino poder del tritón que no reparó en el daño que le hizo, en como su piel de la cola se había abierto y sangraba, o en el corte vertical en su rostro.

JiMin sí que lo noto y se sintió tan cruel, nunca le había hecho daño a nadie y ahora no podía controlarse. Tenía tantas emociones encontradas que no podía pensar correctamente y como en cada ocasión de temor, retrajo su cola verdosa y se abrazó para tranquilizarse.

El mar escuchó sus lamentos y las olas se alzaron tan alto que provocó un desastre marino, tal como cuando su padre se enteró de su pérdida, pero más grave. Sin embargo, gracias a eso se envió una señal de esperanza al reino atlántico, pues en el castillo, DongWook y HoSeok podían entenderlo, ambos se molestaron por su situación, pero se alegraron de saber que estaba en el agua.

YoonGi pudo percibir en el lazo esa sensación de familiaridad y calidez, su lado animal lo tomó como una amenaza contra su relación, por lo que tomó control. El tiburón salió a flote y nadó hacia su pareja, pero el tritón, al percibir amenaza, aprovechó su fuerza para crear un campo protector de burbuja a su alrededor.

—No te quiero cerca, solamente esperaré a que mi familia y los caballeros vengan a rescatarme. Cuando pase eso, te asesinaran por tu atrevimiento y este asqueroso lazo no existirá.— aseguro JiMin, haciendo uso de su mayor empeño para mantener su seguridad a pesar de lo lastimado que estaba.

La parte racional y humana de YoonGi estaba dormida, así que actuó como el animal que era y siguió su instinto de sacar a su pareja de ese campo que le impide tocarlo. El tiburón blanco golpeó repetidamente la burbuja con su enorme cuerpo para destruirla, pero le era imposible y únicamente conseguía herirse con cada intentó.

JiMin desde adentro se mantenía inquieto, pues temía que lograra tirarla, ya que su poder seguía estando descontrolado con el daño en su cuerpo y sin sus joyas. Poco a poco, con el paso de los minutos se fue calmando y observó atentamente cómo el animal se debilitaba, dando paso a su parte humana.

Cuando YoonGi se transformó, estaba tan agotado que su mirada se encontró distorsionada y su cuerpo no tenía ni la capacidad de mantenerse a flote. Había tanto daño en su piel que el rojo carmín de su sangre inundó la cueva marina y fue allí que JiMin se angustió.

—L-lo... siento.— balbuceo YoonGi, sintiéndose apenado por su comportamiento animal y solo así se permitió caer inconsciente sobre las algas.

JiMin lo escuchó y su pecho dolió como nunca antes en su vida, la imagen frente a sus ojos lo hizo reaccionar y el color verde volvió a ellos. Pese a su temor, deshizo la burbuja a su alrededor y observo las perlas bajo su aleta, eran de tono negro y eso demostraba que se formaron con enojo.

—¿Yo hice esto?— se preguntó con culpabilidad, dejando eso de lado para ir hacia el híbrido de tiburón blanco y revisar que respirara.

De alguna manera, saber que seguía vivo provocó que suspirara, pero al ver su cuerpo lleno de golpes y heridas sangrantes se volvió en un confuso jadeo. El rostro perfilado de YoonGi tenía un corte vertical en el ojo derecho, el cual estaba seguro dejaría una cicatriz y todo su cuerpo estaba igual.

—También lo siento, pero debo irme.— comentó, mordiéndose el labio inferior.

JiMin, antes de salir de la cueva marina, tomó lo restante del musgo medicinal y lo colocó en las heridas de YoonGi como disculpa. Al finalizar, envolvió sus manos en una y cerró los ojos para rogarle al dios del mar que lo sanara.

Debía volver a su reino.

Debía volver a su reino

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𝓑𝓲𝓽𝓮 𝓵𝓸𝓿𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora